Luna

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.-Deje de mordisquear eso ya señorita, es la ultima vez que se lo digo- dijo mi amargado profesor de matemáticas
-Aja- respondí bajito y restándole autoridad, sin si quiera pensar acatar su orden, por tercera vez.
-Roos- gritó ofuscado - o lo botas o te sales, así de simple.
-Aja-repetí, esta vez molesta, sacando la pajilla de plástico de mis dientes.

Nunca he entendido por qué les molesta que haga eso, es decir es mi asunto, no de ellos.
Lo peor es que cuando un profesor me llama la atención por eso, todo mi curso voltea a verme y juro por mis pitillos que es la peor sensación del mundo. Son como 40 ojos clavados en mi, intentando averiguar algo, supongo. Es horrible.
En especial por EL, EL también me mira, y cuando hablo de El me refiero al hombre mas bello y perfecto del mundo; 170, cabello cobrizo, ojos verdes que se asoman en unas gafas gruesas y negras de pasta, un hoyuelo que se deja ver en su mejilla izquierda que con cada sonrisa logra hacerme suspirar, labios que sin haber probado aún apostaría que son el algodón de azúcar mas dulce y suave del planeta, y por ultimo sus perforaciones que le dan todo ese aspecto de "chico malo", un túnel en cada oreja y un piercing al final de su ceja derecha. Simplemente perfecto.
El problema es que cuando intento hablar con el el, o hasta cuando me ve en mi sistema hay una coalición de pensamientos y sentimientos donde dejan por fuera el conocimiento, el sentido común y hasta lo básico, como lo es: hablar.
Por eso me extraña sobre manera cuando el profesor da como terminada la clase y el se queda ahí, solo observándome recoger mis cosas. Soy la ultima que sale, siempre. Pero el es uno de los primeros. Esto no es usual.
Algo debe andar mal.
Me sigue mirando, bajare la cara y haré como que no lo he visto.
Sigue ahí.
Oh mierda esta caminado
Y viene hacia acá
-Hola-dijo con una voz ronca al frente de mi, que por supuesto ya sabia de quien era.
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