III

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La noche había llegado, Britornes resplandecía de belleza, con su mejor vestido, que guardaba solamente para ocasiones especiales. Thomas observaba estupefacto cómo su hermana se arreglaba, mientras su madre preparaba pan de ajo en la cocina.

-Hermana, qué hermosa te has puesto.- Dijo el niño boquiabierto.

- Hoy es una ocasión especial, Thomas. Al igual que tú, yo tampoco he ido a un circo jamás. Además, se llama "El Circo de las Bestias", suena emocionante ¿verdad?

- No han de olvidar a qué irán, hijos míos.- Interrumpió la madre.

- Si, madre.- Dijeron ambos niños al unísono.

Escasos minutos les tomó a los hermanos llegar al circo, la hermana mayor escondió la bolsa de pan de ajo que habían llevado para vender, tras unos asientos.

- Los venderemos cuando acabe el espectáculo. Madre no sospechará.- Dijo Britornes a su hermano.

Los niños se adentraron en la gran carpa, y tomaron asiento junto a unos conocidos, llegaron en el momento justo, pues casi todos los asientos estaban ocupados.

En el centro, un hombre de escasa altura aguardaba en silencio, mientras la multitud en los asientos cuchicheaba.

-Bienvenidos, bienvenidas, al Circo de las Bestias. Déjense impresionar, déjense divertir, déjense aterrorizar. Bienvenidos sean.

Tras las palabras del enano, varios hombres de color azabache entraron rápidamente haciendo piruetas, con antorchas en las manos. La multitud se emocionó al unísono, dejando salir un grito mermado.

Los hombres exhalaban y tragaban fuego, saltaban, corrían y hacían malabares con las antorchas.

- Los hombres de Fritzgumm, venidos de tierras lejanas, su piel de azabache es inmune al fuego, como notarán.- Presentó el enano.

Maravillada la gente, aplaudían y silbaban, hasta que entró un enorme oso, persiguiendo a la pequeña mujer que habían visto días antes. La mujer se paró en seco, y el oso hizo lo mismo, entonces, extendió su mano, causando que el oso se inclinase, para luego subirse en él, persiguiendo luego a los tragadores de fuego, para la burla de la multitud.

- Lady Fiunybelle, la pequeña domadora de bestias.

El espectáculo prosiguió maravillosamente, presentando trovadores, forzudos, leones, hienas, un hombre extremadamente alto, y otro con escamas de serpiente.

Estaba por finalizar el espectáculo, cuando el enano maestro de ceremonias habló.

- Para quienes han venido a divertirse, el acto ha acabado, lo que prosigue ahora no es para cobardes ni asustadizos, si quieren retirarse, deberán hacerlo ahora.

Las palabras del enano provocaron varios susurros y cuchicheos, tras los cuales la mayoría de los observantes se marcharon.

-Deberíamos irnos también.- Dijo Britornes a su hermano.

El Circo de las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora