"Dale, pibe, bienvenido. Sentate al lado de Mauricio."
Esas fueron las ocho palabras que lograron ponerles los nervios de punta a más de uno en la habitación. Y, por cuestión de obviedad, todas fueron con diferentes razones.
Cristina, quien estaba sentada adelante con una sonrisa tan grande que únicamente utilizaba con los profesores, quiso degollar a todo el mundo. El gesto que llevaba plasmado en los labios con rapidez se transformó en una mueca de disgusto. Como era la colorada del curso y jamás podía quedarse callada; terminó levantando la mano.
ーUh, ya se va a quejar. ーBullrich, quien estaba sentada en la mitad del curso contra una de las paredes, no tardó en darse vuelta para comentarle aquello a Vidal. Ambas, como medio odiaban a Fernández, terminaron riendo por el comentario.
Por supuesto que la pisciana las escuchó, simplemente tenía demasiada clase (y muchas ganas de quejarse) como para darse vuelta y ponerle los puntos a la rubia. Generalmente le preguntaría si tenía un problema con ella y ello llevaría a una discusión que tenían siempre.
Los dos adultos a cargo ignoraron la mano levantada de la chica. Eso mismo fue otro motivo de burla por parte de sus compañeros.
Las otras dos personas que también se pusieron nerviosas por aquellas ocho palabras, a diferencia de la colorada, se encontraban nerviosas. Mauricio, sentado tan atrás como su popularidad lo permitía, había comenzado a mover el pie por debajo del pupitre. Alberto, quien seguía adelante de todos, no tardó en juntar sus manos por detrás de su espalda y jugó con sus propios dedos índices.
Cristina le dedicó una mirada furibunda, indicándole que dejara de hacer aquello. Sin embargo, Beto atinó a pedirle auxilio porque no sabía por dónde escapar.
ー¿Qué pasa, hijo? ーMenem preguntó, acercándose al adolescente que dejaba ver que se había enderezadoー. No estés nervioso.
ーNo... pasa que... ーPasó saliva visiblemente, todos consideraron que esa fue una acción totalmente tierna. Incluso el de ojos celestes lo pensó así.
Lindo. Mauricio frunció el ceño con fuerza al notar que ese fue su pensamiento por el accionar del otro chico.
ーNo sé quién corno es Mauricio.
En un deje de valentía, o quizás de estupidez, impulsado por su último pensamiento; Macri terminó apoyando ambas palmas de sus manos para sostenerse por la madera a la hora de levantarse y colocarse totalmente de pie. La silla en la que estaba sentado fue empujada levemente con la parte trasera de su rodilla, arrastrándose y con ello generando un pequeño chirrido que llamó la atención de todos en el aula.
ーYo soy Mauricio, lindo. ーHabló, deslizando una sonrisa por el par rosado en cuestión de segundosー. Pero me podés decir como quieras.
El curso, quienes realmente esperaban eso, no tardaron en festejarle el chamuyo salvo el grupito que realmente odiaba al actual presidente de la clase.
Beto atinó a alzar ambas cejas. Su prima se dio vuelta tan rápido como se le fue posible, clavándole la mirada, encontrándose con que Mauricio no le devolvió la misma porque estaba ocupado viendo al nuevo alumno con detenimiento.
ーPodés decirle gato, Alber, total es uno por tiempo completo. ーCristina habló. Mauricio calló. Todos quedaron sorprendidos.
ーLo que faltaba, además de gato y medio chanta... ーNico Del Caño tomó la palabra en aquel caótico curso, dándole un sorbo al mate que tenía escondido de la profesoraー. Tenía que ser puto.
ー¡Del Caño! ーLa voz de la profesora se hizo sonar, aunque quedó enterrada por las risas del curso en común.
ーPuto y todo pero bien que en el UPD me quisiste chupar la pija, Nico. ーDejó de observar a Alberto para responderle al castaño, tomando asiento nuevamente. La sonrisa que enseñó fue cargada de picardía recordando la fiesta que se hizo al comienzo de año en la casa de Massaー. ¿O acaso te olvidaste de cuando me esperaste afuera del baño con la doble?
ーMiralo vos al Nico... ー Massa no tardó en carcajearse, aunque segundos atrás había estado del lado del yerbero del curso.
En medio de tanto intercambio homosexual, de tantos trapitos al sol y de completo descontrol; Alberto se dirigió hasta el asiento que le correspondía.
En el momento en el que escuchó que el de ojitos azules era medio solicitado; se aburrió como ql buen ariano que era.
Mauricio lo observó de reojo hasta tres veces, pero como ninguna de esas miraditas furtivas fue devuelta; se limitó a seguir escuchando la clase de historia.
Ya iba a tener tiempo para hacer que cayera ante sus encantos.
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Las elecciones de la vida.
HumorSe acercan las elecciones presidenciales de la clase. Mauri quiere seguir siendo el que esté al mando, y todo parece estar a su favor para que así sea, sin embargo; la postulación de Alberto logra cambiar las cosas. Y no solo para las elecciones, si...