Capítulo 4

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-Gun, ¿estás seguro de que podrás trabajar en estas condiciones? Corazón, te la pasaste el fin de semana pidiéndole de rodillas perdón al dios sanitario. Debiste reportarte enfermo. -Tay miró a su amigo con cara de preocupación una vez se estacionó frente al edificio donde trabajaba Gun.

Tay se había autonombrado el fin de semana chofer oficial de Gun hasta que se le pasaran los mareos. Tenía miedo de que Gun pudiera tener un accidente si le daba uno mientras conducía.

-No puedo quedarme en casa Tay quiero, pero no puedo. Tengo tres nuevos clientes a mi cargo y no puedo faltar al trabajo en estos momentos. Además, si millones de mujeres en el mundo han podido con esto, yo también puedo. -Eso último lo dijo más para sí mismo que para convencer a su preocupado amigo. La verdad era que se sentía hecho polvo.

-¿Lo dice el hombre que apenas si puede estar de píe? -Tay negó con la cabeza-. Allá tú, pero si te sientes muy mal llámame de inmediato y vendré a recogerte para llevarte a casa que es donde deberías estar en estos momentos.

Gun se rio, adoraba que su amigo lo cuidara como si fuera su madre. -Si mami, te llamaré si me siento peor, ¿contento?

Tay lo acribilló con los ojos por un momento y luego suavizó su mirada. -Si no estuvieras embarazado, te pegaba en las bolas. Ya te he dicho que no me digas así, Gun.

-Lo siento Tay, en verdad, pero es que te ves tan adorable cuando te comportas así que no me puedo resistir. Pero ya hablando en serio, te agradezco en el alma que me cuides, si no fuera por ti yo... -Gun sintió que se le aguaban los ojos-. Perdón, no quería ponerme tan emocional.

Tay le tomó la mano -No me pidas disculpas Gun, sabes que siempre estaré para ti. Así que límpiate los mocos y ve a trabajar como el hombre fuerte que eres. Pero recuerda, llámame si me necesitas, de lo contrario vendré por ti a las cuatro como habíamos quedado.

Gun se despidió de Tay y se bajó del auto. Caminó lentamente hacia la entrada principal del edificio, respirando poco a poco y sintiendo que todo el mundo le daba vueltas. Hubiera dado lo que fuera para quedarse en casa pero no podía faltar al trabajo, tenía demasiado encima y dejar todo de lado era prácticamente imposible.

Aún se sentía un poco inquieto con respecto a lo que había sucedido el viernes con el señor Jumpol, pero jodidamente esperaba que no se cobrara el haber arruinado sus costosos zapatos italianos. Tan emocional como se sentía no creía que fuera capaz de aguantar sus comentarios sarcásticos al respecto.

-No puede ser, no se me ocurre nada de nada. -Off caminaba de un lado a otro dentro de su oficina. Se había devanado los sesos el fin de semana pensando en cómo acercarse al enano afeminado de Atthaphan.

Pero aún no se le había ocurrido nada.

Además, no estaba seguro de cuál sería su reacción una vez que lo tuviera frente a él.

¿Qué podría decirle?

El tipo le caía realmente mal, no aguantaba ni siquiera que le hablara. Pero ahora que las reglas del juego habían cambiado simplemente no sabía qué hacer ni cómo actuar.

Se sentía descontrolado y perdido y odiaba esa sensación. Siempre había tenido el control de la situación en sus manos, todo a su alrededor se movía como él quería. Odiaba el caos en que se había convertido su vida desde el viernes.

Esa mañana había llegado a la hora de costumbre, pero apenas salió del ascensor casi corrió a su oficina encerrándose en ella, no sin antes decirle a su secretaria que no quería ser molestado por nadie. Sentía que, tal vez, estando dentro de su territorio se relajaría lo suficiente como para pensar en algo, pero nada. Aún no se le había ocurrido nada de nada y ya era medio día.

Sweet Nightmare ~ OffGun (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora