How To Be A Bad Girl

CAPITULO 1

Diabolik Lovers no es de mi propiedad, pertenece a Reject.

Narración.

―Dialogo.

―Aclaraciones―.

"Pensamientos".

Palabras resaltadas.

Géneros: Comedia, romance, sobrenatural.

Advertencias y aclaraciones: Futuro Lime y Lemmon. Lenguaje vulgar. Posible OOC.

Ninguno de estos personajes de mi propiedad, a excepción de la súcuba del prólogo que ejerce de ayudante de Papá Maki~

Palabras: 7963 (Solo contenido de la historia, sin incluir N/A, título del capítulo, advertencias y frase de abertura de George Bernard sobre las mujeres coquetas~~).

CAPÍTULO I

BEING COQUETTISH

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"Una coqueta es una mujer que despierta pasiones que no tiene el propósito de gratificar" ―George Bernard Shaw.

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Una mujer mala siempre es un diablillo en lo que respecta al famoso arte del coqueteo. Inteligente y versátil a la hora de encandilar a cualquier individuo que se ponga delante suyo, sin distinción de género alguno ―Inclusive ligar con otras tías es válida alternativa si de una emergencia se trata, ejemplo; necesidad de descuentos en las tiendas departamentales o estar sin un yen encima para tu billete del shinkansen*―, conservando siempre esa fachada de angelito bueno al que uno desconoce por completo las artimañas que se trae encima.

Son la leche pura, de la mejor calidad; atractivas y sexys parlanchinas que pueden prender a fogata a un tío sin ponerle un dedo encima siquiera. ¡Y siempre consiguen dejarle a dos velas! Tan solo usan el encanto de su voz, el acercamiento y el pestañeó consecutivo.

En pocas palabras: ellas son la ley.

Y todavía Yui no está segura de como diantres ella logrará convertirse en una, siendo tan bien conocida como la virgen criada en convento y la que ocupa el primer puesto como masoquista... La tiene un pelín complicada su transformación.

Pero, ¡Hey! Tiene perseverancia, ¿Eso podría servirle para este grandioso recorrido, no?

Más le valía, porque según el reloj clavado en la pared, el cual no para de hacer ese inquietante tic tac que la pone más nerviosa a cada movimiento de las manecillas, le quedaban exactamente dos minutos para que el grupete de vampiros despertase de la pequeña y acogedora siesta ―O sueño reparador, como quisiesen verle. Estaban dormidos al fin y al cabo como muertos―.

Un minuto con veintisiete segundos...

Tragó duro y miró la revista que estaba todavía entre sus manos, las cuales no paraban de temblar como gelatina. Los nervios empezaban a inundarla y sentía esa terrible sensación de cólicos en la pancita, no ayudándole mucho el hecho de que la piel se le empezaba a enfriar como si fuese seriamente un vampiro real.

¿Y quién la culparía de comenzar a echarse para atrás? Recién estaba entrando en fase de consciencia, considerando los altibajos en los que podría caer de este plan alocado que se lo ofusco una revista de chicas.

Una revista de chicas vs. Diez vampiros sádicos, quizás hijos perdidos del temido, como psicótico, Freddy Krueger.

No hay necesidad de preguntar una vez más.