—Pero, hermano... ¿¡cómo se le ocurrió montar semejante espectaculo!? ¿¡En qué estaba pensando por Dios!?— Criticó Mario a Armando, luego de que este le contará lo sucedido en Bon Terra. Era la noche del sábado y ambos hablaban por teléfono desde las habitaciones de sus respectivos hoteles.
—¡Es que no se supone que debía terminar así, Calderón!— Se defendió alterado el aludido.
—¡No, pues!— bufó—. ¿¡Y que esperaba que iba pasar con todo lo que hizo!?— se pasó la mano por la cara completamente decepcionado—. Hermano, ¿usted se da cuenta que gracias a su magnífico actuar, acaba de entregarle en bandeja de oro al vampiro nuestra presidente? Sí lo capta?
—¡Cállese, Calderón! ¡Simplemente cállese!— respondió atormentado ante el hecho que se hiciese realidad esa posibilidad.
—No hermano, es que usted definitivamente es la prueba fehaciente de cada día se puede descender mas— señaló mientras se servía un trago—. Y ahora no nos queda otra mas que rezar, para que el odio de Betty contra usted no sea mayor que el que tiene por Daniel— Tomó un trago al sentarse en la cama—. Aunque con esto último que usted hizo, no me culpe sí demuestro ser un hombre de poca fé a esta causa.
—Muchas gracias por su apoyo, Calderón— contestó enojado.
—Cuando quiera, mi estimado ex-presidente— respondió divertido, para luego volver a ponerse serio—. ¿Y qué le dijo despúes a Marcela?— preguntó al recordar que esta había llamado a Daniel en plena discusión con su amigo aquella anoche.
Escuchó a Armando suspirar con pesadez al otro lado de la línea.
—¿Usted que cree?— Se rió con sarcasmo—. Le dije que casualmente había ido a Bon Terra con usted, pero obviamente no me creyó...— Suspiro otra vez—. Calderón... ¡Marcela, sabía que mi Betty estaba reunida con el imbécil de Daniel!
—¿¡Qué!?— Mario casi escupió su bebida por esa revelación.
—¡Así como lo oye!— Alzó mas la voz en señal de frustracción.
—No hermano, es que usted no pega una. A este punto, yo fuese usted, ya me habría lanzado por una ventana— Colocó su bebida sobre la mesa y cambió el agarre del teléfono con la otra mano—. ¿Y qué hizo entonces?
—Le dije a Marcela que cuando me topé con Daniel no lo ví con nadie.
—Y supongo que tampoco le creyó...
—Obviamente que no— Apretó la mandíbula—. Comenzó a cuestionar mi verdadera razón por estar ahí...
—La cual era... que efectivamente usted estaba allí por Betty— Se encargó de aportar él.
—Sí...— Cerró los ojos con fuerza—. Vea, Calderón... me costó un mundo convencer a Marcela de lo contrario.
—Oh— soltó con sorpresa y sonrió con picardía—. ¿Así que finalmente logró acostarse con ella otra vez? Felicitaciones, mi estimado señor ex-presidente.
—¡No diga estupideces, Calderón!— contradijo tanto exasperado como enojado—. Nada de ese tipo de cosas.
—¿Ni siquiera... unos besitos?
—¿¡Va a seguir con sus idioteces o qué!?— gritó, haciendo que Mario alejase el teléfono de su oído por un instante para no quedar sordo.
— Ya, ya, hermano. Cálmese y baje la voz, si no quiere que toda la gente que esta en su hotel, se enteré de su lamentable vida sentimental— Aquello pareció funcionar de algún modo, porque su amigo guardió silencio en vez seguir despotricando—. Bueno, ¿y ahora cúal es el plan? Porque independientemente de la forma en la que usted convenció a Marcela, es solo cuestión de tiempo para que ella se entera de lo que verdaderamente paso aquella noche en Bon Terra. Es mas... con lo poco discreto que fue usted y con lo rápido que corren los chismes, no me extrañaría que a estas alturas ya Marcela lo sepa.
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Yo soy Betty, la fea: Un Valencia junto a una Pinzón
FanfictionDespués de enterarse de la real situación de Ecomoda. Daniel Valencia, como el hombre inteligente y perspicaz que siempre se había caracterizado ser, nunca pudo dejar de preguntarse los motivos de la tan repentina e inesperada traición de Beatriz P...