Prólogo.

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¿Un Vikingo? La mayoría pensaría que un Vikingo se ve vigoroso, grande y musculoso. Con sed de guerra y deseos de conquista.

Y por supuesto que lo eran, pero no era el caso en la actual generación.

Hiromi miró a sus nuevos "estudiantes". Eran el hazmerreír, cualquiera que viera a esos pobres niños se reiría a carcajadas. Ni en un millón de años ganarían alguna guerra o domesticarían un dragón.

Demasiado pequeños, muy delgados y de carácter tranquilo.

Hiromi bufó ante la vista tan pobre.

—¿Qué es lo que hacen los padres actuales para que los niños se vean así? ¿Acaso no comen bien?

—Ustedes son los que comen demasiado —y acá va Reki, un muchachito delgado y pequeño que no destacaba en lo absoluto, de cabello rojo y despeinado. Sentía la necesidad de responder irónicamente o de manera grosera hacia los adultos.

—Especialmente tú deberías comer más —dijo Hiromi mientras caminaba hacia él de manera bruta, tratando de intimidarlo. Tomó los brazos del más joven con sus enormes manos y los apretó levemente. Reki cerró los ojos cuando el simple aprieto le hizo doler—. Y también deberías aprender a cerrar tu maldita boca.

Las risas de los demás muchachos hicieron a Reki rezongar en voz baja. Siempre era lo mismo, incluso cuando no decía ni una sola palabra, alguien buscaba la forma de hacerlo quedar en ridículo.

—Déjenlo, siendo el hijo del jefe, debe creer que sabe mucho más que nosotros.

Langa era un tipo alto y delgado. Si bien no era robusto e intimidante como los adultos; seguía siendo el más prometedor de los reclutas, él junto a su hermana. Langa tenía el pelo azul, casi celeste. Nadie sabia de donde había sacado semejantes rasgos delicados pero sus ojos eran alargados y de un celeste profundo, nariz pequeña y labios finos, sin olvidar lo blanca que era su piel. La hermana de Langa tenía el cabello largo hasta la cintura, igual de preciosa que su madre, curvas llamativas y de carácter fuerte.

Y también, estos hermanos eran la perdición de Reki.
La hermana de Langa, Kiriko, era la mujer más hermosa en toda la isla, al menos Reki lo creía así. Era una lástima que ella se enfocara más en querer humillarlo.

Langa siempre que podía buscar pelea, lo hacia. Se rumoreaba por ahí que deseaba quitarle el puesto de jefe a Reki en un futuro, matándolo.

—Bien, bien. Demasiada charla. Vamos a iniciar con lo que se debe —dijo Hiromi.

Bajo la atenta mirada de aproximadamente diez jóvenes, Hiromi tomo unas canastas bastantes grandes y de aspecto pesado, todas estaban cubiertas por algo que a simple vista Reki no sabría identificar, esas cosas no eran lo suyo. Cada aprendiz avanzo hacia el centro y tomo una de las canastas con inseguridad. Hiromi asentía y cruzaba sus brazos en aprobación, hasta que Reki paso al frente y miro hacia otro lado.

—Maldición, ¿con que necesidad? —murmuro Reki ante la indiferencia del adulto. 

—Todos tienen sus canastas, ¿no es así? —Hiromi no espero respuesta y comenzó a caminar hacia quien sabe donde—. ¿Alguna vez sus padres les hablaron sobre como convertirse en un gran y buen Vikingo?

—Bueno, en realidad tenemos que hacer algo que demuestre nuestra valentía, honor y madurez a la edad de 17 años. Esto debe ser aprobado por el jefe y los sabios del pueblo que miraran nuestros actos en ese gran día. De igual forma nuestro entrenamiento y el objetivo que debemos tomar o hacer es decidido por nuestro maestro, guía o jefe, en este caso tu.

Reki frunció las cejas e hizo una mueca. ¿De donde había sacado semejante información ese idiota? ¿Su padre alguna vez le hablo de eso? Seguro no le presto atención y se maldecía por eso. Ahora Langa se lucia en frente de todos como el inteligente e informado, tontearías.

Sintió la mirada de Langa sobre el, como si estuviera retándolo. Soltó un suspiro resignado y miro hacia el peliceleste alto que caminaba cerca suyo. Langa sonreía como un maniático, o al menos así lo veía Reki, porque todas las chicas no pensaban como el, siempre suspiraban cuando el alto hacia un simple estiramiento de labios, ¡ni siquiera hacia una sonrisa y ellas se desplomaban!

Cuando el alto murmuro algo como "estas muerto" supo que era hora de no seguirle el juego. Escapo de su mirada azul profunda y dirigió sus ojos al frente, sorprendiéndose cuando Kiriko los observaba con el ceño fruncido. Sonrió torpemente y agito su mano para saludarla. Solo recibió la mayor de las indiferencias.

—Hasta aquí —Hiromi se detuvo cerca de lo que parecía una cueva. Los miro a todos con soberbia, cosa que asusto a Reki, ¿Qué diablos estaba preparando ese psicópata?, Hiromi froto sus manos juntas, hacia demasiado frio, pero el debía darles el ejemplo de que un Vikingo podía soportar eso y mucho mas—. Lo que Langa dijo, es cierto. Voy a ser su mentor o "algo así". Les voy a dar una tarea, y ustedes en cierto tiempo deben cumplirla para finalmente exponerla delante de todos en el festival.

Todos tragaron con dificultad, menos los hermanos Hasegawa, que se veían bastantes seguros de si mismos. Reki sintió que un gota de nerviosismo caía por su rostro, ¿Qué les harían? ¿Qué tarea? ¿el podría con eso? Era imposible, no estaba hecho para esas cosas, en mas de una ocasión decepciono a su padre, el jefe. Y todos en el pueblo lo conocían como "el inútil". ¿Qué hacia ahí en primer lugar? Esto era cosa de Kaoru, Langa, Kojiro y todos esos simios que estaban preparados para cualquier obstáculo.

—Estoy mas que seguro que todos ustedes tienen al menos un dragón en casa, ¿no es así? El dragón de sus padres.

Reki sentía que iba a desmayarse ahí mismo.

—Pues bien, todo Vikingo necesita de un dragón porque ellos van a cazar el alimento que ustedes mismos y sus futuras familias consumirán —ninguno dijo algo, demasiado asustados o concentrados en lo que Hiromi decía—. Así que van a entrar a esa cueva y cazaran a su propio dragón.

Rivals ↬[Renga]↫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora