Capítulo 5

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A pesar de que las paredes eran iguales, los uniformes eran los mismos y quedaban algunas caras conocidas, todo parecía ser diferente en Cruz del Sur. No era como la recordaban, había un ambiente diferente y se respiraba un aire desconocido. Zulema no estaba muy segura si le gustaba, prefería ver la cárcel como lo que era; una jaula para guardar a las mujeres más peligrosos. La fingida amabilidad del director, los programitas para la rehabilitación y el amor de las reclusas por Varona le daban mala espina y le hacían pensar que algo escondía el hombre que aparentaba ser tan buena gente. No le había tomado demasiado tiempo darse cuenta que el tío tenía otra cara que no mostraba a puertas abiertas. Si algo tenía la mora era una buena capacidad de observación, podía intuir quienes eran los buenos y quienes eran los malos siempre. Lo había aprendido con el tiempo y con las desgracias que había vivido a lo largo de su vida. Se había encontrado con muchos lobos que vestían piel de oveja desde que era una niña, por eso ahora era tan fácil identificarlos.

Lo primero que hicieron al entrar en Cruz del Sur, luego de instalarse en sus celdas, fue ir a la sala de terapias a hacer una dinámica de presentación. Una especie de juego patético que consistía en hacer sonidos de animales para que el resto de las compañeras pudiera adivinar de qué animal se trataba. La dinámica era grabada y monitoreada por Varona quien luego la analizaba. Un completo sinsentido que muchas presas encontraron una pérdida de tiempo total. En especial Zulema, que mientras escuchaba los ruidos que hacían las demás, solo deseaba que alguien le metiera un balazo entre ceja y ceja.

Macarena estaba presentándose con un sonido tan ridículo, que Zulema podía sentir la vergüenza ajena desde su asiento. La miraba con el ceño fruncido y aunque intentaba descifrar qué puto animal estaba tratando de imitar, no tenía la menor idea. Lo estaba haciendo muy mal, a decir verdad.

—Venga, yo creo que lo estoy clavando. —dijo la rubia luego de repetir el chillido por tercera vez, todavía ninguna de sus compañeras podían adivinar lo que era.

—Vuelve a hacerlo, vuelve a hacerlo que creo que lo tengo. —comentó Tere desde su silla, y Maca volvió a repetir el sonido una vez más.

—A ver, alguien puede pegarme un tiro. —comentó Zulema deseando acabar con aquella gilipollez, no estaba de humor para escuchar soniditos de animales ni presentaciones ridículas de sus compañeras, prefería enfocar sus pensamientos en descubrir qué de interesante tenía Cruz del Sur que antes no, y en todo caso, si tenía que ser obligada a escuchar un ruido, prefería que fuera el de la rubia jadeando bajo su mano mientras intentaba no gemir; los recuerdos de anoche todavía seguían anclados en sus recuerdos como un veneno mortal.

Las presas rieron ante el comentario de la reina mora y ella rodó los ojos hasta dejarlos en blanco. Odiaba a la gente y sus estupideces. Preferiría que la hubieran llevado a aislamiento por haber intentado escapar en el traslado, pero Varona le había dicho que lo que sucedía fuera de Cruz del Sur, se quedaba fuera de Cruz del Sur. Otra cosa rara en ese hombre, ¿qué director no castiga las faltas de las reclusas, sobre todo un intento de fuga?

Las presas siguieron intentando adivinar entre bromas y risas el sonido que hacía Maca, pero no lo lograron. Al final terminó siendo un delfín, pero el sonido había estado muy lejos de parecer eso.

—Joder, chocho lacio, si eso es un delfín, yo soy hetero. —bromeó Saray haciendo reír a las demás, incluso la mora a su lado intentó ocultar una sonrisa, pero no lo logró.

—Aquí hay muchas que dicen ser heterosexual y no lo son. —dijo Zulema con una sonrisa socarrona en los labios girando la cabeza para mirar a Macarena. —¿Verdad, rubia?

El grupo de reclusas hizo bulla, mientras que Maca se hundió en su silla y odió a la morena, parecía que se había propuesto joderle la vida recordándole lo que había pasado.

Vis a Vis: Volver a EmpezarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora