La casa de Rosé y coqueteos fallidos

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Llevaba más de diez minutos dando vueltas en la misma calle, sintiendo la impaciencia crecer dentro de mí ante lo que estaba a punto de suceder en tan solo unos segundos

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Llevaba más de diez minutos dando vueltas en la misma calle, sintiendo la impaciencia crecer dentro de mí ante lo que estaba a punto de suceder en tan solo unos segundos.

Iba a encontrarme con ella. Estaríamos a solas. Y de alguna manera, eso me aterraba.

«¿Será una persona pervertida?» Deseaba con todas mis fuerzas que no fuera así, porque en ese caso, me sentiría en mi derecho de usar mi propia fuerza para alejarme de ella y nunca más volver.

«¿Y si resulta ser una secuestradora?» Aunque parecía poco probable, considerando que era al menos dos veces más grande que ella, sabía que tenía contactos y podría tener una red de protección que la encubriera. Quién sabe qué podrían hacer.

Debo admitir que la ansiedad y la paranoia se apoderaron un poco de mí en esta extraña situación.

La casa de Rosé se encontraba a tan solo tres casas de distancia de donde estaba dando vueltas, y sinceramente, no quería ir.

«No quería estar con ella. No quería encontrarme con él»

Durante toda la noche, me resultó imposible conciliar el sueño, ya que mi mente se llenaba de imaginaciones sobre el próximo encuentro con los dos hermanos.

Rosé me hostigaba de manera persistente. Era simplemente irritante. No deseaba tenerla cerca bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, no me preocupaba demasiado su presencia, pues confiaba en mi propia capacidad para no caer en sus juegos coquetos y de doble intención. Me consideraba lo suficientemente astuto para eso.

En cuanto a Jimin, el chico que por alguna razón lograba hacerme sonrojar, no lo conocía lo suficiente. Su energía entusiasta y su curiosa sonrisa me ponían nervioso. Además, aún conservaba en mi cámara la fotografía que le tomé hace tres días, junto con otras imágenes de hermosos paisajes y momentos memorables. Sin embargo, esta imagen en particular, capturada en ese instante, seguía resonando en mis pensamientos. Era como si hubiera nacido para ser fotografiado, irradiaba una belleza excepcional.

Durante estas dos noches pasadas, no pude evitar volver a contemplar la fotografía y maravillarme con su esplendor. Se veía tan perfecto, como si estuviera destinado a ser inmortalizado a través de una imagen.

Me di cuenta de que estaba divagando demasiado y necesitaba concentrarme. Suspiré y aferré con firmeza el bolso que llevaba colgando, que contenía mi cámara y las imágenes de referencia de diversos artistas para guiarme en el proyecto.

Avancé decidido, caminando con paso firme hasta llegar a la casa de color crema. Una vez frente a la puerta, levanté la mano dispuesto a llamar.

«Aquí vamos», intenté infundir un tono optimista a ese pensamiento, pero solo logré hacer una mueca en mi rostro.

Todo en mi entorno parecía ser una señal de advertencia, susurrándome: «Huye mientras puedas»

No tuve que tocar la puerta, ya que de inmediato Rosé apareció y la abrió bruscamente. Su rostro irradiaba una felicidad extrema, sus ojos estaban tan abiertos como malditos huevos fritos, su cabello tenía un tono anaranjado perfectamente peinado, y ese vestido rosa chillón que llevaba puesto hizo que mi expresión de desconfianza se intensificara.

〣ʀᴏsᴇ·s ʙʀᴏᴛʜᴇʀ〣 [ᵏᵒᵒᵏᵐⁱⁿ/ᴶⁱᵏᵒᵒᵏ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora