Prólogo: Pesca fallida

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— Sora-nii. ¡Sora-nii! —exclamó una voz conocida.

Pero aun así me rehúso a levantarme. Es demasiado temprano... ¿Qué día es? ¿Lunes?

— Mmh... Dame al menos un par de minutos más... O un par de horas... —murmuré, girándome en la cama y aferrándome a las sábanas.

— ¡"Par de minutos" nada! ¡Ya es tarde! —escuché que la voz gritaba antes de sentir que caía al suelo. El sonoro golpe de mi cabeza contra el suelo de madera acabó por despertarme del todo.

Me quedé allí, tirado boca arriba, algunos segundos. El impacto la parte trasera de mi cráneo fue suficiente para, a la vez que despertarme, mantenerme algo atontado brevemente. Podía ver el techo blanco, y a un lado había un par de piernas que, por la posición, parecía que la persona a quien pertenecían estaba molesta.

— Pudiste darme los buenos días de una manera menos brusca, Hotaru —dije, incorporándome. Al ponerme de pie, mi mirada se encontró con la de la chica que me había lanzado fuera de mi cama.

De una estatura algo más baja que la mía, la chica ya estaba vestida con su uniforme. Una blusa de marinera de manga larga, de color gris oscuro. Su pañuelo blanco, atado cuidadosamente, indicaba que había puesto especial empeño en organizar su uniforme. Su falda tableada, del mismo color que la blusa, estaba perfectamente planchada.

No podía esperar menos de mi hermana menor, Hotaru. Sería más específico decir que es mi melliza, aunque dado nuestro enorme parecido no era necesario. Ambos tenemos el cabello rubio, aunque el de ella mucho más corto que el mío. Nuestros ojos también son idénticos, de color dorado.

Y pese a nuestro parecido, a veces siento que somos tan diferentes.

— Ah... Lo siento, Sora-nii... Pero si no te lanzaba de la cama se habría enfriado el desayuno.

— En ese caso, gracias. Bajaré a comer primero y ya después me prepararé —respondí, saliendo de mi habitación.

>> Oh, por cierto. ¿Esa falda no es algo corta? Si sopla un viento fuerte todos sabrán que son blancas con rayas turquesa, ¿no?

— ¡Pero—! —la chica colocó sus manos sobre su falda, aplastándola contra sus muslos—. ¡¿Dónde diablos mirabas?!

— El ángulo de la caída. Es tu culp—— ¡Gwahah!

Fui interrumpido por otro golpe, esta vez indudablemente intencional. ¿Qué demonios me había lanzado esta chica? ¿Acaso... me lanzó mi despertador? ¡Alto, alto, alto! ¡¿Por qué no sonó el despertador en primer lugar?!

Ahora que lo pienso... ¡Maldita Hotaru! ¡Si sigues lanzando mis despertadores se seguirán rompiendo!

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— ¿Cuántas veces quieres que me disculpe? —dije, todavía frotándome la cabeza mientras comía—. Ya dije que no fue intencional. Fue el...

—... "Ángulo de la caída", ¡lo sé! —completó la frase Hotaru—. Pero sigue siendo inapropiado...

Por algún motivo, ella estaba ruborizada. Masticaba rápidamente, como si quisiera irse rápido. ¿Qué le pasa? ¿Acaso son "esos días" y por eso está con un humor tan cambiante?

Bueno, no es que eso importe mucho ahora. No quiero que los demás la vean con el ceño fruncido, menos en el primer día de clases. Debo pensar en una forma de levantarle el ánimo.

— Mmh... Cocinas realmente bien. Gracias por el desayuno —dije, terminando de masticar la tostada francesa que mi hermana había preparado con tanto esmero.

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