Hace mucho tiempo en un mundo olvidado ya por el hombre llamado Ashveliar, convivian muchas razas en paz y armonia; habia elfos (de varios tipos, oscuros, de sangre, de los bosques y verdes), enanos, hombre, hobbits y orcos. Bueno la verdad es que los orcos no eran amigos de la paz y armonia. En esta epoca los orcos siempre hacian de las suyas, lo que hacian ahora nadie sabe porque estaban capturando tanto a elfos como a aenanos y a hombres, pero a los hobbits no les hacian ni caso ya que no eres muy de meterse en asuntos ajenos.
Un dia Kylion, un elfo del bosque, iba caminando buscando una hierba medicinal, Kylion era un elfo no muy fuerte dada su complexión delgada, era moreno y joven debia tener unos 2000 años (para un elfo dada su inmortalidad es joven), iba ataviado con una camisa azul celeste, unas mayas verdes y unas botas grises; su larga melena suelta a merced del viento. Cuando encontró por fin la hierba en los límites del bosque de Ledyn, en el que estaba su pueblo Resam, vio a unas criaturas que no habia visto jamas, eran muy parecidos a los hombres pero estos estaban podridos, les faltaban partes de carne, algunos eran más esqueletos que otra cosa. Kylion por su extrema curiosidad se empeñó en seguirles para asi adivinar que eran; se acerco lo suficiente para poder escucharles.
-Oye ¿ dónde dices que esta tu amigo Solrac?-dijo uno de los esqueletos.
-Ya falta poco para llegar Burast, está detras de esa colina en un campamento- dijo el menos estropeado.
Kylion decidió ir tras ellos, por su curiosidad. Al llegar al campamento él se escondió para saber quien era ese tal Solrac.
-Solrac sal de donde estes- dijo el menos estropeado
-¿quien me llama?- dijo Solrac saliendo de su tienda
Solrac era un orco de gran tamaño y con cara de ser muy fuerte y bestia, de color verde y de la boca le sobresalian dos afilados colmillos hacia arriba como un jabali.
