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El pequeño estaba recostado sobre la cama, totalmente indefenso y soltando pequeños jadeos visibles entre toda la gran habitación, observando con atención al hombre que se encontraba sobre suyo besando su cuello.

sus manos tanteaban los fuertes brazos del adverso, cerrando sus ojos con fuerza mientras se perdía en su mar de pensamientos, dejándose totalmente entregado a la merced del más grande, en un siguiente movimiento, su sudadera se encontraba fuera de su cuerpo y siendo tirada sin piedad sobre el suelo.

—Dios, Leonard, estás bastante inquieto.—

Murmuró entre risas, antes de ser interrumpido por el dedo del mayor cubriendo sus labios con su dedo índice, con una sonrisa ladina en su rostro precioso, soltando un suspiro de alivio al no recibir respuesta, siguiendo sus manos por todo el pálido pecho del pequeño que se encontraba mordiendo su labio con tan solo un poco de toque delicado.

Eso pareció agradarle, por lo cual, solo se dedicó a seguir, deshaciéndose de su camiseta de pijama, dejando su pecho trabajado al aire, haciendo delirar al menor con tan solo observar, rápidamente, se dedicó a bajar su cabeza hacia su cuello, hasta su pecho y jugando con su lengua hábilmente con sus pezones, haciendo retorcer a barry sobre la superficie de la cama.

—Relajate un poco, déjame todo a mi.—

Fue lo último que menciono el ojiazul antes de retirar a tirones sus shorts del ajeno, y fácilmente deshaciéndose de sus calzoncillos, admirando durante unos segundos el cuerpo desnudo del castaño, el cual solo parecía provocarle más, pasando sus manos por sus propios pezones, gimiendo con la intención que ya estaba logrando.

Soltó una risa pícara hasta que fue interrumpido cuando fue volteado, boca abajo y con el trasero al aire, preocupándose por unos segundos de que entrara sin preparación alguna, lo único que recibió de respuesta fue Len saliendo de la habitación.

Por un momento, pensó que había sido demasiado descarado y eso le había molestado, pero unos cuantos segundos después, la puerta se abre, y lo único que puede sentir es una mano soltando una fuerte nalgada en su glúteo, haciéndolo jadear con fuerza.

Lo último que pudo presenciar fue ello y la sonrisa del mayor, antes de que sus ojos fueran cubiertos con una corbata del mismo, eso le hacía sentir aún más ansioso y deseoso.

Unas manos grandes apretaban sin piedad sus muslos, subiendo hasta su trasero y apretando fuerte entre sus palmas, sintiendo como su piel estaba por ponerse roja, pero aún así, quedándose quieto en la misma posición, sin mover sus manos o al menos, trataba.

Jadeo fuerte cuando sus piernas fueron abiertas de lado a lado, sus caderas fueran elevadas, sintiendo terror de no ser preparado antes, el dedo índice del mayor se dirige hacia su entrada, jugando hábilmente con esta misma, con la única intención de hacerlo explotar sus límites, sin meter su dedo, solamente dando pequeños golpes en su entrada.

Sentía que pronto se correría en abundancia, solo mordía su labio antes de que un dedo se metiera en el sin aviso o advertencia, haciéndolo retorcer en la cama con fuerza, moviendo sus manos inquietamente, hasta que fueron tomadas sus muñecas por una clase de cordón.

—Pronto me voy a correr y será por culpa de tu linda carita, bebé.—

Verlo retorcerse, completamente en su control había sido algo que jamás había imaginado antes al verlo, y eso lo estaba volviendo completamente loco.

Su mano aumentaba el ritmo con el cual se movía dentro de el, haciendo movimientos de tijera, haciendo explotar al castaño el cual gritaba literalmente el nombre del contrario, pareciendo un completo desesperado. Eso solo le hizo sonreír aún más, retirando sus dedos y sacándolos con cuidado, haciendo sentir al chico vacío.

De su chaqueta que estaba sobre el mueble, saco un preservativo, deslizandolo por su erección con lentitud, levantando en el aire el trasero del menor, abriendo sus piernas lo suficiente para tener acceso, bajando sus bóxers hasta sus tobillos, el castaño solo esperaba, moviendo sus caderas de lado a lado, no recibiendo más que un fuerte azote, haciéndolo parar.

Lo siguiente que sintió, fue el miembro del contrario haciéndolo casi partirse en dos y gemir, gritar del placer cuando estuvo completamente dentro suyo, las manos del mayor se colocaron en sus caderas, enterándose completamente en su interior, moviendo sus manos y apretando con sus manos sus glúteos, escuchando como el más pequeño jadeaba desesperadamente del placer, sonriendo y posicionando sus manos en su espalda baja para recargarse, tratando de profundizar más sus estocadas.

Lo siguiente que recibió fue el grito desesperado del más bajo, mientras se corría con abundancia en la cama, saliendo lentamente de su interior para abrir sus piernas lado a lado, deshaciéndose del condón y para poder observar mucho mejor su rostro indefenso, entrando de nuevo en el sin aviso previo, haciéndolo arquear su espalda con necesidad, apretando los hombros ajenos.

sintiendo como unas manos arañaban su espalda sin piedad, recargando y apoyando sus manos en las caderas ajenas, moviéndose hacia delante y atrás con velocidad, haciendo que la cama golpeara con fuerza la pared, el colchón a pesar de ser uno de los mejores del mercado, estaba rechinando debido al peso y los fuertes empujones, solo se podía escuchar eso y sus gemidos por toda la habitación, pobres vecinos.

Un segundo orgasmo se hizo presente por parte del castaño, apretando su interior y haciendo que el ojiazul hiciera lo mismo, corriendose con abundancia dentro suyo, sintiendo como un líquido caliente inundaba su interior, sus piernas temblaban entre las manos del chico, jadeando y sintiéndose débil cuando salió de él.

Su pecho subía y bajaba con velocidad, sus piernas se encontraban temblando, totalmente indefenso, con las mejillas rosadas, con el trasero rojizo de sus azotes, el cuello marcado, amarrado de las manos aún y cubierto de sus manos.

Fácilmente, el mayor se deshizo de ello y cargo entre sus brazos al chico para acomodarlo en la cama, acurrucado entre sus fuertes brazos antes de quedar dormido, algo que no pudo hacer Barry al instante, sus piernas aún temblaban, y sus caderas le dolían, por lo que, lo intento después de unos minutos, quedó dormido profundamente.



Aviso ;; publicaré más seguido, tengo mucho más tiempo, disponibilidad, estabilidad emocional, estos últimos meses estaba bastante en depresión pero ahora todo marcha re bien, así que, tal vez publique una vez a la semana o al mes.






 Tu es à moi, ma chérie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora