Pueblo de Helianthus

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Los dos llegaron al pueblo de helianthus.
Un letrero de madera decía "bienvenidos al pueblo de Helianthus". Al entrar había varias casas de madera pequeñas, carrozas, puestos de mercados, y personas caminando e incluso niños corriendo. Parecía un pueblo normal, pero algo era muy extraño, por alguna razón cuando pasaban miraban de forma "desagradable" a Charlie.
— Tranquilo, no te asustes.

Rubén le mencionó. Los dos llegaron hacia un puesto de frutas y verduras, Rubén amarró a Sargento para que no se perdiera o lo robaran.
— ¿Qué llevará, señor Rubén?— le preguntó la anciana que atendía en el pequeño local.
— Me podría dar acelga, un paquete de ajos, una berenjena, una calabaza y una cebolla.
— Claro— la señora sacó una bolsa de plástico transparente.
— Yo tengo mi propia bolsa ecológica.

La señora tomó la bolsa ecológica y empezó a meter todas las verduras en su bolsa. Charlie estaba escondido en la espalda de Rubén, tenía un poco de miedo por las personas, ya qué lo miraban como si fuera "un mounstro".  Rubén terminó de guardar todo y tomó de la muñeca a Charlie fuertemente, y se lo llevó a otro puesto.
Los dos entraron a una cabaña pequeña, en aquella cabaña había muchas personas reposando en sillas que se veían muy cómodas.

— Perdón, se me olvidó contarte... — decía con un nudo en su garganta, realmente parecía muy enfadado y decepcionado—. Las creencias de aquí son muy crueles, las mujeres sólo sirven para alimentar, ser amas de casa y complacernos a nosotros, los hombres, mientras que nosotros sólo servimos para "trabajar".
— ¿Eso está mal?— preguntó Charlie.
— ¡Obviamente mocoso!— le agarró los cachetes enojado—. ¿No lo recuerdas?— le preguntó Rubén al chico.

Rubén dio un suspiro largo, y después lo miró tratando de explicarle sin lagrimar. Lo sentó alado de él y le pidió que escuchara; "nuestra madre hace tres años, después de habernos adoptado... la mataron, ellos la mataron, ¡los infelices creyentes pensaron que ella era una bruja al tratar de defenderte!".

Charlie seguía sin entender.
Al parecer las brujas eran mujeres con otro tipo de creencia, las cuales practican la "brujería".
Las creencias de Helianthus en el versículo de la palabra del dios poderoso; toda mujer que no practique sobre mi voluntad la fuerza divina será asesinada en el calabozo de la traición.
— Eso es tonto, ¿quién es el Dios, por qué alguien le haría daño a la gente?— le preguntó Charlie.
— El Dios, nuestra condena de muerte, es el creador de la muralla en la que vivimos, el es el causante de todas mis desgracias...— decía con un odio en sus ojos oscurecidos—. La razón por la que te miran de esa forma, es simple, ellos tienen la creencia que las personas con el pelo pelirrojo son hijos de las brujas.

Ahora todo tenía sentido, las miradas de repulsión que le daban a Charlie, no quería justificarlas pero aún así era algo que no entendía.
— ¿Quiénes la mataron?— preguntó Charlie tragando su saliva.
— Nuestro maldito gobierno retrógrado, anticuado y reaccionario, ellos están a favor del rey quien es un maldito vago y ambicioso.
Nadie parecía importarle su conversación, al parecer habían entrado a una taberna, todos estaban ebrios, algunos estaban peleando.

Una mesera se acercó hacia ellos, le pidió sus órdenes: yo voy a querer un poco de cerveza amarga y me da un agua con hielos. La mesera se fue y al poco tiempo regresó con la orden, un barril pequeño que contenía dos largos popotes y un vaso de cristal con agua muy helada. 
Charlie tomó del agua helada, el no sentía que estuviera tan fría como decía Rubén, mientras que Ruben se alcoholizaba para hundir sus penas Charlie escuchaba a las demás personas.
— Bien, he ganado — decía un tipo grande y musculoso mientras recogía sus monedas.

Rubén miró con una sonrisa pilla a Charlie, y ebrio le habló a Charlie; ¿por qué no vas y le demuestras a ese grandulón que tú eres mejor, ah?; lo decía en voz alta, algo que hizo exaltar a Charlie tapándole la boca.
— ¡Más silencio, podría escucharte!— decía el pequeño asustado.
— Vamos Charlie... sirve que te ganas unas cuantas monedas...— decía alzando la voz—. A ese grandulón le partirás toda su mano.
— ¡Rubén!
— ¿Quién le partirá la mano a quien, Rubén?— el grandulón los miraba furiosos, Charlie al verlo se puso a temblar, es aún más grande de pie.

Rubén empezó a decirle que Charlie con gusto le gustaría retarlo, el juego consistía en utilizar sus brazos para derrotar al otro. Básicamente tratar de hacer que la mano de uno bajara lo suficiente como para tocar la superficie de abajo. Charlie empezó a entrar en pánico, él sabía que no era lo suficientemente fuerte para retarle a esa bestia, pero ya todos estaban enterados. Todos los que estaban ahí estaban echándole porras a el grandulón.
— ¿Qué pasó? ¿acaso tienes miedo?, pequeña bruja del pantano— le decía a Charlie en modo de burla—. ¿Tienes miedo a terminar como tú madre?

Todos empezaron a burlarse y reírse de los chistes sobre la madre de Rubén y Charlie. Charlie volteó a ver a Rubén, este estaba con la mirada baja, parecía estar neutral pero su mirada se había oscurecido más y no parecía mostrar emociones.
Charlie tomó fuerzas, suspiró con todo el miedo del mundo; b-bien, te reto.
— Como sea, veamos, ¿cuanto apuestas?— Le preguntó el grandulón con una sonrisa burlona.
Apostará 1,200 monedas, ¿tú cuánto apostarás?— Rubén se levantó de su asiento, él le dirigió la mirada al grandulón con una sonrisa mientras con su mano derecha tocaba el hombro izquierdo de Charlie.

El grandulón se rió de nuevo, y aceptó la apuesta ya que él también daría la misma cantidad. Charlie se puso más nervioso, si antes lo estaba ahora más sabiendo que todo ese dinero estaría en sus manos, en algo que obviamente no puede ganar.
— Bien, escúchame Charlie, solo tienes que ser fuerte, tienes que creer en ti mismo.

Rubén animaba a Charlie quien temblaba del miedo.
Charlie miró al grandulón, tratando de tomar fuerzas mientras todos se burlaban de él por ser de una complexión de estándares débiles. La mesera puso todo el dinero en una bandeja, quien ganara se llevaría todo el dinero.

Los dos se tomaron de la mano, el grandulón con la izquierda y Charlie con la derecha «hizo mal en apostar todo eso por este niño, es un completo idiota cuando esta ebrio» el sujeto grandulón pensaba, pero eso sería una gran cantidad de dinero, no estaba asustado. Charlie a pesar de estar asustado, seguía manteniendo su equilibrio al estar tomándole de la mano, la mesera empezó a contar y Charlie cada vez se ponía más inquieto. Cerró los ojos y apretó la mano del sujeto con fuerza, entre más apretaba más sentía que el alma se le iba.

De repente sintió  como el sujeto quito su mano de inmediato, y dio un grito de dolor.

¡La mano me empezó arder... maldita bru— estaba gritándole a Charlie quien quedó confundido pero no alcanzó a terminar la frase.
Rubén actuó rápido y lo golpeó fuertemente, tomó el dinero y lo guardó en su bolsa ecológica.
Todo pasó tan rápido que no se dio cuenta Charlie que ahora estaban huyendo del lugar mientras que Ruben lo agarraba de la mano.

Rubén se divertía, su risa se escuchaba por todos los alrededores hasta que llegaron al caballo.
Sujeta bien la bolsa.

Rubén desató a Sargento, y los dos subieron antes que llegaran los de la taberna, ellos pudieron escuchar el grito del grandulón «¡malditos estafadores!». Rubén realmente parecía muy feliz, al parecer le encantaba hacer ese tipo de cosas, Charlie pensó que era demasiado valiente y fuerte como para haberlo golpeado.
— ¡Eso fue, tan genial!— dijo Rubén riéndose mientras se dirigía con el caballo hacia la salida del pueblo—. como los viejos tiempos.

Charlie al verlo sonreír realmente se sintió muy bien, un recuerdo había llegado a su mente.

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