Cerré mis ojos con fuerza cuando sentí como poco a poco el sueño me iba abandonando, no quería despertarme, estaba más que cómodo y caliente arropado entre esas suaves sábanas, con el cuerpo de Zabdiel tan pegado al mío, su pecho contra mi espalda mientras uno de sus brazos me sostenía firmemente por la cintura. Sí, no es que haya tomado o me hayan drogado, estaba más que consciente de lo que había sucedido la noche anterior y no quería volver a la realidad a preocuparme en ello.
Al final, abrí muy perezosamente los ojos, mi vista terminó de ceder y observé ese lado destruido de la habitación, con la luz de la mañana entrando por las ventanas rotas. Aguantando las protestas de mi omega por quedarnos en cama en los brazos de quien él consideraba, su alfa, recordé que tenía poco tiempo, pronto el celo volvería a nublarme los sentidos y si no era mi olor el que despertaba a Zabdiel, sería yo rogándole que me haga suyo de nuevo, como si mi parte trasera no estuviera ya moldeada para él por todas las veces que lo hicimos durante la noche y gran parte de la madrugada.
Con cuidado, tomé la muñeca de la mano de Zabdiel y aunque este protestó aún dormido, me moví con cautela para lograr sacarme su brazo de encima. Parándome de la cama, lo primero que hice fue buscar mis bóxers y mi pantalón, no era buena idea tomar un baño.
Observé mi celular y solté un sonido parecido a un gruñido al observar las diez llamadas perdidas de Joel, y un par de Gabriela. Estaba intentando realmente no pensar en lo que había ocurrido la noche anterior, no quería que mi mente o los malos pensamientos me dominen y termine llorando al pensar que la unión que sentí durante la noche fue solo nuestro lado animal follando. Ambos en celo, no había mucho que razonar. Soltando un largo suspiro, presioné el botón para devolver la llamada de Joel y coloqué el celular cerca de mi oreja.
"¿Christopher?" Escuché la alarmada voz del amigo de Zabdiel.
"Sí." Caminé por el enorme penthouse buscando el baño, tenía que confirmar lo que mis recuerdos me decían.
"Oh, santo Dios ¡Estás vivo! Hombre, te he estado llamando como cincuenta veces ¿Dónde has estado? Estaba considerando llevar a la policía al penthouse para saber si había un cadáver por ahí."
"Sí, que gracioso, Joel." Suspiré, al fin encontrándome con el gigantesco baño, intentando no admirar detalles, me coloqué frente al espejo, confirmando lo que recordaba. "No me mordió..." Murmuré más para mí que para Joel, aunque claramente él pudo oírlo.
"¿No? Bueno, eso es sorprendente considerando la situación de los dos, quizás simplemente su alfa no te quiere o Zabdiel es el único alfa no posesivo de la historia mundial."
Claro, no me mordió el cuello, lo demás estaba hecho un desastre entre tantas marcas de propiedad rojas por cada lugar de mi abdomen e imaginaba que espalda igual. Si lo pensaba, aún sentía sus cálidas mordidas devorándome y robándome hasta el último aliento, me sorprendió no desmayarme durante la noche.
Mierda.
"Joel, escucha." Volví lentamente a la habitación de Zabdiel. "Necesito salir de aquí, él ya está bien y yo no. Quiero ir a mi casa."
"Sí, por eso mismo te llamaba, no sabía si deseabas quedarte con él o..."
"Mi casa, Joel. Ahora."
"De acuerdo, de acuerdo." Él suspiro "Vístete, te mandaré un mensaje cuando el auto esté en el primer piso, ya sabes que no tienes nada de qué preocuparte."
"Sí, gracias." Iba a cortar, hasta que recordé otro detalle importante. "Espera, espera."
"¿Qué sucede?"
"Los supresores... Debes dármelos, los necesito y no tengo dinero para ellos."
"También pensé en eso, tranquilo. Kevin está llevando unos especiales para momentos como este, llegas a tu casa, lo tomas y todo estará bien, si no confías en una sola vez, después de ocho horas puedes tomar otro." Jamás había escuchado de estos, sin embargo no dudaba, por la seriedad de su voz, que eso era verdad. Muy aparte de que si no era verdad, seguro me encargaría de matarlo.
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The Perfect Omega | Adaptación |
FanficCuando eres la perfecta definición del Omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Christopher Vélez tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad ¿Qué alfa querría encarg...