II - Doctora, un chequeo general, por favor
Salimos de la tienda tan rápido como nos fue posible luego de pagarle el anillo a la atractiva mujer de cabello negro. Me sorprendió su sonrisa amable y profesional, como si nuestro encuentro por el pasillo nunca hubiera ocurrido, de hecho, me sorprendí a mí misma cuestionando mi sanidad mental, ¿acaso lo había alucinado? Imposible, era la primera vez que la veía, no tenía ningún sentido. Tenía el estómago revuelto y un nudo se formaba en mi garganta. Había demasiados hechos que procesar en ese momento.
—¿Todo bien? —preguntó Kaira, tomándome del hombro, tratando de atraer toda mi atención.
La observé de reojo y volví a mirar la hora. Ya era demasiado tarde para ir a clase. Una tensión muscular se instaló en mi cuello, me ponía de los nervios llegar tarde, luego tendría que contactar a alguno de mis compañeros para que me pasara sus apuntes.. Miré de nuevo a Kaira, quien seguía esperando una respuesta.
—Sí, ¿por? —respondí, sin irme del todo de mis pensamientos.
—Porque has estado muy callada.
El autobús se detuvo con un chillido seguido del característico escape de aire que se escucha cada que utiliza el freno. Aprovechamos para subirnos y nos sentamos en el antepenúltimo asiento. Sabía que los baches y los policías se sentían peor en la parte trasera, pero tampoco quería enfrentar el infierno de salir de entre la multitud si el bus se llenaba más tarde.
—No estoy callada, estoy pensando. —Sonreí.
—¿En qué estás pensando? ¿En Max? —Codeó mis costillas, arrancándome una sonrisa estúpida mientras rodaba los ojos con fastidio.
Para ser honesta, no había pensado en él desde que nos retiramos de la tienda. Me removí en la silla de plástico, se me hacía bastante inquietante aquel pensamiento, pero no estaba segura del porqué y tampoco me apetecía darle tantas vueltas.
Intenté distraerme, pero la emoción de Kaira antes de que nos interrumpieran volvió a mi mente.
—Hablando de Max, ¿qué me ibas a contar antes de que él llegara?
—¡Ah! —Sonrió para sí—. Justo eso, que eran familia. De hecho, estaba a punto de preguntarle si te presentaba a su hermano. —Otro codazo sugerente.
Puse los ojos en blanco. Aunque su hermana aceptara ser un puente entre Max y yo, mis habilidades sociales eran, por decir poco, nulas. Siempre que intentaba hablar, las palabras se enredaban y terminaba diciendo cosas que me hacían querer desaparecer. Mejor admirar desde lejos, sin tener que compartir el mismo oxígeno... por muy creepy que sonara aquello.
Al llegar a la residencia me deshice entre las acolchonadas sábanas de mi cama individual. Kaira optó por darse un baño primero antes de acostarse en la suya, paralela a la mía. Entre una cosa y otra, me preguntó qué haría al día siguiente. Le respondí que empezaría a estudiar para el examen de Álgebra lineal que, según mi calendario virtual, sería en dos semanas y media.
Ella me acusó de exagerada, yo le respondí que no había nada como la seguridad del repaso, aunque no era del todo cierto. Sabía que repasaba mucho y solía irme bien, pero siempre había una pequeña voz en mi cabeza que susurraba que tendría la peor nota. Durante el examen, esa voz me hacía morderme las uñas mientras luchaba por concentrarme.
—Yo volveré a la tienda de antigüedades, tengo pensado realizar uno de mis proyectos finales en base a algunas cosas que vi.
—¿No requieres un permiso para ello?
—No creo, igual Nyxe me dijo que podía volver en cualquier momento. Le conté que estudiaba historia y quedó fascinada.
—¿Nyxe? —Levanté las cejas, aunque no pudiera verme—. ¿Así se llama?
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NYXE (Reescritura)
RomanceIrina está segura de pocas cosas en su vida: le fascina la astronomía, su mejor amiga ha sido la misma durante cuatro años, sabe que la luz del Sol tarda 8 minutos y 20 segundos en llegar a la Tierra, y gusta de Max Kane... bueno, al menos hasta que...