Drabble 2

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Trabajar junto a Kagami era una odisea.

Entre que al ser residente debía enseñarle y él prefería atender a los pacientes solo, y que no se quitaba de la mente una y otra vez la imagen del pelirrojo de la cabeza...

Ahora se encontraba entre un gran debate emocional en si contarle todo, o simplemente callar.

-Te dije que no podías actuar por tu propia cuenta -lo regañó después de tratar a un paciente.

-No estabas, y el paciente necesitaba que se le realizasen unas pruebas.

-Deberías haber pedido a otro médico, eres de R1, no puedes pedir pruebas sin la firma de un médico.

-Haberme explicado, o permíteme pedir pruebas complementarias -se defendido-. Joder, no me dejas hacer nada.

-¿Otra vez peleando, Dai-chan? -preguntó Momoi, cansada de la situación de esos dos.

-Tengo que subir a quirófano, y tú no entras conmigo, no quiero discutir mientras operó -le señaló la cantidad de informes que había en el puesto de recepción-. Estúdiate esos casos, y cuando sepas darme un diagnóstico de ellos, entonces hablamos.

-Creo que no fue una buena opción ponerte con Dai-chan... -murmuró suspirando-. Pero tengo fe en que podréis llevaros bien y ser un buen equipo.

-Como no bajé sus humos, lo dudo -sin más, fue a revisar dichos casos y estudiarlos.

Kagami estaba ya cansado. Él quería aprender, pero con Aomine de adjunto le era muy difícil, ya que sólo le daba estudiar expedientes y casos, cuando atendían a los pacientes todo lo hacía él mientras que a él no le dejaba ni auscultar al paciente.

Al menos se llevaba muy bien con Takao, el jefe de enfermeras que era esposo de Midorima, el director del hospital, con la propia Momoi, quién siempre le hablaba amablemente y le ayudaba en todo lo que necesitaba, y también con Kuroko, otro enfermero de urgencias.

-¿Todo bien, Kagami-kun? -estaba tan deprimido, que ni se asustó de la repentina presencia del de cabellos celestes.

-¿Aomine es así de antipático?

-Ya te irás acostumbrando. No es antipático, le gusta que todo salga bien. Quizá es que tiene un mal día.

-Pues entonces tiene malos días siempre, porque desde que estoy aquí, todo lo paga conmigo, cuestiona todo lo que digo o hago, y encima, no me permite hacer nada. Se supone que me debe ir preguntando sobre qué es lo que podría tener el paciente, qué debería hacer y cosas así, así es como se enseña a un residente.

-Díselo -dijo tranquilamente, tomándose un batido de vainilla que Kagami se cuestionó que de dónde lo había sacado.

-Estoy harto de hacerlo, y mira como acabamos siempre.

Hasta sus oídos llegó la voz de una mujer de mediana edad que acababa de llegar a la recepción de urgencias junto a un niño de su mano.

-Busco al doctor Aomine o a la doctora Momoi.

-El doctor Aomine se encuentra en quirófano -respondió la recepcionista, tomando el teléfono para localizar a la doctora mediante su busca-. Kagami-kun -llamó al pelirrojo-, busca a la doctora Momoi, por favor.

Taiga se acercó a la mujer y al pequeño, llevándose una completa sorpresa; ese niño era una pequeña copia de él mismo.

¿Acaso el destino estaba jugando con él o tomándole una broma pesada?

¿Por qué ese niño era su viva imagen exceptuando los ojos azules?

Rojo y Azul (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora