Capítulo I-II

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El gimnasio estaba atestado de gente. Cerca de trescientos estudiantes estaban sentados en hileras de sillas plegables que, dejando un espacio de dos metros en el centro, abrían un camino para facilitar el paso. Al frente había una plataforma de madera bastante grande en la que, sentados en hilera, estaban los profesores.

Los mellizos entraron casi al mismo tiempo en que los alumnos se ponían de pie para saludar a la jefa del profesorado, quien se había puesto de pie. Avanzando con seguridad, la mujer se posicionó frente al micrófono, cerca del borde del estrado.

Sora y Hotaru no podían reconocer a ninguno de los profesores, aunque no pudieron evitar pensar en que tenían apariencias bastante particulares. Se apresuraron a colocarse en sus sitios, manteniéndose de pie y firmes, hasta que la profesora les indicó con un gesto que se sentaran. Los más de trescientos estudiantes obedecieron. Algunas miradas curiosas se posaban en los hermanos que acababan de llegar, y algunos murmullos iban y venían de vez en cuando.

— Muy buenos días a todos los estudiantes —dijo la mujer, sonriéndole a los presentes—. Sean bienvenidos a un nuevo año escolar en la Academia Qiguojia.

La profesora estaba ataviada con un elegante traje de color azul marino, con bordados blancos en las mangas y el cuello de su saco. Sus ojos, de color azul, sonreían tanto como sus labios, y su cabello rubio claro, atado en una cola de caballo con un listón negro, brillaba con la tenue luz del gimnasio.

— A los estudiantes nuevos, les doy la más cálida bienvenida a esta institución. La Academia Qiguojia los recibe con los brazos abiertos —prosiguió la profesora—. A aquellos estudiantes que regresan una vez más a esta academia, les damos la bienvenida nuevamente.

>> Para aquellos que aún no me conozcan, mi nombre es Jean Gunnhildr, pero pueden llamarme solo Jean-sensei. Soy la Jefa del Comité de Profesorado del Edificio M, así como la encargada del Club de Esgrima y Arquería en lo que Varka-sensei regresa. Sin embargo, no quisiera alargarme mucho con presentaciones.

>> Como todos los años, nuestro subdirector les dará unas palabras, y aclarará las reglas de la academia antes de que vayan a su primera clase.

Jean se quedó mirando la hilera de sillas detrás de ella, notando que una de ellas estaba vacía. Desconcertada, la profesora se quedó mirando el espacio donde el subdirector debería haber estado.

Entonces, otro maestro se levantó de su asiento. Era bastante alto, incluso más que Jean, que de no estar utilizando zapatos de tacón probablemente le llegaría a la altura del hombro. El hombre tenía la tez morena, caminando con seguridad y sonriendo a los estudiantes de manera amigable, como un músico mostrando su mejor cara a sus admiradores.

Sin embargo, lo más destacable de su apariencia no era su cabello de color azul oscuro, atado en una cola de caballo que llegaba casi hasta su cintura, ni tampoco el pendiente que llevaba en su oreja izquierda.

Lo que más resaltaba de su apariencia era el parche negro que cubría su ojo derecho.

— ¿Qué crees que le haya pasado? —murmuró Hotaru a su hermano mayor.

— No estoy seguro. ¿Quizás tenga conjuntivitis? —respondió Sora, encogiéndose de hombros.

El profesor señaló un momento el micrófono del estrado, a lo que Jean respondió dando una asentida con la cabeza y cediéndole el espacio para que hablara.

— Buenos días, queridos estudiantes de la Academia Qiguojia —saludó el hombre con voz suave. Aunque sus modos eran educados, había un aire seductor en su hablar, como el de un mafioso que desea convencer a otro de hacerle un favor peligroso—. Soy el profesor Kaeya Alberich, de Ciencias Sociales. Aunque me encantaría contarles un poco sobre mí, debo dar un anuncio. Nuestro subdirector y profesor de Artes Musicales y Visuales, Venti-sensei, no podrá dar su discurso de bienvenida... otra vez.

Algunos estudiantes soltaron risas nerviosas, mientras que otros comenzaron a murmurar entre sí. Por lo que los mellizos veían, los demás estaban acostumbrados a la ausencia del subdirector.

— No otra vez... —oyeron decir a Jean, que se llevaba una mano al rostro, visiblemente decepcionada—. Déjame adivinar, ¿catorce botellas de vino?

— Oh, no. Esta vez es diferente —respondió Kaeya, aun hablando por el micrófono y descaradamente girándolo hacia Jean cada vez que ésta respondía.

— ¿Qué quieres decir? ¿No está borracho y tirado por ahí en alguna calle de nuestro distrito?

— Oh, sí que está borracho y tirado en una calle. Lo diferente es que esta vez fueron dieciséis botellas de vino —dijo finalmente Kaeya, soltando una risa que parecía denotar cierto orgullo.

Jean, en cambio, ni siquiera respondió. Se limitó a dar un fuerte suspiro de exasperación, y Hotaru juraría que la oyó murmurar "Voy a matarlo cuando se le pase la ebriedad".

En lo que la profesora se recuperaba de la no tan impactante noticia de su subdirector ausente, Kaeya se bajó del estrado y salió por la puerta principal, no sin antes gritarle a Jean desde el otro lado del gimnasio.

— Ah, olvidé mencionarlo. Pero Klee se escapó. Quizás sea buena idea evacuar este lugar, por si acaso fabricó otro Dodoco gigante.

— ¡¿Qu——?! —gritó Jean con todas sus fuerzas a través del micrófono, esta vez furiosa. No obstante, su grito fue silenciado por una voz que canturreaba algo.

— Jeje. ~♫ ¡Bom-bom-BOMBA! ~♫

Fue entonces cuando un resplandor anaranjado se produjo desde debajo del estrado de profesores, seguido de un ruido ensordecedor.

Una gigantesca explosión que lanzó tanto a los maestros como a los alumnos en primera fila por los aires, seguida de una infantil risotada, reverberó en el gimnasio—o en lo que quedaba de él, ya que toda la parte trasera había estallado.

Los estudiantes que no se vieron afectados por la explosión estaban boquiabiertos, aunque algunos parecían acostumbrados a aquel caos. Los profesores se ayudaban unos a otros a levantarse, y verificaban que ningún estudiante hubiera sido herido. Sora y Hotaru estaban sin palabras.

"¡¿Qué clase de academia es esta?!", pensaron a la vez, mirando con preocupación el destruido estrado.

Entonces, de la gigantesca humareda negra donde presuntamente estuvo la bomba, emergió una figura que hizo retroceder a los presentes, aterrados. Una silueta que, para ellos, era amenazante.

Sin embargo, cuando parte del humo se hubo disipado, la figura aterradora fue finalmente visible. Para aquellos que la conocían, verla claramente sólo los asustaba más. Para quienes no—incluidos los mellizos—era lo más tierno que habían visto.

Era una niña bastante pequeña, no podía tener más de diez años. Su cabello rubio claro, atado en dos pequeñas coletas, miraba inocentemente el resultado de la explosión, como quien mira una creación de bloques con añoranza y orgullo. Su uniforme, de color rojo brillante, estaba manchado de hollín, pero eso no parecía importarle en lo más mínimo.

Sus ojos, grandes y brillantes, parecían rubíes en llamas.

No obstante, aquellos rubíes que relucían de felicidad emitieron un destello de terror al ver a la maestra Jean, mirándola con una furia contenida.

— Klee... —dijo Jean lentamente, haciendo un esfuerzo inhumano para contener su ira.

— Em... ¿K-Klee hizo algo malo...? —dijo la pequeña chica, incapaz de comprender por qué la gente normal no va plantando bombas por ahí.

Genshin! School Impact desu yo!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora