Capítulo 06

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"Listo, señora Piedad, ahora debo irme. Por favor, cualquier cosa me llama al celular."

Intenté no gritar demasiado fuerte, aunque la niñera de Oliver se encontraba en la cocina y yo ya estaba en la puerta, cargando con mi gran trípode en mis manos y la cámara colgando hacía un lado. Todas las mañanas, antes de ir a la Universidad, me tocaba decirle las mismas palabras a la mujer, ella era muy linda y sencilla, sin embargo había descubierto que a pesar de no pasar de los cuarenta años, la pobre tenía el sentido del oído muy poco desarrollado, a veces había que repetirle las cosas unas dos o tres veces hasta que las entienda.

Debido a que las clases iniciaban muy temprano, casi nunca lograba encontrar a mi pequeño despierto para despedirme, solo me encargaba de comerlo a besos antes de irme y ya era cuando estaba de regreso que pasábamos el tiempo disfrutando, eso si no tenía ningún evento que fotografiar o sesión fotográfica que hacer para la revista.

Una vez escuché una aprobación de parte de Piedad, salí de mi casa y cerré con seguro la puerta.

"Ven, te ayudo con eso."

"Zabdiel, no pesa tanto, puedo ponerlo yo solo en la parte trasera del auto."

"O puedes irte sentando y colocando la calefacción, hace frío ¿No crees?"

Bufé, obedeciendo muy a regaña dientes, le entregué el trípode y fue él quien se encargó de acomodarlo en los asientos traseros, colocándole incluso el cinturón para que no se moviera de su lugar. Me senté en el lugar del copiloto e hice lo que me indicó, no me tomó mucho encontrar el botón, ya otras veces lo había visto colocándolo cuando me recogía de clases.

Sí, digamos que aquel día acepté su propuesta, ahora soy el "amigo" de Zabdiel de Jesús, el gran heredero de la empresa Dj-Alfa, una de las más conocidas en el país y seguro fuera de este también ¿Cómo pasó? No tengo idea ¿Qué si estoy feliz? Bueno, ignorando el hecho de tener a mi omega llorando de felicidad cada que Zabdiel me sonreía o simplemente me hablaba de cosas triviales, digamos que lo estoy tomando tranquilamente bien.

Después de una larga charla sobre cuándo o que días vernos, mejor dicho, le expliqué que yo no contaba con un horario fijo, no sabía que días me necesitaría la empresa y tampoco sabía si tendría demasiadas tareas en la Universidad como para salir con él, eso además de contar con un pequeño de hermosos ojos café y cabello negro que me robaba muchísimo tiempo,
aunque yo encantado le entregaba cada segundo de mi vida a mi pequeño Oliver.

Zabdiel hizo los cálculos, me pidió mi horario de clases y al día siguiente me lo encontré estacionado fuera de mi casa, esperando para llevarme a la Universidad, luego me recogió, eso
hace ya una semana. Él aún no entra a mi casa, no le he dado la oportunidad, es el único alfa que ha podido conocer a mi pequeño y no quiero apresurar absolutamente nada.

Venga, Christopher ¿Qué vas a apresurar si solo son amigos? Solté un largo bostezo, despejándome un poco, mientras el auto iniciaba con su típico recorrido, ahora que iba con Zabdiel, llegaba mucho más rápido a la Universidad, pero eso no evitaba que me levantara todos los días a la misma hora, al final ya estaba acostumbrado, así que de vez en cuando observaba a Zabdiel tomar los caminos largos antes de llegar a nuestra parada, no me molestaba, nunca le dije nada, siempre era bueno estar a su lado, aunque me estuviera ilusionando, se sentía muy bien.

"¿Cansado?"

"Algo. Uno de mis profesores me dejó una tarea gigante, creo que he dormido solo unas dos o tres horas, me siento muerto." Otra de las cosas que admiraba de nuestra relación actual, después de una semana de esto, era mi capacidad de ya poder hablar con él sin ponerme nervioso o sin sonrojarme como una colegiala. O era muy buen actor o las cosas me estaban saliendo peor de lo que esperaba y mi omega en vez de alejar el sentimiento, a cada segundo conseguía más comodidad con el alfa de Zabdiel.

The Perfect Omega | Adaptación |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora