Capítulo 4

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Caminos de Cydoriil

El ardiente sol de la media tarde hacía que el camino pareciera mil veces más arduo, Celer se sentía rostizado como una perdiz dentro de su enorme armadura de hierro y, claro, estar cubierto de vendas y parches en la cara y brazos tampoco ayudaba mucho. No hacía mucho que había salido corriendo de aquella villa infernal, pero Celer aún no se sentía lo suficientemente lejos de Vlindrel como para celebrar.

Su largo vestido azul no parecía ser un impedimento para la energética Khajiit, le daba pena admitirlo, pero Celer admiraba la agilidad de su compañera, que andaba por el bosque como si el carcaj y el arco no fueran más que un accesorio.

-¿Desde hace cuanto vivías allá?- pensó Celer en voz alta. La felina acompañante se detuvo, con las garras llenas de polen y semillas de flax, Vahira se rascó la cabeza.

-No tengo idea- respondió mientras se encogía de hombros-. Quizás pasé unos cinco años en Vlindrel después de completar mis estudios de alquimia- agregó pensativa, con el ceño fruncido, Vahira se dedicó a guardar y ordenar todos los nuevos ingredientes que había recolectado.

-¿Universidad de artes Arcanas?- Vahira sacudió la cabeza.

-La alquimia no es complicada, sólo debes tener un estomago fuerte y algo de imaginación- comentó sin pensar la joven felina. Celer caminaba al tiempo que ella se agachaba y arrancaba pedazos de un flor purpura y la trituraba entre sus garras.

Celer asintió, realmente no le interesaba mucho la vida de aquella Khajiit, mucho menos su oficio, pero era mejor que pasar el resto del viaje en silencio.

-¿Crees que falte mucho?- preguntó Celer con un leve jadeo.

Vahira negó con la cabeza.

-Seguramente estaremos ahí en un par de horas-. Celer asintió, satisfecho al pensar que llegarían pronto. Mientras caminaban, Celer notó lo tranquilo que era el bosque, desde su encuentro con los lobos no se había sentido tan a gusto en el camino. Quizás andar junto a un enorme gato con arco preparado era suficiente para espantar a los posibles problemas.

-Oye...-murmuró el imperial, Vahira parecía ignorarlo así que alzó la voz y con una mano sobre su cabeza repitió- ¡Oye! ¡Khajiit!

La joven alquimista torció las orejas, pero no volteó, simplemente continuó caminando entre la maleza, atenta a cualquier posible peligro... o planta curativa que hubiera por ahí. Sin saber bien si Vahira le había escuchado, el joven agregó:

-¿Sabes usar esa cosa o es sólo para intimidar?

Vahira se detuvo en seco. Únicamente se escuchaba el leve susurro del viento entre los árboles, él también paró, quizás algo avergonzado por la imprudente pregunta.

La joven Khajiit giró rápidamente la cabeza antes de contestar: -No creo que quieras saberlo, Celer- dijo risueña la felina con una enorme sonrisa dentuda.

El imperial avanzó hasta donde la alquimista se encontraba, ella seguía sin moverse, simplemente agitando su cola de un lado a otro... como si acechara.

-Si fui grosero...- comenzó Celer al llegar a su lado.

Vahira negó con la cabeza, su rostro se veía sereno pero la leve inclinación de sus orejas junto con aquel discreto erizo en su pelaje le dieron a Celer otra idea.

-Está bien, supongo que esperabas que llevara dagas envenenadas- suspiró ella al tiempo que se encogía de hombros-. No es la primera vez que me lo dicen, aunque si lo piensas bien una daga es mucho más práctica...

Siempre nos quedará BravilWhere stories live. Discover now