Capítulo 10

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Betty estaba horrorizada.

Cuando pensó que su día no podía ir mas cuesta abajo, la vida muy amablemente se encargaba de demostrarle que podía empeorar y mucho.

Primero, había tenido que soportar tanto las pataletas como los comentarios hirientes de doña Marcela y don Hugo en el comité de esa mañana. Luego, había tenido que calarse la desagradable compañía del doctor Valencia, quién para su absoluta consternación, horror y decepción, el hombre no solo había logrado que Betty lo repudiera aún más, sino que encima ahora se lamentaba como nunca de su decisión.

¿En que había estado pensando cuando se le ocurrió la brillante idea de nombrarlo como vicepresidente de Ecomoda?

Oh, Dios mió, ¿qué había hecho ella?

¿Cómo sería capaz de trabajar codo a codo con ese tipo en los próximos meses? Suficiente tenía ya con su hermana, don Hugo, don Mario y sobre todo... don Armando.

Ah, y hablando del susodicho...

Después de que ella se había retirado muy dignamente de aquella incomoda cena con el doctor Valencia, Armando Mendoza, entre todas las cosas, no solo había decidido seguirla y espiarla como el propio acosador, sino encima el muy cínico acabó reclamando, pidiendo explicaciones que no se merecía y dandóselas de su protector...  tratando de  hacerla ver que lo que el doctor Valencia quería con ella, era meramente seducirla para quedarse con la empresa...

Claro, como ella nunca había pasado por una situación remotamente parecida que iba saber, ¿verdad?

Menuda ironía.

Y como si todo eso no hubiese sido suficiente para terminar de amargar su noche, el hombre tenía que justo montar un escándalo a la persona menos apropiada de toda Colombia:

Daniel Valencia.

Oh, que increíble y a la vez aterrador fue presenciar como su suerte empeoraba exponencialmente a medida que el día se acercaba a su fin

Y entonces, sonó el celular del doctor Valencia y se agregó a la ya de por sí incomoda escena, la presencia a distancia de doña Marcela.

La verdad, Betty no sabía si debía correr, llorar, gritar o reir. El mundo definitivamente le iba hacer pagar con sangre y muchas pero muchas lágrimas todo lo que había hecho, ¿cierto?

***

Al principio, Armando había quedado tan desconcertado por la repentina llamada de Marcela que durante un par de segundos su ira contra el vampiro pasó a un segundo plano.

¡Maldición, maldición, maldición!

¿Por qué demonios Marcela tenía que llamar a Daniel justo en ese momento? ¿Cómo podía tener tan mala suerte?

Una vez que los hermanos Valencia  acabaron su breve conversación y Daniel le extendió el móvil mirandolo con esa maldita expresión socarrona que tanto detestaba, aquella rabia temporalmente olvidada volvió con toda su fuerza; por lo que el rostro de Armando cambió de tener una expresión de asombro a uno tan petulante como la de su enemigo.

Para el deleite del menor de los Mendoza, Daniel alzó ligeramente las cejas en una clara señal de confusión mientras se mantenía expectante.

Yo soy Betty, la fea: Un Valencia junto a una PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora