Era lo único que podía verse en todo el lugar, cráteres de diferentes tamaños poblar el terreno como si pequeños meteoritos hubieran caído del cielo con el objetivo de destruirlo todo, a lo lejos, el rugido de una poderosa bestia podía escucharse como la agonía de miles de almas sesgadas por dicho ser.
Entre todo ese lugar había un hombre, un castaño adulto de mechones largos y suaves, en sus brazos yacía un chico pelirrojo, adulto, de largos cabellos carmesí pero con ojos almendra como su progenitor.
Un aterrador agujero poblaba el estómago del chico llevándose lentamente su vida ante la mirada impotente de su padre.
-P-Padre-
-¡No hables hijo!.... te pondrás bien, guarda tus fuerzas-
-Je... jejeje sabes que no es así ¡Cough! Sabes que no sobreviviré de esto-
Musito el chico escupiendo un chorro de sangre por su boca, el castaño trato de tapar la herida en el estómago de su hijo pero aun así la sangre seguía corriendo, la herida era muy grave.
-¿Sabes?.... lo lamento padre.... Lamento haberte odiado por no estar cerca de madre, nunca supe comprender ¡Cough! Que tú tenías un deber tan grande sobre tus hombros-
Dijo con dificultad mientras la vida poco a poco lo abandonaba, se lamentaba de haber odiado a su padre, de tener el pensamiento estúpido de que su padre no los amaba a él y sus hermanos, que había dejado de lado a su madre.
-¡Basta! ¡No digas más!-
Vocifero el castaño mientras el pelirrojo sonreía.
-Lo siento.... padre-
Dijo por última vez mientras daba su último respiro, el castaño se quedó con su hijo en brazos, su mirada estaba hueca, a su alrededor los cuerpos de sus seres queridos poblaban el lugar, sus esposas, sus hijos, sus amigos, era una pesadilla, deseaba despertar, quería pensar que solo era un mal sueño y que sus esposas lo despertarían con la hermosa sonrisa que desde hace años lo habían enamorado de ellas, agacho su cabeza mientras las lágrimas caían de sus mejillas como un rio desbocado, su mandíbula se apretó con fuerza haciendo que sus dientes rechinen con fuerza.
Grito en agonía, su mirada se clavó en el cielo buscando una razón por la cual era castigado de esta forma, su llanto era lo único que se escuchaba junto a los rugidos a la distancia, sus ojos sin brillo segundos más tarde cobraron un color rojo mientras el suelo se comenzaba a quebrar, su grito se transformó en un rugido de cólera que se escuchó a kilómetros mientras poderosos vendavales atacaban toda la zona hasta que finalmente un enorme tornado de fuego rojo lo rodeo.
El cielo pareció oscurecerse ante una titánica figura de cientos de metros de altura, un dragón de proporciones colosales de un profundo color negro oscureció el cielo, sus ojos rojos observaron la distancia a una figura de iguales proporciones.
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