𝓿𝓮𝓲𝓷𝓽𝓲𝓼𝓲𝓮𝓽𝓮

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Argentina salió de su casa en un paso apresurado hacia la casa donde había sido aquella fiesta, aun era muy temprano no había ni un alma en la calle, solo se escuchaban los pájaros.
Al llegar al lugar pudo darse cuenta que la fiesta había sido organizada por Colombia, o tal vez solo habían usado su 'mansion' suspiro y entro a la propiedad.

La casa era muy grande así que trato de recordar que camino hizo, no quería entrar a algún cuarto equivocado y ver a alguien encuerado, por suerte no fue así pero para su desgracia el mexicano seguía en aquel cuarto sentado en la cama simplemente fumando un cigarro, solo traía su pantalón. Argentina suspiro y en silencio se acerco para buscar su celular en la cama, no quería hablar con su "ex" pudo notar que este mismo se levantaba, tal vez se iba a ir de la habitación y lo dejaría buscar más tranquilo pero solo pudo escuchar la puerta cerrarse y por curioso se dio vuelta a mirar si realmente se había ido.

Antes de poder terminar de girar su cabeza para observar ya tenía a México encima suyo reteniendo sus manos y mirándolo fijamente con una pequeña sonrisa burlona.

" Es muy descortés que te vayas sin decir nada y no saludes al volver "

Comento con sus aires de superioridad

" México soltame, solo vine por mi celular "

La cara de Argentina expresaba un claro enojo, y eso a México le gustaba.. Aun no entendía exactamente sus sentimientos hacia el celestino pero probablemente solo quería destruirlo.

" ¿Para que? ¿Para hablar con tu amado noviecieto soviético? tranquilo.. yo me encargaré de que no te vuelva a hablar "

Aquello preocupo a Argentina, ¿Y si le había dicho algo? comenzó aamover para intentar zafarse sin éxito, el mexicano era muy fuerte.

" Creo que alguien necesita una lección "

El corazón del que poseía un sol estaba a mil, no tenía nada para hacer contra el y esas palabras solo le hacían imaginarle lo peor.

El dominante comenzó a subirle la remera al contrario el cual solo negaba y aun seguía en su intento de soltarse, con la ayuda de la misma prenda de ropa logro aprisionar las manos ajenas y atarlo a una de las barras de metal de la cabecera de la cama.

Ahora con más libertad con sus manos repasaba el pecho ajeno para comenzar a lamer este provocando jadeos por el  de menor altura que trataba de resistir a aquellos toqueteos.

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