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besos, roces, caricias, sonrisas y más que nada, amor.
su relación era lo más hermoso que pudo haber tenido en su no tan larga vida, aseguraba que john seo era su persona indicada para pasar el resto de la eternidad, de envejecer y amar. no había otra cosa que amara de la misma manera que tal americano, podía dar su vida por él; tan jodidamente enamorado.
de igual manera, cuando johnny conoció a chittaphon supo que tenía algo que lo llevaba a todo su ser, seguiría a ese hermoso imán hasta la muerte.
— te amo... — el alto susurró sobre sus labios teniendo ambas manos en su cintura mientras bailaban al compás de una lenta melodia.
— yo también lo hago.
ten terminó por cortar esa tortuosa distancia uniéndose en un suave beso, esos que hacían que el tailandes suspiré por su tacto y se obsecione mucho más a su amado.
john acarició su mejillas con la yema de sus dedos — ¿te llevo a casa?
— sabes que no puedes — tomó su mano dejando un casto beso en el — , a mi papá no le agradas...
— le agradaré — johnny sonrió — lo sé cariño.
ten sonrió tenue sabiendo que lo comprendía, ante todo siempre entendió eso y estaba agrecido con ello.
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