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Llegue a casa, deje mis llaves en un mueble pequeño junto con mi bolsa, me quite los tacones (un gran alivio) y me puse mis pantuflas.
—Hola desconocido.— dije mientras me acercaba al sofá.
—Hola desconocida.— lo mire sentado y vi que estaba muy bien vestido, aquel chico castaño, se iría de fiesta.
—Vaya, vaya hasta que llegaste, tienes 2 horas para alistarte, te prepare algo para que comas, vete a bañar, te deje en el cuarto todo listo.—

—Pero Oliver ya está cambiado.— rodee los ojos mientras le robaba palomitas.
—Te estoy hablando a ti tonta.—
Voltee a verla incrédula ante su comentario, obvio yo no iría a cualquier lugar que ella pensara que iría.
—Olvídalo si crees que saldré.—
—No te estoy pidiendo permiso, ve y arréglate y pobre de ti que no quieras acompañarme, quiero que te distraigas y aparte hace mucho que no salimos juntas de fiesta.—
—Te odio.—
—Te odio más.—
—Mínimo me dirás a donde iremos?—
Oliver rodó los ojos y suspiró —Cometí el enorme error de comentarle que mi jefe ira a una fiesta que hará la familia adinerada de la ciudad y pues nos obligó a ir.—
—Mira mentiroso, no te obligue porque a ti te invitaron.—
Él lo miro sorprendido —¡pero yo no quería ir!.—
—Agh, no seas dramático, te divertirás.—
—Oliver, pensándolo bien, tienes todo mi permiso para llevártela, ya no la quiero.— ella volteo a verme ofendida.
—Mira Aly, si no quieres que te suba yo misma y te cambie a la fuerza y te maquille a mi manera, será mejor que te apures, que hoy de que sales con un partidazo adinerado, sales con uno y olvídate si crees que te dejaré sola eh.—
—¡La desgracia me persigue!.- grite dolida mientras hacía pucheros.
—Tenían que ser tan dramáticos.— Emily rodó los ojos mientras se acercaba a Oliver.
—No se de quien lo aprendimos.— Oliver comía palomitas mientras la miraba riéndose.
—Eres un idiota.— Emily le dio un pequeño golpe en el brazo y se sentó arriba de sus piernas.
—Tu idiota favorito.—
—Y por eso te amo tanto.— lo beso gentilmente en los labios.
—¡Cursis!— grite desde las escaleras.
—¡Apúrate!.— gritaron los dos.
      Realmente me alegraba por ella, ella era una chica hermosa, pelo rubio oscuro, ojos miel, nariz perfilada, su aspecto era como el de una modelo, tenía el carisma para caerle bien a todos y eso lo envidiaba de ella, tenía la facilidad de hablar con las personas, nunca se le dificulto conocer gente nueva, sin embargo a mí siempre se me dificulto, por eso nunca tuve muchos amigos.
Entre en mi cuarto, no podía creer lo que miraba, un hermoso vestido rojo con lentejuelas y un escote de V por ambos lados, y con una partidura en la falda, para mostrar pierna.
Abrí la puerta.
—¡Estas loca si crees que usare esto!—
—¡No tarde toda la tarde buscándolo para que vengas hacer un drama, póntelo y ya!.— estaba completamente loca, esto jamás se me miraría bien, digo, está hermoso pero no tengo el cuerpo para lucirlo, podré tener cintura, pero no tengo lo demás, pero igual, no es como que tenga elección.
       Me dio un pequeño flasback, me dolió el corazón.
Recordé aquella foto que tenía en el buró de noche, la saqué y me mire ahí feliz, en un hermoso vestido  rojo, en un salón donde caían pequeños pétalos de rosas, estaba sonriendo mientras miraba el espectáculo.
Ahí me pidieron matrimonio, William aprovecho la celebración de un amigo suyo para prepararme una sorpresa, una propuesta de matrimonio.
Saque la foto del marco y la rompí en mil pedazos.
-Lo que no te mata, te hace mas fuerte... Quiero pensar...


Después de salirme de bañar me seque el cabello, me maquille de una forma sencilla y rápida, lapiz labial rojo, mascara para pestañas, iluminador en los pómulos y listo.
Deje que mi cabello se secara, formando unos risos naturales en mi cabello el cual sobrepasaba ligeramente mis hombros, me puse unos aretes y mire la cajita que me había dejado mi abuela junto con una nota:


"Cuídalo y cuidará de ti, con amor, tu abuela"


     Había un hermoso collar con diamantes pequeños pero muy brillantes y una pequeña piedra de zafiro del tamaño de una ciruela muy brillante también.
—Desde el cielo me sigues dando detalles, tan linda como siempre nana.—
Tomé mi bolso pequeño negro, un abrigo de ribete lanudo y salimos de casa.

LA REINA MALDITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora