Capítulo 10

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Valentina

Nos encontrábamos viajando en la primera clase de un avión, y aunque me negué muchas veces, papá puso sus condiciones y solo me quedaba aceptarlas, antes de dejar CDMX me despedí de mi familia; del personal de la casa, de la familia de mi novia, de mis hermanos, de los pocos amigos que me quedaban, de mi papá y obviamente de mi única y querida sobrina y ahijada.

Debo admitir que no fue nada fácil hacerlo, todavía recuerdo sus ojitos llorosos suplicándome para que no me vaya, tenía miedo de que no nos volvamos a ver, que encontrara a otros niños para querer, podía ver inocencia y temor en esos ojitos azules que tenía, pero lo que no sabía es que ella y Juls son mi todo.

Cuando me enteré de su existencia simplemente no lo podía creer ¿Se podía criar a un hijo en la cárcel? Fue lo primero que me pregunté, pero negué la idea tan rápido como se me pasó por la cabeza; ese inocente niño o niña del vientre de mi hermana merecía vivir en un entorno de paz y armonía, que entre Guille, Juls, Renata, papá y yo podíamos lograr. 

Fui a la cárcel a visitar a Eva y me hizo firmar unos papeles de algo de tenencia provisional hasta que ella saliera de la cárcel, la verdad no sé mucho de leyes, pero al estar en todo este mundo del periodismo uno aprende cosas.

Crié a Helena hasta antes de que cumpliera los dos primeros años de vida, y a pesar de que no fuese mi hija la quería como una; mis pocos tiempos libres en aquel entonces se dividían en pasar el rato con mi sobrina y mi novia, y Juls como siempre lo disfrutaba tanto como yo.

Íbamos al parque, comprábamos juguetes, paseábamos por la ciudad, todo lo que una familia normal haría. Juls siempre me molestaba y decía que en un futuro sería una excelente madre, pero ambas sabíamos que recién estábamos empezando y ese futuro se encontraba bastante lejos.

Pocos meses antes de que Helena cumpliera 2 añitos, apareció Mateo, diciendo que Eva le explicó todo y que quería comprobar que sea su hija y así lo hizo; semanas más tarde Eva salió de la cárcel y yo volví a mi un tanto abandonado departamento, ya que durante todo ese tiempo la pasábamos en la mansión haciéndonos cargo de nuestra pequeña sobrina.

Sin duda separarme de ella fue una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, pero me faltaba muy poco para sacar mi título profesional y debía aprovechar cada segundo al máximo.

Sé perfectamente lo que debe estar sintiendo Helena en este momento pero si es que me someteré a estos tratamientos, es por ella y mi novia, para que tengamos un futuro prometedor, para cuidarla de cualquier mal, espantar esos monstruos que atormentan sus sueños, protegerla de cualquier niño que quiera romperle el corazón , solo para_pa_para disfrutar un poco más de tiempo con ella; y si no lo logro, por lo menos haberme sentido bien de haberlo intentado, ella y Juls son las que me motivan a seguir adelante.- pensaba mientras algunas lágrimas se dispersaban por mis mejillas.

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JULIANA

Val se la paso todo el trayecto con la mirada perdida en la ventana de aquel avión, se veía triste, un tanto nostálgica, como si extrañara algo, pero decidí no preguntarle nada.

Hicimos todos los trámites y salimos del Aeropuerto Intercontinental George Bush; un taxista nos ayudó con las maletas y nos llevó al lugar que sería nuestro hogar provisional por unos cuantos meses, Val sacó las llaves que su padre le entregó y la puerta se abrió.

Me quede estupefacta de lo grande que era este departamento, si de por si ya estaba acostumbrada a convivir con los lujos de los Carvajal esto era igual de asombroso. 

Siempre estaré contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora