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Algo que se le había inculcado desde pequeña y que recordaba como si se lo hubiesen dicho ayer, era el hecho de que no importara lo que esté sucediendo en ese momento, si ella había decidido hacer lo que quería hacer tenía que ir por todo y sin ar...

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Algo que se le había inculcado desde pequeña y que recordaba como si se lo hubiesen dicho ayer, era el hecho de que no importara lo que esté sucediendo en ese momento, si ella había decidido hacer lo que quería hacer tenía que ir por todo y sin arrepentimientos.

Tal vez eso explicaba el porqué se encontraba golpeando la puerta de la gran casa de la montaña y esperando que le abrieran para tener la pijamada que le habían prometido.

No estaba emocionada por eso ultimo a pesar de que jamás había tenido la oportunidad de ir a alguna y esta era su primera vez, todo indicio de sentimientos, sean del tipo que sean, se vieron tapados por la ansiedad que le provocaba el estar ahí.

No sabía muy bien porque y tampoco quería indagar mucho, pero si sabía que había algo raro en ese lugar y nadie tenía que ser un genio para darse cuenta de eso. Lo único que esperaba era que toda esa sensación se pasara tan rápido como atravesara la puerta de la casa.

Esperó, esperó y esperó en todo momento que ese sentimiento sea pasajero, que una vez que atravesara las puertas del gran hogar se desvanezca, pero no fue así.

Si tuviera que describir lo que sintió lo haría fácilmente comparandolo con el hecho de pasar todo un día al aire libre, afrontando una brisa fría y seca constantemente colándose por la nariz y pasando por los labios, los mismos escalofríos al sentir pasar el viento por su lado, y el rastro helado como consecuencia en su cuerpo por hacerle frente a esa clase de clima a la que ya estaban acostumbrados desde el nacimiento.

Estaba familiarizada con esa sensación, demonios que si lo hacía. Tanto con esa como lo que venía después.

El adentrarse a un lugar con un nivel de calefacción que desde que se pone un pie dentro es obvio el cambio de temperatura, la calidez que se siente una vez que se está bien, una seguridad tácita pero que se percibe desde el primer momento. Como que si el sitio al que se adentraban cobraba vida propia y se dirigia a brindarle el calor que había perdido.

Mierda, como deseaba que eso pasara.

Porque lo único que sabía que pasaría una vez que entrara a un lugar sería seguir con esa temperatura corporal con la que venía. Sabía que, vaya a donde vaya, entrara a donde entrara, lo que la iba a recibir era frío una vez que las puertas estén abiertas.

Tenía la imagen mental de ella misma abriendo una de las dos puertas y encontrarse el pasillo alumbrado por la misma luz brillante de la luna a través de los ventanales al final de este, siendo envuelta por esa misma brisa fría resultado de las corriente de aire que había dentro y que sentía hasta en sus huesos a pesar de la cantidad de ropa que usaba.

No le molestaba, para nada, pero sabía que sería así y esa misma sensación, de normalidad, decepción, conformidad o incomodidad, ni ella sabía como describir ese nudo en la panza que tenía desde que golpeó en la imponente casa que tenía delante suyo hasta que se encontraba dentro de esta.

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2022 ⏰

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