Deseo, ira, desesperación, odio; fueron algunos sentimientos que, como una avalancha, caían sobre Wanda al ver su propio pasado. Sus padres, su hermano, la noción de sus poderes manifestándose mucho antes de tener contacto con la gema de la mente, se preguntaba si su hermano también había manifestado poderes desde niño, igual que ella. Sin embargo, lo que más había fragmentado aún más su dolor, era aquel momento crucial que ni ella recordaba, el momento en que crea una nueva Vision, un fragmento de su alma con el que compartir una vida juntos, aunque sea ficticia.
—Eso no puede ser yo... yo no he podido hacer todo esto. No tengo idea de cómo paso.
—No hace falta, querida —dijo Agatha con voz solemne—, y créeme, has hecho mucho más que una simple ilusión. No me culpes, yo solo escudriñé en tus recuerdos, pero la verdadera ejecutora de toda esta mentira eres tú.
—Mientes, yo no soy capaz de crear un mundo de la nada, no es lo que hago, eso es como...
—¿Cómo magia? ¡Por todos los cielos y los infiernos Wanda! No tienes ni idea de quién eres, vamos a ver si reaccionas después de lo que viene.
Con una sonrisa siniestra, Agatha se desvaneció frente a Wanda, en una nube oscura, desorientándola. Casi con desesperación buscaba en derredor su rostro, temerosa de lo que pudiera pasar, porque ya no sabía cuál era el siguiente capítulo, todo era tan borroso, evocando su pasado, intentando comprender lo que estaba pasando.
El sonido de un par de voces inocentes llegó hasta sus oídos. A pesar del sopor que sentía al no poder moverse, ni siquiera pensar bien, no demoró en reconocer las voces que pedían ayuda con desesperación. Wanda salió del "teatro" que era su hogar, como una gacela en respuesta al llamado de sus hijos, quedando paralizada al encontrarse con aquella escena que la desgarraba, los sentimientos desagradables volvían a ella. Sus hijos yacían en las garras de Agatha, la bruja los sostenía por los aires al tiempo que ella flotaba. No sabía lo que pasaba, pero era claro que los estaba torturando.
—¡Deja ir a mis hijos! —Los ojos de Wanda se iluminaron con un brillo rojizo, denotando que estaba enfadada. Agatha sonreía como si hubiese logrado lo que quería, hacerla enfadar, pero ¿de qué le serviría una Wanda molesta, siendo la única capaz de matarla?
—¿Tus hijos? Para mí serían tus amigos imaginarios, en este mundo falso, ni siquiera tu eres real, no la mujer que tengo delante de mí, pero es una parte de la verdadera Wanda, la que quiero que se materialice.
—No sé de qué estás hablando, esta es mi vida, ellos son mis hijos y si tu no los sueltas te voy a...
Agatha estrechó sus manos, y una bruma oscura envolvió a los niños, logrando que gritaran de dolor. Wanda no podía soportar ver a sus hijos siendo torturados por la mujer que alguna vez fue su amiga. Llena de cólera, lanzó un haz de energía roja, impactando contra el pecho de Agatha, quien salió despedida por los aires hasta caer varios metros lejos de sus hijos. Solo de esa manera rompió el hechizo y los gemelos cayeron bruscamente al suelo, haciéndose más daño de lo que Agatha había logrado.
—¡Niños! —Wanda corrió hacia su encuentro—. ¿Están bien, se han hecho más daño?
—Mamá, no entiendo qué es lo que pasa, tengo miedo —Billy parecía ser el más asustado de los dos. Pero Tommy no era la excepción. Los niños abrazaron a su madre en señal de protección, no querían dejarla sola con Agatha, pero si Wanda no era una rival, los niños no serían más que un estorbo.
—Tranquilo cariño, todo va a estar bien, vayan a casa y ocúltense, mamá tiene que resolver esto.
—No, no quiero dejarte —dijo Tommy, aferrándose a su madre, pero Agatha estaba de pie, más bien levitando, dispuesta a continuar enfureciéndola. Wanda no tuvo más remedio que levitar a los niños hasta el interior de su casa, bloqueando todas las entradas, resguardándolos de cualquier peligro que viniese del exterior.