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Alberto fue uno de los últimos en quedarse en el aula cuando sonó el timbre que daba lugar a la hora del almuerzo. Estaría completamente solo de no ser que su compañero de banco se había quedado haciendo tiempo para poder hablarle a solas.

ーAsí que... ーEl acuariano comenzó a hablar, llevándose la diestra hasta el cabello casi rubio para llevarlo hacia atrás a la par que se inclinaba hacia adelanteー. ¿Sos algo de la colorada o ni?

Beto siguió acomodando los libros de historia y sus apuntes dentro de la mochila, ignorando por el completo al ojiazul que estaba a su lado.

Sería mentira no admitir que tenía conocimiento sobre la existencia del presidente de la clase, sobre todo cuando su prima se quejaba en las reuniones familiares sobre el acuariano trolo que le había quitado el puesto de la presidencia desde hacía un año. Pero, según la descripción de su familiar, el chico era todo lo contrario a lo que se había mostrado.

Salvo la parte en donde lo acusaba de ser un gato.

Alberto había encontrado en la mirada celeste un sinfín de cosas que, si buscaba la profundidad necesaria, no tardarían en llamarle la atención. Con tan solo escuchar esa labia y la forma en la que se paraba podía adivinar el porqué había ocupado el puesto de su prima.

Mauricio Macri, a los ojos del futuro estudiante de leyes, no era nada más ni nada menos que un chamuyero del montón. De esos a los que en algún momento se lo encontraba con las manos en la masa. No quería verse involucrado con alguien que podía darle la vuelta en pocos segundos.

Aún así, como en su casa le habían enseñado a ser educado; atinó a asentir.

ー¿Te comió la lengua el gato o qué? ーPreguntó el de ojos celestes, apoyando el codo sobre el escritorio para así poder recortar su mejilla sobre el puño de ese brazo correspondiente.

Alberto comenzó a cerrar la mochila, antes de responder carraspeó: ーQue yo sepa todavía no me la comiste.

Ambos chicos en el salón se quedaron en silencio luego de ese comentario. Las reacciones fueron completamente diferentes. Por supuesto que el de pelo gris se quedó mirando el pizarrón con el ceño fruncido, cuestionándose el porqué había dicho eso que sin esfuerzo alguno podría ser sacado de contexto.

El otro presente atinó a ensanchar su sonrisa divertida, sintiéndose completamente a gusto con esa respuesta.

Chico de carácter, me gusta. No pudo evitar pasear el ápice de su lengua por el inferior de sus labios tras pensar en eso, volviendo a desordenar su cabello con insistencia.

ーMuy bien lo dijiste. "Todavía". ーRemarcó la última palabra pronunciada, intentando modular más de la cuenta para que se notará la expresión burlona que teníaー. Si se da o no, nos lo va a decir el futuro. ¿Creés en el destino, Beto?

A los dos les recorrió una especie de corriente eléctrica que consiguió que se les pusieran los pelos de punta tras ese apodo.
Quizás fue la forma en la que lo dijo, o que cada vez se inclinaba más a él y que gracias a eso el codo del recién llegado rozaba un tanto con el pecho del presidente de la clase, también podía ser el hecho de que se consideraban atractivos mutuamente.

Pero Alberto se caracterizaba por ser un chico que no caía ante encantos que se utilizaban con todos. Así que, juntando valor, giró el rostro hacia un costado para encontrarse de lleno con el semblante ajeno.
Elevó ambas cejas, arrugando un tanto la nariz al notar el ardor en sus ojos por los lentes de contacto, y soltó un corto respondió.

Ambos se observaban expectantes, en silencio, esperando que el otro fuera el primero en responder esa pregunta. 

Alberto se levantó, apoyando el costado de su cadera contra el borde del escritorio, manteniéndose de pie gracias a este, sin quitar la mirada del otro.

ーSi el destino me lleva a vos, dejame decirte que no; no creo. ーLa voz no le tembló, mucho menos sonó falso. Fue tan convincente que incluso se sorprendió a él mismoー. Así que procurá no cruzarte mucho conmigo. Yo no soy ninguno de los chabones que te podrás haber chamuyado antes, así que cuidado.

Dicho aquello, el nuevo terminó dándose vuelta, encaminándose hacia la puerta.

Mauricio tomó una profunda respiración, una que sus pulmones necesitaban, puesto que no se había dado cuenta del momento en el que se había privado de oxígeno, y soltó una larga carcajada, negando luego.

Sin dudas, si intentaba hacer que el de ojos color cielo se alejara de él con esa clara advertencia, la cual se notaba que venía con conocimientos sobre su historial, había logrado todo lo opuesto.

ーPero qué pibe más creído, uno ya no puede ser amable. ーSe dijo a sí mismo, sonriendo con diversión al saber que sus palabras no iban con verdad. Terminó parándose, trotando detrás del chico, puesto que recordó que su trabajo como presidente de la clase era mostrarle el lugar al nuevoー. ¡Eh, humiento de cuarta, bancame que te tengo que dar el recorrido!

Alberto apretó el paso, doblando en una esquina, Mauricio hizo lo mismo pero, al girar, se encontró con que el ariano había caído en manos de su prima.

La pisciana miró hacia atrás y le dedicó una sonrisa triunfante. Una que, por cuestión de obviedad, él se la devolvió para demostrarle que mucho no le importaba. Aunque en realidad lo hacía.

El de acuario se dedicó a llegar a la cafetería para buscar a sus amigos y esperar a la próxima hora donde estaría al lado del chico por el resto de la mañana.

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⏰ Última actualización: Mar 18, 2021 ⏰

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