Capítulo 3

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—Bien. Yo por mi parte me retiro, me voy a descansar— anunció Roberto, después de haber convencido a Marcela para que no renunciara y de hacer llamar a Gutiérrez y a Hugo con el fin de notificarles sobre las nuevas decisiones tomadas por la junta directiva—. Les deseo a todos muy buena suerte y, por favor, manténganse unidos— dijo a modo de despedida. Posteriormente, se encaminó directamente hacia la salida.

—Gracias, doctor— dijo Don Hermes por su lado, quien sorprendentemente también había sido convocado, y encima contratado para llevar la parte contable de la empresa.

—Beatriz...— Roberto se volvió hacia ella, justo antes de abandonar el lugar— dejo mi empresa en sus manos. Confiemos en que todo salga bien.

—Claro que sí, don Roberto.

—Gutiérrez— Él aludido dirigió su atención al mayor de los Mendoza—, hay que elaborar un memorando para informarle a todo el personal sobre el nuevo nombramiento.

Yes, sir.

—Margarita, te espero en la casa.

—Bien— respondió esta monosílabamente.

Segundos más tarde, Roberto corrió las puertas y se fue.

—Bueno, yo creo que se puede dar por terminada esta reunión— Empezó a decir Beatriz—. Mañana a las nueve de la mañana voy a ir al juzgado y quisiera que nos reuniéramos aquí a las doce del día para que hiciéramos un cronograma de trabajo— Al ver las amargas caras con la que todos la miraban, ella optó por agregar—. Yo sé que para ustedes no es ningún placer tenerme aquí y menos como presidente, créame que para mí tampoco es un placer, pero espero que salgamos de esto muy bien y lo antes posible. Y voy a poner todo de mi parte para que así sea, espero que me colaboren, que nos colaboremos. Gracias— concluyó, agachando brevemente la mirada—. Vamos, papá— lo llamó poniéndose pie.

—Sí, mija— contestó, levantándose. Pero antes de retirarse, quiso expresar unas cuantas palabras al resto de los presentes—. Yo, Hermes Pinzón Galarza, les garantizo de que mi hija...

Pero Daniel no lo escuchó más, pues tenía toda su atención dirigida en Beatriz, la cual le había agarrado el brazo a su padre al posicionarse a su lado. Su cara denotaba claramente la incomodidad que le estaba causando la escena. Sin embargo, mientras don Hermes continuaba con su discurso y ella intentaba de no ver a nadie en particular, cruzó accidentalmente la mirada con él.

Si Betty creyó que ya no podía sentirse más incómoda en la vida, aquellos penetrantes ojos verdes del doctor Valencia bastaron para demostrarle lo contrario. Ella se acomodó los lentes para ocultar su nerviosismo y tiró disimuladamente a su padre del brazo con el objetivo de apurarlo.

—Ya va, mija— le murmuró Don Hermes al sentir el gesto—. Permiso— dijo finalmente, refiriéndose al resto de la junta con una sonrisa a boca cerrada.

—Hasta luego— soltó, Beatriz inquieta. Podía sentir perfectamente la intensa mirada del accionista, pese que ella ya no lo estaba observando—. Vámonos...— Apuró rápidamente al señor Pinzón, llevándoselo casi arrastras. Daniel se hizo a un lado permitiéndoles el paso.

—Hasta luego— se despidió el contador antes de cerrar las puertas.

***

—Marce, ¿esto no es un sueño?— interrogó horrorizada, Patricia Fernández, luego de haberse enterado de que Beatriz sería la nueva presidente de Ecomoda y de auto invitarse en la sala juntas—. ¿Y qué tanto poder tiene?

Yo soy Betty, la fea: Un Valencia junto a una PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora