"¿A qué me aferro tanto... a tus ojos que no me miran, o a tu corazón que no es mío?."
–Özdemir Asaf
Pov.
Lo que me recordó que ya no vivía en la ciudad era la frigidez de la noche, la manera en que los enormes pinos resguardaban y mantenían la frialdad del entorno, incluso llegue a la severa conclusión de que había más aire fresco en este lugar que en la ciudad. Después de las temporadas de lluvia que azotan con normalidad el país, no se me hizo extraño el suceso, para nada.
La iluminación de mi hogar era escasa, las velas que había encendido estaban por apagarse no debido al desgastó sino al viento. La ciudad estaba a 20 minutos de mi alcance, no era mucho tiempo sin embargo era imposible ir hacia ella en estos momentos. Mi semblante era neutral, trataba de mantenerlo de esa manera sin parecer afectado tan siquiera un poco, no merecía la pena hacerlo, aunque de cierta manera estaba enojado o más bien; decepcionado. Quizás sea conmigo mismo, por dejar todo pasar sin cuidado, sin medir los actos y consecuencia o quizás sea culpa de él, por ser un grandioso imbecil. Mi cuerpo estaba rígido sobre la silla, mis manos estaban un poco frías pero ahora no importaba, ni siquiera si me enfermaba por tomar un vaso de vodka con hielo o no tener algo para cubrir mi cuerpo del fresco, daba igual si me resfriaba al día siguiente.
El hermoso reloj sobre mi muñeca (cortesía de él) marcaba con exactitud las once de la noche, era un poco tarde, no obstante tenía la esperanza que su presencia llegara antes que mi reloj marque las doce. Estaba solo en el balcón; sentando junto a una pequeña mesa que preparé para que pudiéramos cenar bajo la noche estrellada, una velada romántica. Inclusive había preparado lasaña, sabía que le encantaba; sin embargo, mi corazón había sido reprimido esta noche.
¿Podría decir el motivo sin que doliera, aunque sea un poco?
A mis veintinueve años de vida jamás tuve la sensación y el sentimiento de saber que estaba desperdiciando tiempo, de ponerme a razonar sobre las cosas que hacía, simplemente; cuestionar mis actos. Cada minuto, cada segundo debía ser valioso, quizás muera pronto o quizás no, nunca sabré esos detalles. Pero siempre tendría que disfrutar mi vida, vaya mierda.
No pasa nada, no me da vergüenza decir que mi vida estaba anclada a la de mi esposo: aprender a vivir como él, lidiar con los problemas como él, seguir su ejemplo y ser un buen esposo, como él.Puff, patético.
Podría amar a Taehyung siempre, incluso si era un narcotraficante, un mafioso, un asesino. Compartía mi vida con la de él, y durante cinco largos años ha sido de esa manera, vivir con él significaba un riesgo total, adrenalina pura, y no importaba, nada de eso lo hacía, porque lo amaba. Desde el primer momento que nuestras miradas conectaron y crearon un chispa mágica sabía que debíamos estar juntos, que era mi destino estar a su lado.
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Pᴇʟɪɢʀᴏsᴀ Aᴛʀᴀᴄᴄɪᴏ́ɴ ↬ᵞᵒᵒᶰˢᵉᵒᵏ
FanfictionReglas de la mafia a seguir: 1. No desear algún miembro de la familia del enemigo. 2. No traicionar. Kim Taehyung rompió la primera. Park Jimin cometió la segunda. Min Yoongi no perdona. Jung Hoseok pagara las consecuencias. ⚜ ‐Pareja principal...