Viuda y con hijo

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 Primero de todo: ¡tenéis que disculparme si a esta historia no está al nivel de los primeros capítulos, porque obviamente tengo muchos más años y mi forma de escribir ha cambiado muchísimo! No sé tampoco si quedará audiencia que lea estos capítulos, pero bueno... lo importante es terminarla.

Y.... Play.

—Hay que reconocer que ha quedado guapísimo —dije en cuanto vimos al mafioso, de grandes músculos sudorosos y pelo rizado en el pecho, vestido de novia. Tenía la boca entreabierta y dormía como un angelito de noventa kilos vestido de gasa blanca.

—Con un poco de suerte encontrará marido antes de que anochezca —bromeó Logan quitándole las gafas de sol y poniéndoselas.

Solté una carcajada y me llevó al segundo la mano a la boca, no podían escucharnos los rompehuesos que había en la entrada.

—Somos terribles.

—Somos los Weels —declaró Logan con una sonrisa y guiñándome un ojo.

Logan tomó su mochila y se la puso encima de la cazadora de cuero que le había robado al mafioso. Aunque la ropa le sentaba verdaderamente grande y parecía todo un gánster, seguía siendo asombrosamente sexy.

Salimos al balcón del hotel. Estábamos por lo menos en el cuarto o quinto piso.

—Ve tu primero, Gil —me dijo él.

—Oh, estupendo: sacrifiquemos a la pobre Giselle —dramaticé yo.

Él puso los ojos en blanco.

—Es solo pasar al balcón de al lado. Yo te sostendré a Kevin y luego te lo pasaré.

—De acuerdo —accedí al parecerme su plan más o menos convincente, después le dejé al bebé en los brazos.

Me quité los tacones y, agarrada a la barandilla, sitúe mis pies descalzos en el minúsculo bordillo. Estaba aterrorizada, pero solo tuve que da unos pasitos más a la derecha y me colé en el balcón del vecino.

—Tírame los tacones —le pedí.

—¿Te tiro también al niño? —me gritó Logan.

—¡Muy gracioso!

—No sé si sabrá volar.

—¡Logan! —le reñí.

—Solo bromeaba...

Al segundo volaron un par de tacones y la punta de uno de ellos fue a parar directamente a mi cabeza.

—Au —grité.

Se me iba a quedar un buen chichón.

Me puse los tacones.

—Ahora el niño.

—Este sí que va a volar.

—No, Logan, no.

—¡Que sigo bromeando!

—Hoy estás increíblemente gracioso —puse mis manos en jarras.

—No sé... quizás anoche consumí varias dosis de humor.

«Y otras tantas de alcohol» añadí en mi cabeza.

—Se nos acaba el tiempo.... —le recordé.

Entonces se acercó al borde y sostuvo a Kevin como Musafa sosteniendo a Simba. Me estiré todo lo posible y agarré al niño entre mis brazos. Kevin comenzó a reírse como si estuviera en el parque y sus padres lo estuvieran levantando y bajando una y otra vez. Al parecer Logan no era el único con humor...

Yo Os Declaro un (maravilloso, catastrófico y divertido) Desastre (YODE-2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora