Maldito trabajo

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El lunes había llegado de la forma más rápida posible. Mila se despertó temprano y se apresuró a tomar el autobús para poder llegar al entrenamiento mañanero de las porristas. Ser la capitana era complicado, más cuando tenía que ser ella la primera en llegar y preparar el calentamiento.
Will, por otro lado, tenía una cita importante con su terapeuta y sabía que un minuto perdido de terapia, era un minuto sin poder sacar lo que tenía dentro y que siempre le lastimaba.

- ¿El sueño otra vez? - preguntó la doctora Pratt.
- Esta vez fue diferente. - aclaró su voz y se enderezó en la silla. - Salía esa mujer, pero alguien le disparaba en la cabeza antes de que ella pudiera gritar. - miró sus manos con nervios. - ¿Cree que me estoy volviendo loco?

La doctora Pratt sacó sus notas y dio una rápida leída a la primera sesión que tuvo con Will.

15/09/2011
William Darren, niño de 7 años.
Tiene problemas de ira y de control. Sus padres han decidió inscribirlo a clases de artes marciales para controlar sus descargas emocionales. Sufre de un extraño sueño repetidas veces, lo narró desde el primer momento que tocó la silla del despacho.
"Hay una mujer, me ve y me dice que debo guardar silencio, que no debo de hacer ruido o nos atraparán a los dos. De repente, algo circular cae en el piso, parecía una pelota, esta desprendía un extraño humo. ¿Se pueden oler cosas en los sueños? Porque el humo olía a lavanda. Recuerdo que me tapaba la nariz fuertemente y respiraba por la boca. Dos piernas aparecían. En ese momento me daba cuenta de que me encontraba debajo de una cama. Se escuchaba un golpe y... siempre despierto ahí. No hay más."

- Puede ser que tu subconsciente esté tratando de mandarte un mensaje. ¿No habías pensado en eso?
- Un mensaje...

La mente de Will se perdió en la oración de la doctora. ¿Un mensaje? ¿De qué? ¿Qué clase de mensaje le quería dar su subconsciente? La respuesta no la tenía él. La doctora lo veía atenta, llevaban diez años con la terapia y aunque a Will le servía para desahogarse, a veces sentía que no servían de nada.
La doctora Pratt era la mejor en el medio. Se la habían recomendado muchos doctores a los Darren para que Will tuviera a alguien de confianza. Claro que, a espaldas de Will sus padres conocieron a Miranda Pratt muchos años antes.

- ¿Has pensado en escribir el diario que te dije? - preguntó, interesada.
- Sigo considerándolo. - si que lo hacía, Will odiaba escribir.
- Piénsalo bien. Desafortunadamente, nuestra sesión terminó. Me avisas en la siguiente sesión.

Se levantaron de sus asientos y se abrazaron. Will salió por la puerta, despidiéndose de Angie, la secretaria de la doctora. Corrió a su moto que estaba en el estacionamiento, tomó sus lentes de sol y salió de la oscuridad del lugar.

Se escuchaban gritos en los terrenos del colegio. Los jugadores de americano entrenaban desde muy temprano, junto con las porristas y los chicos de la banda. Era el momento favorito del día de Mila, ver a sus amigos, sudar por la mañana y tomar un baño caliente de quince minutos al terminar de practicar.

- Bien. - se puso en el centro de su área de entrenamiento. - ¡Rose!

La morena volteó, era la hija de la entrenadora y como no tenía clases ese día, la entrenadora decidió llevarla con ella a la escuela. La niña de 13 años se emocionaba siempre que iba con su mamá a la preparatoria y le emocionaba más ser la ayudante de las porristas por la mañana.

- ¿Puedes poner la canción? - le pidió Rachel.

Rose asintió. Puso play y la canción "High Hopes" de Panic at the Disco resonó en la gran bocina. Los jugadores de americano, la banda escolar y todos los que llegaban temprano a la escuela un lunes por la mañana, miraron a las porristas. Les encantaba a todos verlas bailar. La entrenadora era buena para ponerlas en forma y practicar gimnasia, pero los demás admitían que el trío MIR, (Mila, Ingrid y Rachel), eran las coreógrafas del equipo, lo hacían muy bien.
Se podían observar cada uno de los pasos que daban. Vueltas por aquí, vueltas por allá. Brinco aquí, brinco allá. Vueltas de carro, pirámides. De todo en tan solo unos tres min. Terminaron de bailar, la coreografía completa y los aplausos llenaron el lugar.
Mila era feliz y se sentía mejor ahora que no tenía que revisar su celular cada dos segundos para ver si Mark le había escrito o marcado en algún momento de su entrenamiento.

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2023 ⏰

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