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Era un nuevo día.

La noche anterior, Yeonjun se había quedado en casa de Soobin viendo su serie hasta que la lluvia paró. A pesar de las insistencias del mayor, el menor pudo irse de su casa, alegando que debía pensar las cosas.

Soobin, a duras penas, lo dejó irse. Temía que si lo dejaba irse, no volviera.

— Junnie, ¿Quién es la persona que te llamó el otro día? Pensé que tendría un cliente nuevo.— su tía acababa de aparecer en la cocina, sosteniendo los platos sucios que acababa de sacar de su habitación.

Yeonjun alzó la cabeza de los papeles sobre la mesa para mirar a su tía.

— Se equivocó de número.

— ¿Tantas veces?

El menor asintió, incómodo, volviendo a lo suyo. ¿Cómo reaccionaría la mujer al saber que le había hablado a un escorpio?

— ¿Viste lo del asesinato en Estados Unidos? Debió ser Aries.

— Hmm.

Siguió mirando los papeles, mordiendo el bolígrafo en sus manos como si estuviera haciendo algo importante. De lo que menos quería hablar en ese momento era de signos. Se sentía como si estuviese traicionando a toda su familia por el simple hecho de gustar de un chico del mismo signo que el tío que le hizo la vida imposible a su tía.

— Jun, ¿Qué ocurre? ¿Alguien te molesta? Sabes que siempre puedo ir a echar a cualquier acuario que esté por ahí.

El menor evitó reír. Nunca mencionaban aquel signo en casa, por una razón que ahora veía como estúpida.

— Es un escorpio, Tía Yeon.— habló, dejando el bolígrafo sobre la mesa. Si era una razón estúpida, no tenía por qué evitar hablar de ello. ¿Seguramente lo desheredarían? Sí. ¿Le importaba? No mucho.

— Dios mío, ¿te ha hecho algo?— la mujer fue a sentarse a su lado, tomando el rostro de Choi como si a este le hubiera pasado algo grave. Lo inspeccionó, buscando alguna evidencia de que le hayan hecho daño.— ¿Suele ir por ahí? Puedo-

— Tía Yeon... Es mi novio.— ni siquiera lo pensó antes de decirlo. No eran novios, pero su tía debía entender que Soobin no era malo de la peor manera, ¿no? Además, no era totalmente mentira. Lo había estado pensando la noche anterior, y saber el signo de Soobin no cambiaba nada entre ellos. ¿Acaso la personalidad del mayor y su forma de tratarlo cambiaron cuando pasaron el final del día juntos? No, incluso se encargó de hacerle sentir como en casa.

— ¿Qué?

La mujer miró a su sobrino esperando a que dijera algo que le indicara que había escuchado mal, pero eso no pasó.

— Soobin es mi novio, y es escorpio. Sé que lo pasaste mal con el tío, pero eso no significa que todos sean malos. Puede que-

— Yeonjun, cállate, por dios. No entiendes nada, ¡son malvados! Está jugando con tu cabeza. Cariño, tienes que darte cuenta de que solo quiera aprovecharse de tí y-

— ¡Basta! Soobin no es así.

— En mis tiempos Soobin era el nombre del mismísimo diablo.

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Taehyun se encontraba detrás del mostrador, riéndose a carcajadas de lo que su amigo le acababa de contar. Yeonjun estaba en frente suya, apoyado en la encimera dándole la espalda a la puerta.

— No puedo respirar.— limpió una lágrima que se le había escapado después de escuchar el relato de Yeonjun, arreglando su uniforme.— Cuando vaya a una iglesia gritaré "Soobin" a ver si me echan.

— ¿Por qué gritarías mi nombre?

Yeon se dio la vuelta, viendo a Soobin en frente suya, con su habitual mochila a la espalda.

— Porque eres el mismísimo diablo, según la tía Nayeon.— informó Kang, antes de que Yeonjun pudiera siquiera asimilar que Soobin estaba ahí, nuevamente.

— ¿Quién? Oh, creo que ya sé de quién hablamos.— Soobin sonrió, acercándose al mostrador para estar lo más cerca posible de Yeonjun.— ¿Y bien? Veo que has hablado de mí en casa, ¿me odian tanto como para prohibirme salir contigo?

— Definitivamente, sí.

Ambos rieron suavemente, sumergiéndose en aquella burbuja que se creaba a su alrededor día tras día.

— ¿Entonces me vas a echar de la tienda y me vas a prohibir acercarme a tí?— cuestionó Soobin, bromeando con el tema, pero con un ligero temor en su pecho, casi nulo. Yeonjun no podía rechazarlo solo por eso, ¿no?

— Exactamente.

Los ojos de Yeonjun le indicaron que estaba bromeando, por lo que se inclinó sobre el mostrador para tomar la barbilla del chico.

— De acuerdo, entonces te espero a la salida.

Sin permiso alguno, besó la frente de Yeon, saliendo del establecimiento, más tranquilo que antes.

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