Capítulo 18

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Tanto a Zulema como a Macarena les estaba costando más y más cada día disimular sus sentimientos. Desde la noche en la que hablaron sobre el pasado y abrieron sus corazones, incluso llegando a pedirse perdón mutuamente por todo el daño que se hicieron, el amor ya tan evidente que existía entre ellas estaba siendo muy difícil de esconder. Sin embargo, aún no se sentían listas para hablarlo, de hecho, ninguna de las dos sabía si ese momento llegaría algún día, pues aun sintiendo lo que sentían la una por la otra, tenían diferentes objetivos en la vida, y pensar en una relación real y estable entre ellas, que fuera más allá del sexo, sonaba como algo imposible e ilógico. No eran compatibles, o por lo menos no como la gente normal, que se enamora, se pone de novios y viven felices en pareja. Lo que había entre ellas estaba muy lejos de ser lo común, por eso a pesar de lo sentimientos que claramente existían entre ambas, dudaban de que alguna vez pudieran tener una verdadera historia de amor. Claro que, eso no las detenía de seguir actuando por la cárcel como si fueran una pareja de verdad. Seguían compartiendo las horas muertas en el patio, almorzando juntas, fumando un mismo piti, buscando donde follar, platicando en las noches en la cama de alguna de las dos hasta quedarse dormidas en un cálido abrazo, y simplemente viviendo lo mejor que se podía vivir dentro de una cárcel. Porque sí, estando juntas la vida era más bonita, y eso ninguna de las dos podía negarlo.

...
A iniciativa de algunas presas, habían decidido organizar una especie de funeral para Valeria dentro de la prisión, en un intento por darle una despedida digna a la que muchas reclusas consideraban una buena compañera. Su muerte todavía era muy reciente y le seguía doliendo a muchas de las chicas dentro de la cárcel. A Zulema le importaba poco, apenas conocía a la tía, y no es como que fuese la persona más empática del mundo como para que le importase el fallecimiento de una extraña. Pero lo que sí le importaba eran las circunstancias bajo las que se había dado su muerte, pues estaba más que segura que Varona era el responsable.

>>> Con la idea de crear un altar para despedir a Valeria, Tere le pidió ayuda a Maca una mañana para buscar algunas cosas entre las pertenencias de la difunta, las cuales sirvieran para recordarla en el funeral.

—Hay una caja, ¿qué hago, la abro? —preguntó la ex yonqui cuando encontró una especie de pequeño baúl de los recuerdos de Val.

—Claro. —Macarena la incitó a que abriese la caja. —¿Qué quieres hacer con ella?

—¿Por qué coño habláis tan bajo? —la voz de Zulema irrumpió en la celda de manera tan repentina que provocó un sobresalto en ambas mujeres.

—Dios, se me va a salir el corazón del pecho. —se quejó Maca llevándose la mano al espacio entre sus senos.

—Te imaginas, tanto lío para matarte de un susto. —bromeó la mora en un tono divertido.

—¿Qué haces aquí?

—Me han dicho que con la excusa del funeral estáis robando a la muerta. —se burlo.

—Es para poner una especie de altar. —explicó la rubia.

—Ya, claro.

—Se llama profanar. —picó Zulema.

—Ay, me siento fatal. —Tere se llevó una mano a la cabeza y luego miró al techo como si a través de este pudiera ver el cielo e intentara disculparse con Valeria por tocar sus cosas estando ella muerta.

—No le hagas caso. —defendió Macarena.

—A ver, ¿qué hay en la caja? —Zulema se acercó y hurgó entre las pertenencias. —Fotos, esta debe ser su madre, mira, los mismos ojos de tortuga.

—Tenía más libros que la biblioteca. —comentó Maca curioseando también entre las cosas. —Ay, este me lo quería leer.

—Todavía tiene un marcapáginas. —señaló Tere.

Vis a Vis: Volver a EmpezarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora