III.

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-Me lo imaginaba más... ¿pintoresco?

En cuanto Ale vio a lo lejos las siluetas de las casas y puestos con suministros básicos se apresuró en caminar y llegar lo antes posible, pero al poner un pie en dicho lugar su emoción había caído en picada y sus ánimos de encontrar alguna persona que lo ayudara se habían esfumado, como si de pura ilusión se tratara.

El pueblo de Samolia era terriblemente gris, un color para nada agradable, las casas se veían viejas como si los años hubieran cobrado factura, las personas parecían desolados y sin un motivo en la vida. Ale quedó sin habla y cuanto más caminaba sobre el sombrío lugar la temperatura iba bajando, podía sentir la brisa helada rozando sus pálidas mejillas, a los pocos segundos ese simple tacto le quemaba y comprendió que hoy no era su día, no uno para grabar en su memoria, ese lugar sombrío de algún modo le traían recuerdos.

¿El mundo conspiraba en su contra? O era un simple hecho que no podía evitar y precisamente era a raíz del momento, (en esas circunstancias le gustaría creer). Mente positiva se decía, pero los ánimos ya no se encontraban en él.

Al sentir el terrible frío helando sus huesos caminó a una tienda que contenía lo más básico en productos de comida e higiene personal, pero siempre habría algo más que llamase su atención de una forma nada particular. En la puerta de madera vieja del local había pegado un anuncio.

"Audiciones para el príncipe perdido de Samolia" .

¿Había un príncipe? Y en el peor de los casos, ¿perdido? (Tremenda locura con las personas de hoy en día, buscar a alguien que posiblemente ya estaba muerto y si daban con aquella que ajustara con la complexión sería de mal gusto ilusionar con alguien que ya no existe.) Trató de no darle más importancia, total, el asunto no era de su incumbencia, y era posible que se metería en problemas si trataba de opinar.

- Disculpe señor, ¿sabe de alguien que viva por los alrededores del Palacio de Samolia? - Preguntó ignorando el anuncio que había estado pegado y pasando al tema que realmente importaba en ese momento.

- En realidad no, pero creo que ellos te podrán ayudar- dijo la persona mayor mientras señalaba la hoja que estaba pegada en la puerta. - Ellos viven dentro del palacio en ruinas, por lo que escucho, esas personas están haciendo audiciones para encontrar al príncipe de Samolia. - se le oía emocionado, y bueno, ¿Quién no lo estaría? Se trata de alguien con intereses económicos bastante elevados.

Ale con un asentimiento de cabeza dio las gracias y caminó nuevamente a donde estaba la puerta, supuso que habría más detalles. Sólo pidió algunas indicación bastantes simples y ya se encontraba camino al desolado Palacio en ruinas.

Al estar a unos pasos de las enormes bardas sintió sus piernas flaquear y un sentimiento raro se instaló en su interior, no era común para en ese entonces que sentiera algo así, pero supuso que era por el frío que había.(o eso al menos quería creer). Pasó la barda y pudo ver las columnas bastantes dañadas, en cuanto más caminaba se le podía ver en los ventanales grande trozos de madera (suponía que era para evitar el paso a los intrusos).

El palacio era verdaderamente grande, aquellas personas que en algún punto habitaron ese lugar no escatimaron en gastos o es que ya era algo común para los de su clase y se daban gustos como si de juguetes se tratara. Con cuidado de no lastimar su cuerpo pasó por encima de las viejas maderas para así poder entrar, supuso que había entrado a una estancia porque se le podía ver mesas de té y cuadros rasgados de las telas. El eco se podía escuchar por todo el lugar, cuanto más caminaba encontraba cosas asombrosas, jarrones que alguna vez pintaron de color a aquel lugar y contaban una historia.

En ese momento pudo sentir un "dejavu" como si los recuerdos lo invadieran.

Mirar aquellas pinturas tapadas por una gruesa capa de polvo le hizo recordar escenarios poco comunes, mirar a los costados y sentir que todo cobraba vida, como si realmente el lugar hablara y el salón principal se inundara de una aterciopelada melodía de violín.
Ale sintió un escalofrío que lo recorría por sobre todo el cuerpo, pero ese simple acto involuntario no evitó que continuara explorando a sus alrededores.

El destino real. »● SeLlen. © √ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora