1- Mismos regalos, mismos eventos.

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   Parada frente al árbol de navidad, era fácil adivinar cuáles serían mis regalos. El azul con listón rosado es probablemente de mi abuela, es bastante grande y como ella piensa que aún soy una niña, debe ser una mansión de Barbie con un Ken incluido. La cajita roja junto el regalo de la abuela, es el del abuelo. La caja es del tamaño de un ladrillo, y debe ser el pendiente que me prometió el año pasado. Y, por último, el regalo de mis padres. Una bolsa de color verde y rojo, y la forma del empaque delataba el regalo. Era un kit de las chicas exploradoras, que viene incluido una navaja, una linterna, un manual de bayas venenosas y comestibles entre otras cosas. Es decir, voy un solo año al club de niñas exploradoras y mis padres solo me hacen ir a acampar y comprarme puras cosas de supervivencia. Nadie de mi familia quiere aceptar que estoy creciendo y que ya no soy su querida bebe, porque quieren pararme en el tiempo dándome cosas que solía hacer de pequeña; como acampar o jugar con mis muñecas. Sé lo duro que debe ser para ellos, pero tienen que aceptar que ya estoy grande, ¡tengo 14 años ya! Pero no importa cuantas veces se los diga, nadie me escucha. Escuché a mi mamá bajar las escaleras, había un olor fuerte a café, este debía ser el tercer café del día. Fui a la cocina para ayudar a la abuela a preparar la cena de navidad, que por cierto era esta noche.

-Podrías sacar el pavo del congelador por favor? – Me pidió la abuela. Hice lo que me dijo, me dirigí hacia la nevera y abrí la puerta de la izquierda, saque el pavo y se lo entregué. Ayude mamá con la salsa de berenjenas y a preparar el puré de papa, que en realidad no es muy complicado, solo es aplastar un par de papas y ponerle sal. No me desagrada la actividad, pero tampoco la disfrutaba, me incomodaba mucho tener que pasar tiempo con mi madre y que me recordara todas las embarradas que hacía de pequeña, y mi abuela no ayudaba.

-Ay te acuerdas cuando tenías cinco años y te montaste al mesón y te caíste por estar bailando? Ay amo esos tiempos. – Torcí los ojos procurando que mi madre no me viera.

-Sí, sí me acuerdo mamá. También me acuerdo de que fuimos al hospital porque me abrí la cabeza.

-Agh, eso es solo un detallito, no es importante. – "Sí claro, no es importante que tu hija se haya abierto la maldita cabeza", me daban ganas de decirle, pero me contuve, no quería herir sus sentimientos. Mi mamá hacía un esfuerzo muy grande para conversar conmigo, no significa que esté de acuerdo con el tema, pero igual...

Cuando al fin terminamos de preparar todo, llamamos a papá y al abuelo para que bajaran. Me lavé las manos y me cambié de ropa. Para cuando llegué a la mesa, todos ya estaban ahí. Me senté en mi respectivo puesto como todos los demás.

- ¿Bueno, hay algo que quieran agradecer? – Papá volteó hacia mí, sabía que quería que agradeciera de primera.

-Me gustaría agradecer la oportunidad que tengo para poder estudiar y también quiero agradecer la comida que se me da todos los días en esta cálida casa. Quiero agradecerles, mamá y papá, por acompañarme cuando los necesito. – Ni yo me creía lo que acababa de decir. La mitad de lo que había dicho era más falso que las uñas de una influencer.

-Recuerda cariño, que siempre estaremos para ti, no importa que pase. – Dijo mi madre, y juraría que estaba a punto de llorar de la emoción. Después de que cada uno agradecerá lo que tenía que agradecer empezamos a comer, y esta es otra razón por la cual odio agradecer antes de comer; casi todo estaba ya frío, pero tenía que comerlo o sino me daría mucha hambre después. Agarré un poco de pavo y un poco de ensalada de frutas. Comí lo más rápido que podía, en serio me sentía muy incómoda en esa mesa con toda mi familia. Además, el abuelo no dejaba de quejarse del presidente y que el consejo eran unos mentirosos. Nada más hermoso que hablar de política en una cena navideña.

-Vamos papá, no empieces con que el presidente es un ladrón, él hace todo lo posible para mantener a este país estable. – Dijo mi padre en un intento de convencer al abuelo de que el presidente es buena gente. – Solo dices eso por que votaste por él! ¡Era mejor el otro candidato, el que propuso que sea legal la condena de muerte! – Dios, el abuelo ya se estaba volviendo loco, disque condena de muerte, ¿y qué tal que esa persona no haya hecho nada? – Por esa razón exactamente perdió, era una pésima idea. –

Después de eso solo siguieron discutiendo, mamá intentó cambiar el tema, pero de todas las cosas que pudo haber propuesto, eligió problemas climáticos. Y eso solo causó otra pelea entre mi abuela y mamá.

Me levanté de mi asiento de golpe para llamar la atención. -Uf, la comida estaba deliciosa, pero – Bostecé para hacer como si estuviera cansada. - tengo mucho sueño, y quiero levantarme temprano para no perderme de nada!

-Claro mi niña linda, hoy ha sido un día muy ocupado y mereces descansar. - Me dijo la abuela en su típico tono dulce. Miré a mamá y asintió dándome el permiso de irme. Subí las escaleras y me encerré en mi habitación. Me puse el pijama lo más rápido que pude y me metí en mi cama.

No sé qué fue lo que me despertó la mañana siguiente, los pájaros? Los autos atascados en el tráfico? La luz que se alcanzaba a entrar en mi cuarto? O tal vez lo que me despertó fue que mis padres no lo hicieron. Me levanté y vi el reloj que estaba en la mesa de noche a mi derecha: 9:47. Mmm, que raro, mis padres generalmente me despiertan entre las siete y las ocho de la mañana. Salí de mi habitación y seguí derecho para encontrarme con el cuarto de mis padres. Entré y lo que vi me dejó impactada. 

Navidad a solasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora