La fiesta

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Es raro volver a un lugar donde sabes que estará esa persona especial. Tu amigo desde los seis años y, además, tu apuesto vecino. Mila estaba tomada del brazo del apuesto chico universitario que decidió acompañarla a la fiesta de la escuela. Sabía que era un día para poder emborracharse a gusto y hacer todas las locuras que quisiera. Pero no contó con la llegada de Will a la fiesta. Ahí estaba, frente a ella. El lindo chico de enfrente.
Will dejó de ponerle atención a sus amigos cuando vio que la dulce y tierna chica llegaba, junto al apuesto universitario que robaba las miradas de todas a su alrededor. El joven solo se dedicó a tomarse un shot de tequila y siguió platicando animadamente con sus amigos sobre el próximo partido de los Dallas Cowboys.
Su momento de diversión terminó en el momento en el que, Mark, el chico universitario chocó su hombro con el de Will. Mila se había adelantado para llegar con sus amigas, cuando la falta de la alta sombra del rubio llamó su atención. Detrás de ella una gran pelea de miradas empezaba. Azul contra miel, 1. 90 contra 1.87, un idiota contra un chico que toda su vida ha entrenado artes marciales.
La joven corrió por el moreno al ver como este estaba a nada de golpear a su vecino, lo jaló del brazo, pero claramente la diferencia de estaturas y de fuerza estaba haciendo de las suyas ese día.

- Mark, por favor, déjalo en paz.

Mark no hacía nada, ningún movimiento. Will por su parte solo levantaba ligeramente su mirada por esos tres centímetros de diferencia. Si el estúpido novio de la chica que lo volvía loco quería pelea, él se la daría. Mila llegó al último recurso. Se puso de puntas y le susurró algo al rubio que nadie más pudo escuchar. Lo tomó de la mano y finalmente logró jalarlo hasta el otro lado de la casa dejando a Will confundido y a Mark deseoso por encontrar un momento para subir a una de las habitaciones.

- ¿Cuándo serás honesto y le dirás que te vuelve loco? - le preguntó Adam a Will.
- Nunca. Ya lo conoces, Adam. Will es un cobarde. - siguió el juego Caleb, divertido por las miradas asesinas que Will les daba a los dos.
- Algún día. - suspiró el moreno.

Pasadas dos horas, los adolescentes en la casa se habían descontrolado. Muchos estaban nadando desnudos en la gran alberca del lugar. Otros se encontraban tomando todo lo que encontraban en las mesas o de plano, robaban vasos ajenos y no tenían idea del contenido. Y otros, como Mila y Mark subían a una habitación para tener grandes momentos de intimidad.
Subían de la mano, siendo saludados por todos. Mark se sentía un Dios y Mila ya tenía las mejillas rojas por la vergüenza que sentía de salir con alguien como él. Entraron a la primera habitación vacía y pusieron el seguro. Mark corrió al cuello de Mila y ella solo se dejó "querer". No era la primera vez que estaba con Mark de esa forma tan íntima, pero esta tenía algo diferente. Mark no era Will. Se odio cinco segundos por pensar en su vecino mientras su novio le besaba el cuello, no podía negarlo, su vecino le encantaba y deseaba un momento íntimo con él. Los besos del joven fueron de su cuello a la parte media de los pechos de Mila, una zona que al joven volvía loco.
Las manos de ella se encontraban en los pantalones de Mark tratando de desabrocharlos, pero era difícil cuando él se movía como lombriz. Como pudo, desabrochó los pantalones y se alejó de Mark para que se los pudiera quitar más rápido. Ella se quitaba la blusa y se ataba el cabello en una despeinada coleta, odiaba tener sexo y que todo el cabello se le fuera a la cara pegándose con el sudor.
Mark la cargó, permitiendo que Mila rodeará su cintura con las piernas y la dejó de forma brusca en la cama, así era Mark. Sexo rápido y duro. Algo que no complacía de cierta manera a Mila, para ella las primeras veces estaban bien, pero que siempre fuera de esa manera la aburrían enormemente y le daban ganas de correr, el estar con una persona que solo se preocupaba por su placer le daban arcadas repentinas.

- Dijiste que si no golpeaba al niño me dejarías hacerte lo que yo quisiera.

Ella asintió y dejó que él llevara todo el ritmo de la situación. Desde los besos hasta las posiciones que decidían hacer. Llegó un punto donde Mark sacó su cabeza de entre las piernas de la chica y soltó un largo suspiro junto con un "estoy cansado". Mila no podía creerlo, Mark nunca estaba dispuesto a complacerla, solo quería complacerse a él mismo, las arcadas dieron aviso a su garganta. Mark se aventó a un lado de ella en la cama y viendo que finalmente estaba profundamente dormido, tomó sus cosas, se cambió y salió de la habitación.

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