Capítulo 1

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Siempre he pensado que eso del amor era cosa de las típicas novelas románticas que tanto nos gusta leer y con las que se nos caen las bragas al ver que el tipo malo de la historia, ese por el que todas babean, se acaba enamorando de la chica más rarita y del montón, la de cuerpo nada destacable pero de personalidad insuperable. O al menos eso pensaba yo antes de que el apareciera en mis días para cambiarlo todo. ¿Habría sido mi vida de una manera diferente sin su aparición? No lo creo, pero lo que si sé es que después de eso nada volvió a ser como antes.

Ese día empezaba de nuevo el curso después de unas increíbles vacaciones de verano: piscina, fiesta, noche, estrellas fugaces, playa, chicos en bañador... Os haré un pequeño resumen. En uno de esos calurosos días del mes de julio a mis amigas les dió por ir a la playa para estrenar bikinis nuevos y lucir bronceado. A mi no me apetecía mucho ir porque se estaba tan agusto en la cama, pero no sé como, acabe aceptando la invitación.

-Vamos tonta vente, será divertido.-Me dijo Melanie, una de mis mejores amigas.

-Vale pero sólo porque hace un día increíble para tomar el sol.

Cuando llegamos el sol estaba en lo más alto del cielo y las olas chocaban contra las rocas de la playa, haciendo que pequeñas chispas calleran por toda la playa formándose diminutos arcoiris en cada una de ellas.

-Vamos a bañarnos, el agua tiene que estar de lujo.-Dijo Melanie.

-¡Vamos!-Gritamos Marisa y yo al unísono.

Cuando salimos, vimos que junto a nuestras cosas se habían sentado tres chicos que parecían sacado de una revista de modelos. Al verlos casi podría decirse que se nos caía la baba. Uno de ellos, el más alto se acerco a mi. Era muy grande, con músculos muy bien definidos. Sus ojos eran de un azul verdoso que te hipnotizaba de una manera imposible de describir y su cabello era rubio con ligeros reflejos cobrizos y muy rizado. Me tomó de la mano y me susurro al oído:

-Hola, soy Ashton, pero puedes llamarme Ash. Mis amigos y yo os hemos visto disfrutando de las olas y no hemos podido evitar la tentación de acercarnos a conoceros. Les e dejado claro no se acerquen a ti.

-¿Ah si? Y eso ¿por qué? -Conteste casi a gritos después de haber oído eso. Nadie manda sobre a quien puedo o no acercarme.

-Primero, porque eres mía y segundo porque haré que te valga la pena no acercarte a nadie más.

Me acerque mucho más a el, casi que podía sentir su aliento en mi cara y le dije:

-Eso ya lo veremos.

Más de ti que de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora