|23| Preguntas que te hacen replantear (1 parte)

119 20 3
                                    

Multimedia: Issues (Julia Michaels)

Multimedia: Issues (Julia Michaels)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Es repugnante.

—Estás exagerando.

Le di mi peor mirada perdona vidas pero que se la cobrarían.

—¿Has olido un perfume de mujer que conserve su aroma por mas de doce horas?

—No lo sé —repone Michael—. No vivo para oler perfumes, Cara bonita.

—¿Y uno empalagoso?

—Siempre son empalagosos; es el chiste, ¿no? Engatuzar desde la distancia.

—¿Por qué los perfumes para mujeres deben ser dulces? ¿quién decidió que el dulce nos define? —pregunté arrugando mi frente.

—Pues si vamos al caso ustedes...

—No estás yendo al punto que te digo—interrumpo—, estoy hablando de que los hombres tienen perfumes o colonias de fragancias duraderas y pocas mal elaboradas. Soy testigo, viví con cuatro hombres y ninguno huele igual, ¡a ninguno se le desperdicia! ¿y me preguntas por qué no uso perfume?

Él suelta un suspiro y sonríe.

—Solo debías decir que no te gustan.

—Me gustan. Los de hombre. —Antes de que pueda arrepentirme de lo que dije ya él estaba objetando.

—Es decir que no saldrías con alguien que no use colonia.

—Si no estornudo en su presencia, sería agradecido.

Una de mis citas fallidas fue con un hombre que usaba una fragancia de una mezcla de olores terrosos y algo lujubres. Al principio no lo sientes, estás tan nervioso porque la cita resulte que la ansiedad y la situación no dan espacio para ajustar los sentidos, pero en algún punto debía ocurrir y al llegar a mis fosas de forma natural el olor que expandía, terminamos nuestra comida más rápido que decir 'bu'.

Mike sabe de esa cita y de la sensación posterior en mi nariz, roja y la constante picazón.

—Tal vez nosotros deberíamos salir. No uso perfume.

Mi mente quedó en blanco.

Un blanco total.

Y me empecé a reír sin control alguno, incluso temí darme un golpe con la mesa por lo escandalosa de mi respuesta. Era tanta la risa que salía que tuve que sujetarme y hacer espacio para no derramar mi bebida.

—Que mal educada eres, riendo cuando no lo hace quien te ofrece una cita —dice malhumorado.

Le vi entre mis ojos húmedos, recargando mis manos en la mesa y seguidamente tomando un trago del jugo de toronja.

—Vamos Mike, tu y yo no pegamos ni con cola.

Algo en sus ojos adquiere un brillo. El brillo del desafío.

¿Sí te queda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora