Estoy encontando la manera de expresar...ஐ¸.•*'¨'*•.¸ஐ¸.•*'¨'*•.¸ஐ¸.•*'¨'*•.¸ஐ
Megumi tenía una infinidad de recuerdos de Sukuna pero sin duda los momentos que más atesoraba eran los de su infancia juntos. Cuando se conocieron tan solo siendo unos niños.Quizás era porque le gustaba recordarlo con sus mejillas regordetas y cabello rosa alborotado. Quizás era porque le gustaba ser de las pocas personas que conocían su inocencia de niño... ese espacio en blanco donde era jodidamente travieso pero puro de corazón.... justo antes de que colocara una armadura sobre su corazón.
O quizás solo era porque quería tener bebés que se parecieran a él. Pequeños diablillos corriendo por el patio con ojos rubi intenso, pequeñas cejas perfectas, nariz respingada y sonrrisa petulante.
Niños perfectos que se parecieran a Sukuna era el pensamiento que hacia a Megumi sentir mariposas en su estómago.
Aún que claro no fue así desde un inicio. En realidad su comienzo fue bastante lento, torpe y les tomo su tiempo como la mayoría de las cosas, por que ambos eran jodidamente testarudos y torpes al rededor del otro, pero como siempre el destino les hizo cruzar sus caminos de una manera estrepitosa que tiempo después le llevó a Megumi pensar que estaban destinados a colisionar.
Tantas y tantas memorias a lado de Sukuna y siempre... fue un idiota.
Tan solo tenía 5 años cuando corría por los pasillos de la enorme mansión Itadori. Las paredes blancas y altas con arcos de mármol hacían confundir a Megumi y en más de una ocasión incluso se había perdido. Era un verdadero estrés seguir los pasos rápidos de su mejor amigo Yuji... pero este le animaba a que siguieran más rápido.
-Vamos Megumi tenemos que llegar al jardín de atrás, papá coloco un nuevo columpio en el gran roble... y es rojo... y es simplemente fabuloso.
- O... okey - Tartamudeaba el chico de cabello negro como la noche mientras trataba de mover sus pequeñas piernas lo más rápido que podía.
Pero su delgado y fragil cuerpo parecía estar en su contra. Ser un niño enfermizo había provocado una sobreprotección de sus padres, lo cual le hacía tener una mala condición física... sin mencionar su problema del habla.
La DISFEMIA le había sido diagnosticada desde temprana edad por los constantes espasmos y repeticiones al hablar. Los doctores creían que era una conducta psicológica desarrollada debido a su falta de habilidad social con otros niños de la escuela.
Demasiado tímido. Decía su mamá.
Torpe. Decían los niños de su salón.Sin embargo un día de suerte había llegado Itadori a su vida.
Una mañana calurosa de verano entro con una enorme sonrisa a su salón de preescolar . Y una vez que puso los ojos en Megumi se rehusó a despegarse del chico introvertido a pesar de la renuencia de este.
Con él todo parecía bien, ya que el chico de cabello rosa podía hablar como un perico por ambos sin la necesidad de una respuesta del de ojos negros.
Así era como funcionaba su amistad. Eran el yin y yang.
Ademas de todo Itadori siempre le animaba a realizar cosas nuevas. Por ejemplo ir a su mansión y jugar sin supervisión.
Y la cosa iba bastante bien para el pequeño Megumi.... hasta que noto de manera sorpresiva un pequeño pie justo antes de dar vuelta en una esquina y caer de bruces.
-Auch- Gimió mientras su cabeza daba vueltas tendido en el piso.
-¡LO SIENTO!- Dijo una voz desconocida en ese entonces para Fushiguro, ya que no veía el rostro de la persona que hablaba desde su posición.
ESTÁS LEYENDO
INFIEL
RomanceMegumi entonces lo entendió... nunca podría resistirse a Sukuna. Su corazón estaba encadenado a la persona incorrecta. Sukuna x Megumi Alfa x Omega