El emperador Belos se paseaba por los pasillos de su enorme e imponente castillo acompañado de su siempre fiel asistente Kikimora, la tarde avanzaba y la noche se acercaba con ella.
—Dime Kikimora, ¿Qué tal va el entrenamiento de los nuevos miembros de mi aquelarre? —preguntó el emperador rompiendo el silencio que reinaba por el castillo.
—De maravilla señor, este año conseguimos buenos reclutas, varios de ellos son verdaderamente poderosos —aseguró Kikimora siguiéndole el paso a su gobernante.
—¡Excelente, el titán estará muy complacido con nuestro progreso, su voluntad pronto será cumplida! —dijo el emperador orgulloso de lo que su asistente le había informado —. Por cierto, recuérdame darle ese asenso a la joven Clawthorne, es la que más duro ha trabajado de todos sus compañeros.
—Por supuesto su alteza —respondió la asistente.
De pronto se oyó un ruido estrepitoso, varios objetos metálicos cayendo al suelo, el sonido provenía de sus espaldas, lo que los hizo girarse.
—El sonido vino de la cocina señor —dijo Kikimora rápidamente mientras el emperador iba con paso apurado al cuarto para ver que ocurría.
El emperador y Kikimora se dirigieron a la cocina y al entrar vieron ollas y sartenes tirados por todo el piso, había unos cuantos cajones abiertos y algunos cubiertos fuera de su lugar, pero de ahí en fuera todo estaba en orden. Belos caminó por toda la cocina buscando al responsable de todo ese desorden, dando vueltas a la mesa que se hallaba en el centro, donde había algunas carnes frías y pen, así como unos vegetales, pero la cocina estaba vacía, los únicos seres que estaban ahí eran él y Kikimora.
—Posiblemente estaban mal acomodados los utensilios señor, de ahí a que se cayeran —sugirió Kikimora como respuesta a la situación que presenciaban.
—Puede ser —pensó Belos decidiendo que era hora de volver a sus aposentos para descansar un poco, pero sintió que alguien jalaba de su túnica y unos sollozos.
—Disculpe señor —dijo la voz de una niña pequeña, lo que lo hizo bajar la mirada —, ¿Sabe dónde está mi mami? —preguntó con un dedo en la boca y con lágrimas en sus grandes ojos color avellana, la pequeña tenía tez morena y un suéter morado con delfines rosados con ojos brillantes y un par de tenis color azul.
El emperador estaba muy confundido, guardó silencio por un segundo y respondió la pregunta de la pequeña.
—Yo-yo, no lo sé —respondió nerviosamente el emperador.
«¿Es una humana? ¿Quién la dejo pasar? ¿Cómo llegó aquí?», se preguntaba Belos en total confusión, y sin saber como reaccionar.
—¿Po-podría ayudarme a encontrarla? —preguntó nuevamente la niña.
—¿Con quién habla señor? —preguntó Kikimora llegando al lado de la mesa donde estaba el emperador, viendo a la niña —. ¿Una humana? —susurró cuando vio a la niña, que se oculto detrás de la túnica del emperador —, ¿Cómo es esto posible?
—No tengo idea Kiki, parece estar perdida —respondió el emperador viendo a la humana que parecía no querer ver a su asistente —. No tengas miedo pequeña, ella no te hará daño —dijo para darle más confianza a la pequeña, que se descubrió, aún con lágrimas en sus ojos, estaba asustada, perdida, desconsolada —. Ella es Kikimora, mi asistente.
—¿Cómo llegaste aquí pequeña? —cuestionó la demonia con una confusión igual o mayor que la del emperador.
—Yo, no-no lo sé, no estoy segura —soltó unas pequeñas lágrimas —. Solo quiero volver a ver a mi mamá.
—Hey, hey, hey —dijo Belos agachándose para cargar a la niña —, tranquila, te ayudaremos a reunirte con tu madre, ¿Cómo te llamas?
—Luz, Luz Noceda—contestó ya más calmada.
—Luz —repitió el emperador sintiendo el nombre en sus labios —, seguro debes tener hambre —pensó el emperador, la pequeña niña asintió con la cabeza —. ¿Cuánto tiempo llevaras aquí pequeña? ¿Cómo es que llegaste hasta aquí en primer lugar? Sin magia, tan indefensa, tú eres especial pequeña —dijo el emperador Belos mientras con su bastón traía un tarro de galletas ante si, tomando una y entregandosela a la pequeña.
—¿Usted lo cree señor? —preguntó la pequeña niña, mordiendo la galleta.
—Por supuesto que lo creo, sobreviviste tú sola en esta isla y te las arreglaste para entrar a mi castillo burlando a todos mis guardias —recalcó el emperador regresando el tarro a su lugar, la pequeña observaba esto con admiración.
—¿Usted es un hombre mágico? —volvió a preguntar.
—No solo eso pequeña niña, él es el brujo más poderoso de este mundo, el único capaz de comunicarse con el titán, es el emperador Belos —presentó Kikimora.
La niña humana estaba impresionada, no podía creerlo, sus ojos brillaban y para mostrar su impresión lo más que pudo decir fue un largo y fuerte "Wow".
—¿Podría enseñarme a hacer magia señor emperador? —preguntó inocentemente la niña.
—Imposible, los humanos no hacen magia —aseguró Kikimora.
—¿Por qué?
—Porque no son seres mágicos, son inferiores, no tienen lo necesario para entender o hacer magia.
—¿Por qué?
Kikimora estaba perdiendo un poco la paciencia, no es que ella fuera la mejor con los niños realmente.
—Vamos Kiki, no seas tan cerrada, yo creo que si esta pequeña de verdad quiere aprender magia, puede hacerlo, nosotros podemos enseñarle —intervino el emperador Belos, cargando a la pequeña y poniéndola en el piso.
—Pero señor, ¿Está seguro de eso? Digo, esta niña no es nuestra, debemos buscar a su madre —dijo Kikimora en un intento de zafar a la niña de sus vidas.
Belos lo pensó un segundo, Kikimora tenía razón en eso, aunque algo cálido en su corazón le decía otra cosa, juntó los caminos que querían tomar su corazón y su cerebro y finalmente habló.
—Escucha pequeña, prometo que te ayudaré a encontrar a tu madre, pero a cambio necesito que me ayudes con el plan que tiene el titán en mente, te enseñaré como hacer magia y a luchar, y cuando vuelvas con tu madre, podrás impresionarla con todo lo que has aprendido bajo mi tutoria —comentó Belos —. ¿Qué dices pequeña?
—¡Si, si, me parece super! —exclamó la niña emocionada —. ¡Quiero ser una bruja tan poderosa como usted señor emperador Belos! —dijo Luz mientras daba saltitos de emoción.
—Así será pequeña, Kikimora, has que preparen una habitación para nuestra nueva residente del castillo —ordenó el emperador, a lo que Kikimora trató de oponerse pero las palabras no salían de su boca.
—De inmediato señor —refunfuñó Kikimora mientras Belos salía de la cocina junto a la niña humana.
—Una gran vida te espera aquí, Luz Noceda —afirmó el emperador mienteas la pequeña caminaba junto a él alegremente.
Primero que nada quiero agradecer al artista @KP!ru por darme su permiso para escribir este fanfic.
En segundo lugar quiero decirles que si ya eres una persona que me sigue desde hace tiempo y ha visto todas mis historias, sabrás que son un montón, así que para no hostigarme con actualizar tantas historias, esta historia será parte de un dúo las cuales el que salga un nuevo capítulo dependerá completamente de que se llegue a cierto número de vistas por capítulo, número el cual evaluaré para decidir cual será el mínimo de vistas que deberá tener cada capítulo para sacar uno nuevo.
Sin más que decir, nos leeremos, en la próxima, bye.
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Emperor's Castle AU
FanfictionDesde siempre Luz ha admirado al emperador Belos. «¿Y cómo no hacerlo? Es el brujo más poderoso de las Islas Hirvientes», pensaba, ella misma lo había comprobado tras vivir toda su vida bajo su tutoría, su mayor sueño era formar parte de su aquelar...