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No había visto a anthony desde el día que fuimos al cine, nos habíamos mantenido en contacto pero algo sin importancia, me dijo que saldría de viaje y regresaba hoy domingo.

Estaba acostada en mi cama mientras que darla se pintaba las uñas de los pies.

–Solo te digo que su esposa te va a desgreñar Ania– darla era bastante sisañoza.

–Me dijo que están separados. Es su ex, no su esposa– la muy perra logró sembrarme la duda.

–¿Y si te mintió?

–No lo creo pero aún así...¿que quieres, que le pregunte a sus hijos? 

–Podrías...

–Como crees... maldita sea darla por que me metes ideas en la cabeza– le tire un cojín y la estupida solo se rio.

Mi celular timbro y era nada más y nada menos que anthony.

–Hola– respondí.

–Hola linda ¿Como estás?

–Bien y tú?

–Bien, justo vengo bajando del avión.

–Me da gusto saber que estás de regreso– darla empezó a hacer caras de enamorada como si estuviera imitándome.

–¿Puedo invitarte a cenar?

–Si...– respondí dudosa mientras mi mente repasaba mi agenda.

–Paso por ti más tarde.

–¿A donde te invito? Anda cuéntame Ania– darla comenzó a molestarme picándome las costillas.

–Ya, ya... a cenar.

–¿Te lo vas a cenar a él?– pregunto moviendo las cejas.

–DARLAAA– le tire una mirada asesina.

–Por Dios Ania, podría jurar que eres virgen de nuevo. Llevas tanto sin coger que Dios... – se tiro de espaldas a la cama.

–Tu que sabes– me reí.– ademas, no soy tan promiscua como tu.

–Uy pues perdón por ser la deshonra. Y sabes que? Ya me voy, no puedo con tu falta de respeto– se rio, tomó su bolso y se despidió de mí.

Darla era una loca. Aproveche que se había ido para meterme a bañar y ver que iba a ponerme. Tan estupida ni siquiera le pregunte a donde iríamos así que opte por algo sencillo. Un pantalón negro, unas botas y un suéter azul claro. Peine mi cabello en ondas y después me maquille.

Unas horas más tarde anthony estaba esperándome abajo. Baje enseguida.

¿Se me notará que se me cae la baba cuando lo veo?

–Hola– sonrió haciendo que esos hermosos hoyuelos aparecieran. Me tomo por cintura y me dio un beso en la mejilla.

Me abrió la puerta para que subiera. Amaba esos detalles aunque no se si sea por caballero o para que no azote la puerta...

–Ania...– se veía nervioso.

–¿Si?

–¿Te parece bien si cenamos en mi departamento? Estoy un poco cansado y no quiero andar por ahí... pero quería verte.

–Está bien, no te preocupes– le sonreí y el me la devolvió. Arrancó su coche y avanzó entre las calles.

Si está invitándome a su departamento, quiere decir que vive solo y que no me mintió y si se separó de su ex mujer. Eso me deja más tranquila.

Llegamos a un edificio que se veía bastante elegante, pero en realidad no era un simple departamento... era un penthouse y era precioso. Grande y espacioso. El piso era de madera, las paredes grises. Unos cuadros enormes y un tanto extraños adornaban las paredes.

–Siéntate donde quieras– me dijo al entrar a la casa. Él se metió por un pasillo y yo me quede admirando el lugar.

Camine para observar con detalle cada elemento de la casa hasta que tope con una fotografía en donde aparecía anthony con su ex. La tomé y la observé con detenimiento, no pude evitar sentir celos. Deje la foto en su lugar y me senté en uno de los sillones, que eran bastante cómodos por cierto.

–¿Te ofrezco algo de tomar?– se había quitado la chamarra y suéter que llevaba anterior mente. Solo llevaba una sencilla camisa blanca y sus pantalones de mezclilla.

–Un té, está bien.

–¿Un té?– anthony hizo cara... no se si de confusión o de asco.

Me reí. –Bueno... que me ofreces?

–¿Enserio quieres un té?– se rio y yo asentí. Se dio la vuelta y me metió a la cocina. A los pocos minutos volvió con una taza en la mano.

–Gracias– tomé la taza entre mis manos.

Narra anthony.

Ania era Preciosa. Tenía unas facciones tan dulces y delicadas. Me traía a ella como la luz a las polillas. Con ella me pasaba algo diferente... muy diferente. No deseaba llevármela a la cama. Ósea, si pero no tenía ese deseo carnal desenfrenado y eso que tenía unas muy buenas curvas pero yo solo quería estar con ella, su compañía. Verla reír, me gusta con la pasión y cariño con la que habla de sus niños... ella es tan diferente.

Me da paz estar con ella, en todos los sentidos.

–¿Vives solo?– me pregunto Ania mientras observaba el lugar.

–Si Vivo solo... bueno aveces se quedan mis hijos acá pero son pocas veces. Su mamá es algo... delicada.

–¿Delicada? – ¿Como le explicó a Ania que Debora es intensa con los gemelos? Que no confía en que yo pueda cuidarlos y Matías bueno... sigue enojado conmigo por que nos separamos aunque claramente el culpable no fui yo.

–Es una madre sobre protectora.

–¿Aún la amas?– ¿Por que me pregunta eso? Que difícil.

–Es complicado Ania... la quiero, la adoro, hemos pasado por tantas cosas juntos pero aveces las personas no pueden o no están destinadas a estar juntas por más que nos aferremos.

–Ah... ya entiendo...– se quedó callada.

–Y dime... creo que esto lo debí preguntar desde el día uno que te invite a salir pero... tienes algún novio, esposo, amante?– tan pendejo nunca me preocupe por preguntarle.

–Si lo tuviera no estaría aquí– se rio.

Narra Ania.

Nos sentamos a cenar y seguimos platicando de las banalidades de la vida. Anthony era un tipo con una personalidad tan bonita... con un corazón puro, simpático... quiero alejarme de él pero ya no puedo... No quiero hacerle daño. Ni que nadie lo dañe.

Me acerqué a él tomándolo desprevenido y lo besé, así como quería hacerlo desde el momento en que llegó por mi.

Sus besos eran tan dulces. Sin darme tiempo a nada me jalo y me sentó en sus piernas mientras seguíamos besándonos, podía sentir sus manos firmes rodeando mi cintura.

No quiero enamorarme pero creo que es demasiado tarde.

Double Vision Donde viven las historias. Descúbrelo ahora