Capítulo 5

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Capítulo apto para +18

La única que puede decirte hermosa soy yo, eres solo mía, entiendes...

VALENTINA

¡Stop Juls!, no te das cuenta que estas siendo un tanto posesiva, bájale dos rayitas a tu asunto please. - Me negué a seguir caminando, y retrocedí por el camino contrario, rumbo al departamento, Juls me siguió tratando de agarrarme, pero me rehusaba a hablarle.

Llegamos al edificio en silencio absoluto, ninguna de las dos decía nada, no era un silencio incómodo, más bien era como si estuviera cargado de furia, o por lo menos para mí sí.

¡No podía creerlo!  estar peleada con Juls no me gustaba para nada, pero a veces sus celos podían más que ella, obviamente esta no era la primera vez que me hacía una escena cómo está, siempre habrá chicos o chicas que quieran conmigo, y peor aún si eres una figura pública, pero lo que Juls no termina de entender es que yo la quiero solo a ella, y que desconfíe de mí, me duele en el alma.

Las puertas del elevador se abrieron y dieron paso al hermoso dúplex que compartíamos, todavía recuerdo el día que le dije que se viniera a vivir conmigo, y como si fuera tradición se negó a todo lo que le ofrecía, obviamente no me rendí y hablé con Lupe para que me ayudara a convencerla, mi chiquita siempre había sido así de terca, pero junto a la ayuda de mi querida futura suegra y a unos cuantos mimos y pucheritos lo logramos, pero claramente no sería así de fácil, puso como condición pagar la mitad de la renta y turnarnos las compras del súper, y pues obvio accedí, pero lo que ella no sabía es que el departamento ya estaba comprado, y el dinero que me daba lo abonaba a una cuenta de ahorros, a la que después de mucho ella se hiciera acreedora y no tuviera que hacer sacrificios para conseguir dinero, técnicamente era como su banco personal.

Me acuerdo perfecto que la misma tarde que aceptó, empezamos con la mudanza, y lo estrenamos a lo grande, no quedó lugar alguno donde no hayamos dejado nuestra huella, todo el departamento; cocina, piso, alfombra, muebles e incluso las escaleras habían sido testigos de nuestro amor, que al pasar del tiempo todavía conservaba viva esa llama de la pasión, pero aquellas "peleas" que escasamente teníamos amenazaban con apagarla.

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JULIANA

Llegamos al departamento, nadie dijo nada durante el camino, pero al momento de entrar a nuestro hogar era como si llegáramos a nuestro nido de amor, donde solo existíamos nosotras y no importaba nadie más, habíamos vivido mil y un experiencias juntas, tantas anécdotas, como cuando se me quemó el pan por primera vez mientras Val me hacía uno de sus tantos bailecitos que me fascinaban, o como el día en que terminamos un rompecabezas de 2000 piezas, sin duda todo era mejor a su lado y era capaz de todo por ella, incluso cambiar todo de mí.

Para suerte mía, tuve el suficiente tiempo como para reflexionar en lo que había pasado, sé que a veces soy un poco celosa y un tanto posesiva, pero es que, desde mi primera vez con ella, en aquella regadera que fue testigo de nuestro más profundo amor, siento que no puedo compartirla con nadie más y si quiero dar el segundo paso en nuestra relación sé que debo cambiar.

¡Val!  -dije en tono triste. - perdóname, no debí actuar así contigo, pero me da miedo que alguien más vea lo increíble que eres y que veas lo reemplazable que puedo ser, eres tan hermosa que no te das cuenta a cuantas personas atraes.

¿Qué?, tú me vas a decir eso?, te apuesto que si quiera unas 10 personas al día babean por ti, sino mira ese tremendo durazno que tienes, cómo crees que me siento yo cuando alguien te mira y no puedo hacer nada; solo me queda controlarme porque sé que al final del día a la que le darás un beso de buenas noches será a mí.

Lo sé Val y tienes toda la razón solo perdóname, porfa.

No lo sé Juls, no es la primera vez que me haces una escena cómo estas y sinceramente ya me estoy cansando.

Siempre estaré contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora