Haruto, príncipe del infierno, busca venganza de después de que le quitaran a el y a sus ángeles el privilegio de llegar hasta el cielo.
Por otro lado, Junkyu junto con sus ángeles están siempre tratando de evitar que toda la humanidad caiga en los...
La tensión se podía cortar con un cuchillo. Cualquiera que pasara por ahí notaría la incómoda escena que se había armado entre los dos chicos sentados ahí.
El castaño tenía sus ojos abiertos de sobremanera aún sin comprender que era lo que había sucedido hace ya casi 2 minutos. 2 largos e incómodos minutos en que ambos se habían mantenido en silencio. Por otro lado, el pelinegro aparentaba estar realmente tranquilo y sereno después de lo que había dicho. Sin embargo, solo estaba aparentando para mantener su imagen, pero por dentro, estaba igual o incluso más nervioso que el castaño.
Haruto posó su mirada en sus pies —que antes mantenía sobre el otro chico poniéndolo aún más nervioso si eso era posible— que parecían ser lo más interesante en ese momento y esbozó una pequeña sonrisa. Luego de unos segundos que parecieron eternos, alzó la mirada esta vez viendo hacia afuera donde la gente continuaba pasando, aunque ya hubiera oscurecido.
El pelinegro suspiró resignado —Entiendo que esto sea difícil de creer para ti —Hablo por fin Haruto rompiendo el silencio —, pero quiero que sepas que no tengo ya nada que perder. No miento y espero me puedas creer —Regreso su vista al otro chico que seguía sin comprender la situación—. Aunque sé que será difícil te pido que lo pienses. No necesito que me digas nada ahora, ya he esperado durante miles de años. Así que te daré tiempo para pensarlo.
—Y-yo... —Comenzó a decir Junkyu, pero no podía ni hablar. Y aunque pudiera, no estaba seguro de que era lo que podría decirle a el chico frente a él.
—Tranquilo, no te presiones. Te daré hasta pasado mañana para pensarlo y volvernos a encontrar aquí mismo. No tengo intenciones de volver al inframundo por lo menos hasta entonces. Quiero ver que tanto ha evolucionado tu creación. —el pelinegro soltó una pequeña risita —Y no te preocupes por mí. Prometo no causarte problemas mientras estoy aquí. —Haruto se levantó de su asiento y se colocó su abrigo negro bajo la atenta mirada de su acompañante —Comprenderé si no vienes. Si no lo haces me resignaré a vivir toda la eternidad en el infierno y no te volveré a molestar ni yo ni ninguno de mis seguidores. Con permiso.
El pelinegro salió de la cafetería y el castaño le dio una última mirada a través del vidrio de la cafetería cuando pasó a un lado de esta.
Junkyu estaba realmente confundido. Eseno era Haruto. El Haruto que conocía era un chico sarcástico y burlón con actitud arrogante que lograba incomodar a todos los que lo conocían con sus toscos comentarios, aunque tenía esa aura terrorífica que lograba que todos además de odiarle le temieran. Se creía superior e intentaba tener control sobre todo y todos los que le rodeaban. Nada que ver con el tranquilo y atento chico con el que había estado sentado hace algunos minutos con el que tuvo una amena charla sin burlas ni malos comentarios. Pero, sobre todo, se mostró sincero y comprensivo. Todo lo que le había dicho sonó realmente sincero, algo que el pelinegro nunca sería y menos si se trataba de hablar con Junkyu. Además de que parecía ser que por fin se daría por vencido y dejaría todo por la paz.
Y entonces... ¿Por qué estaba tan intranquilo el castaño?
Pensó que lo mejor sería dejar de darle vueltas al asunto y volver a su reino a terminar sus pendientes. Tenía más cosas que hacer antes de preocuparse por él.
Decidido a no darle más importancia, se puso de pie y salió de la cafetería.
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