I.

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Hubo un tiempo donde se daban elegantes fiestas y hermosos bailes, los caballeros vestían de caros smoking hechos a la medida y las damas portaban corsets ajustados estrechamente al torso, y que también eran completamentedos con enormes vestidos de telas finas de terciopelo.

Era el año de 1900 en el palacio de Samolia donde se festejaba el décimo cumpleaños del pequeño príncipe. El salón principal estaba hecho un alboroto, personas trepadas en escaleras para afinar los últimos detalles de las decoraciones, el personal de cocina se encontraba apurado terminando de reorganizar los bocadillos sobre las charolas pulcras sin usar y que estos así sean llevados a tiempo y colocados sobre la mesa de honor.

Allen Ma era el quinto primogénito de la família real, y al ser el más chico de entre sus hermanos era terriblemente complacido en sus caprichos y eso era de su agrado.

Lamentablemente no todo era tan bueno, él ya tenía un destino y era ser comprometido con una chica que ajustase a los protocolos reales, los reyes querían el bienestar del pueblo y que mejor forma si se aseguraba su futuro.

Pero algunos creen en el destino y el amor, si, no todo era miel sobre hojuelas como en algunas historias la pintan. Los padres del pequeño creían en la amistad y una de ellas era la que su hijo compartía con el pequeño Park Serim, heredero a la corona, hijo primero de los reyes de Versa. Las personas que los rodeaban decían que su amistad era la más pura que pudiera existir entre los reinos vecinos y que siempre estarían juntos a pesar de la distancia, posiblemente no mentían al decir eso.

-Serim hyung, ¿no me vas a felicitar?- preguntó el pequeño de cabellos dorados y labios teñidos de rojo escarlata.

- ¿Crees que lo olvidaría?- contestó el contrario con una hermosa sonrisa sincera pintada en el rostro.

- Ya hyung, ¿qué me dará de cumpleaños?- formó una tierna mueca - El año pasado lo olvidó y solo fue a mi habitación a comer tarta de frutos.

Serim sólo negó con la cabeza y le tendió una pequeña caja de terciopelo rojo adornado con un característico moño.

- Feliz cumpleaños hermoso, bueno, su Alteza- hizo una pequeña reverencia y sus mejillas se tiñeron de un sutil rosa.

- Para usted soy hermoso, me gusta cuando me lo dice Serim hyung- con sus pequeñas manos tocó la mejilla de su amigo para que este le mirara.

- Tómalo, se que te gustará - Allen hizo lo que su amigo dijo y agarró la caja con algo de nerviosismo, no sabía el por qué, pero si estaba seguro de que le gustaría ya que Serim se lo estaba regalando.

Miró el interior y quedó sorprendido al saber de lo que se trataba.

- ¡Es una caja de música! - exclamó emocionado y con un brillo en los ojos. -

-¿Te gusta?- preguntó nervioso.

- Es bellísimo hyung - suspiró - Pero no se hubiera molestado, se ve que es muy caro y no tengo con qué pagarselo- respondió cabizbajo al ver a tan hermoso detalle y posiblemente costoso.

-No es problema Allen - contestó sin importancia.-

De su cuello mostró una pequeña llave dorada y se lo quitó dándoselo al pequeño.

-Escucha- dijo Serim mientras insertaba en la ranura la llave dorada para después escuchar una muy peculiar melodía. - Quiero que con esta canción me recuerdes, es igual de hermosa que tú.

- Hyung, no diga eso - dijo el pequeño rubio mientras se cubría las mejillas teñidas de rojo a causa de la pena.

- Y te tengo otro regalo, pero este es mucho más especial. - Dio un pequeño suspiró - Cierra las ojos.

El destino real. »● SeLlen. © √ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora