Por fin regresaban a la escuela, sinceramente estaba harto de no tener nada qué hacer, era de las pocas personas que disfrutan aprender.
Estaba de buen humor, tenía todo lo que le habían encargado, por primera vez en su vida no se olvidó de las tareas y encargos para entrar al año. Eso era bueno.
Caminaba silbando un pegajoso ritmo que el mismo inventó por su buen humor.
Todo estaría perfecto de no ser porqué recordó el libro que debía llevar para matemáticas, materia que le toca a primera hora.
Tenía treinta minutos, bien, él puede.
Corrió hacia la biblioteca con la esperanza de que, quizá, solo quizá, algo arriba lo cuide y puedan prestarle el libro en tan poco tiempo.
Tan rápido iba, que cuando vió que, efectivamente, el libro estaba en los estantes se lanzó sin ver un pequeño cuerpo que también iba a tomarlo.
Solo fue consciente de que iba a aplastar algo o a alguien, así que, como su mamá le enseñó, se giró de tal manera en la que todo el impacto cayese sobre él.
Se quejó por el agudo dolor en su espalda y por inercia, protegió el cuerpo contrario poniéndolo en su pecho, una de sus manos rodeaba la delgada cintura y la otra tomó el cuerpo por los hombros, colocando la cabellera rubia en la curvatura de su cuello.
— ¿Estás bien? Lo lamento, creo que me emocioné. — Su sonrisa avergonzada que tomaba forma de un lindo conejito fue la culpable de que sus ojos se cerraran.
— Sí, fue mi culpa, perdón. ¿Cómo está usted? — Sorprendido abrió los ojos, el chico encima de él, era completamente precioso y educado.
Sus mejillas y nariz estaban sonrojadas, quizá por el calor, las pequeñas manos jugaban entre sí, y sus ojitos expresivos e inocentes evitaban su mirada, seguramente avergonzado. De repente el dolor en su espalda desapareció.
— Yo estoy bien. — Se levantó a regañadientes, el cuerpo contrario estaba muy calientito. — Eres muy bonito. — Cedió ante la tentación de tocar su preciso cabello.
Sólo pudo apreciar cómo ocultaba su rostro tras las delicadas manitas. Sonrió. Cuando reaccionó dió un vistazo en el cuerpo contrario aprovechando que el otro no podría verlo.
No debió hacerlo.
Ahora su garganta estaba seca.
Llevaba una pequeña falda rosa que se levantaba ligeramente por su trasero, las piernas eran esbeltas, blancas, perfectas para dejar sus marcas. Subió y vio la cintura ¡Mierda! Era delgada, su abdomen estaba plano.
Su cuerpo con suaves curvas, que fácilmente ganaba al de una mujer, encajaba perfectamente con su rostro de ángel.
— Está bien. — Se acercó y retiró con cuidado las manos; sonriendo más por como sus ojitos estaban fuertemente cerrados. — ¿Qué te parece si como disculpa te invito el almuerzo? — Tenía que arriesgarse. No sabía la razón, pero lo quería para él.
— Ni siquiera sabe cómo me llamo. — Seguía con los ojitos cerrados, y ahora se le sumaba un pucherito.
— Eso se puede arreglar, bonito. ¿Cuál es tu nombre? ¿Cuál es tu horario? ¿Cuántos años tienes? — Soltó de una vez todas las preguntas.
— Soy TaeHyung, soy nuevo. Mi horario es éste. Tengo diecisiete. — Su labio era apresado por los blancos dientes y por fin abrió los ojos, pero en ningún momento lo miró. Supuso que estaba nervioso.
— Bien, bonito TaeHyung. Yo soy Jeon JungKook, soy capitán de taekwondo, tengo dieciocho y... — ¡Genial! — Tenemos el mismo horario.
— ¿De verdad? — Su expresión era tierna; sus ojitos abiertos y su boca en una perfecta o. Miraba sus ojos por primera vez, parecía que quería comprobar que decía la verdad.
— Entonces, eso significa que te veré diario, así que, ¿Quieres ser mi — Novio — amigo?
— Hyung... ¿Me ha visto? — Incluso me avergüenza decir cuánto. — Yo uso faldas, eso es raro. A las personas no les gusta. Sus amigos ya no lo van a querer, hyung, mejor sólo no me trate tan mal.
Aunque no lo conocía, se sintió mal cuando los ojos que antes brillaban por emoción, ahora estaban decaídos. Su cabecita gacha, y un puchero en sus labios, era obvio que intentaba aparentar que no le afectaba.
— Bonito TaeHyung, eso no va a pasar. No mientras yo esté aquí. Nadie te tratará mal, y seremos amigos, claro que si tú quieres. Yo te voy a proteger, eres tan lindo que mis amigos quizá te quieran matar con abrazos, pero es normal. Causas esa reacción. — Levantó el mentón del otro, agachándose para tener la misma altura; depositó un beso en la perfecta nariz.
Cuando iba a hablar su alarma sonó, recordándole porqué estaba ahí en primer lugar.
— Si tenemos el mismo horario, podemos compartir mesa. — Tomó el libro y salió de ahí, con su mano entrelazada con la otra.
Fingió no ver la sorpresa y sonrojo del otro, y aunque por fuera parecía tranquilo por dentro estaba con una pelea de lobos y vampiros en su estómago.
— Una última cosa. — Se detuvo justo frente a la puerta del espacioso salón de matemáticas. — Necesito que si alguien te molesta, me lo digas. ¿Promesa?
Casi muere cuando el contrario le respondió un por la garrita y entrelazó sus meñiques asintiendo lentamente.
Y definitivamente murió cuando fue abrazado.
— Gracias, hyung. Voy a ser bueno con mi primer amigo.
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¿¡Falda!? [KookTae]
FanfictionTaeHyung es nuevo en el instituto, y a pocas horas de haber ingresado llamó la atención de todos en el plantel ¿Por qué? Simple: - Su belleza es impresionante. - El capitán del equipo de taekwondo parece interesado en él. - Usa faldas. ✓ KookTae...