"¿Novios?" Murmuré, sentí que mi corazón se detuvo cuando Zabdiel llevó nuestras manos entrelazadas hasta sus labios y le dio un suave beso al dorso de mi mano, regalándome otra de sus preciosas sonrisas. Estaba seguro que me iba a desmayar en cualquier momento.
"Sí, novios." Confirmó, aunque ambos sabíamos que yo lo había escuchado muy bien. "Y antes que digas algo más, estoy preparado para un "No" como respuesta, la cosa es que... No soy alguien que se rinda tan fácil, menos cuando algo le importa, así que aunque digas que no..."
"Sí."
"...Pienso preguntártelo a cada hora de cada día de cada sem- Espera ¿Qué dijiste?"
"Sí. Sí. ¡Sí! ¡Que sí quiero!"
Por primera vez en mucho tiempo tanto mi omega como yo estuvimos de acuerdo en algo que tenga que ver con Zabdiel, llevé mis manos a sus mejillas y tiré de su rostro para atrapar sus labios en un beso, uno que él no tardó en corresponder, rodeándome por la cintura mientras alejaba mi cuerpo de los azulejos y me presionaba contra el suyo, soltando un suave gemido. Sonreí cuando él gruñó, su pierna ya había escapado de entre las mías y ahora fui yo quien impactó contra su entrepierna debido al agresivo movimiento.
Dejé que su lengua hiciera de las suyas en mi boca hasta robarme el aliento por completo, separándonos para jadear sobre el otro. Sentí como el ambiente se iba calentando y aunque una parte de mí indicó peligro cuando su mano fue bajando por mi espalda, volví a besarlo sin preocuparme en nada más.
Mi alfa, mío. Todo mío.
"Mi omega" lo oí murmurar cuando rompió un beso antes de iniciar otro, sus dedos tanteaban por mi parte trasera hasta que jadee apenas ubicaron mi trasero, dejando que roce una zona tan cercana a mi entrada que mis manos bajaron a sus hombros, enterrando mis uñas. Solté un gemido separando nuestras bocas, alejándome el poco de distancia que su posesivo abrazo me lo permitía.
"Zab-Zabdiel." Gemí, sintiendo mis labios tan calientes como empezaba a sentir todo mi cuerpo. No podía, aunque deseara tanto que nos quedemos ahí y que me hiciera suyo como aquella noche en su penthouse, una pequeña imagen de Oliver teniendo que aguantar a mi madre se encargó de desconcentrarme. Eso y que no quería avergonzarme teniendo que pasar por la sala para llegar a mi habitación y cambiarme los pantalones. "No se puede."
"¿Por qué no? Eres mío ahora. Puedo." Intenté no derretirme con sus palabras.
"Sí, pero tengo un hijo afuera que está soportando a mi madre, tenemos que salir."
"¿Luego?"
"Está Oliver..."
"Sal conmigo."
"¿Qué?"
"Que salgas conmigo. Mañana, hoy no se puede porque está Oliver y lo entiendo, pero quiero que tengamos una cita mañana, en mi apartamento." Me mordí el labio, nunca creí que fuera a regresar a ese lugar, o al menos no tan pronto.
"¿Y si me sale un trabajo para el domingo?"
"Lo cancelas."
"Me despiden."
"No importa." A pesar de su tono tan despreocupado que tanto odiaba, la enorme sonrisa en su rostro y como se le formaban pequeñas arruguitas a los lados de sus ojos era más que suficiente para tenerme suspirando. Gemí, no podía decirle que no. "Es broma, bebé." Murmuró, acercándose para besar cada uno de mis párpados, eliminando los rastros de lágrimas que mi muñeca no había podido. "Pero en serio me muero por tenerte conmigo... A solas."
"De acuerdo." Mi mano subió hasta que mis dedos se enredaron entre sus cabellos. Dios, no sabía cuánto había anhelado hacer esto. "Si mañana no tengo trabajo, le diré a Gabriela que cuide a Oliver por la noche."
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The Perfect Omega | Adaptación |
Fiksi PenggemarCuando eres la perfecta definición del Omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Christopher Vélez tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad ¿Qué alfa querría encarg...