𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘂́𝗻𝗶𝗰𝗼

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Sus dedos pasaron por el marco de la fotografía, delineando suavemente el objeto de madera para luego apartar sus dígitos rápidamente, como si el objeto quemara

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Sus dedos pasaron por el marco de la fotografía, delineando suavemente el objeto de madera para luego apartar sus dígitos rápidamente, como si el objeto quemara. Sería una mentira si dijera que su corazón no estaba en llamas, porque si lo estaba. En la casa no se oía ni una voz, ni un movimiento, ni una respiración a parte de la propia. El sillón, los almohadones azules tirados en el piso, la lámpara que hace días no se encendía y ya comenzaba a juntar polvo, la mesa ratonera con miles de envoltorios de comida y miles de frascos de medicamento, ese medicamento que le hacía olvidar que aun seguía vivo.


 El sillón, los almohadones azules tirados en el piso, la lámpara que hace días no se encendía y ya comenzaba a juntar polvo, la mesa ratonera con miles de envoltorios de comida y miles de frascos de medicamento, ese medicamento que le hacía olvid...

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— ¿Acaso no sabes que no soy bueno para ti, Felix?—dijo para luego darle una calada al cigarrillo, se encontraban detrás de la escuela, donde nadie los vería nunca.

—Lo sé, pero quiero intentar. Sé que detrás de esa fachada de chico malo se encuentra un corazón que necesita amor, y yo quiero darte ese amor que necesitas. —dijo Felix. Él siempre fue así, poético, mágico, hechizante. Una galaxia se escondía en sus ojos y se veía en su rostro, pero un universo de palabras se guardaba en esa cabeza suya que le hacía preguntarse, ¿Cuándo dejaría de conectar bellas palabras para hipnotizar corazones?

Hyunjin abrió la boca para decir algo pero la cerró, sin haber hecho sonido alguno. Le dio otra calada al cigarro, sintiendo el humo caliente descender por su tráquea hasta sus pulmones, sintiendo esa cálida sensación en el pecho, para luego expulsar el humo por donde entró. Arrojó el cigarrillo al suelo y lo pisó para apagarlo. Se dio vuelta para mirar al menor, sus cabellos casi blancos, más largos de lo que la escuela permitía, el suéter color crema del uniforme, que por más que sea horrible, a Felix le quedaba hermoso. Sus labios gruesos y su mirada cósmica, digno de ser llamado obra de arte. Hyunjin no era merecedor de tal belleza.

—Está bien, intentémoslo...— que grave error, Hyunjin, ojala hubieras sabido que ibas a salir lastimado de allí.

— que grave error, Hyunjin, ojala hubieras sabido que ibas a salir lastimado de allí

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