PRÓLOGO

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Mi nombre es _______ Minami.
Mi madre es (t/m)_______ Minami y es de (tu país), y mi padre, (t/p) Minami, es japonés.

Mi padre viaja mucho por culpa de su trabajo, por lo que no suele visitarnos muy a menudo.
¡Pero esta vez voy a tomarle por sorpresa!
Mamá me ha dejado ir a verle a Japón con la condición de que me esfuerze en mis estudios y entre a esa academia de héroes, la U.A. Parece ser que ahí fue donde ambos se conocieron.

— ¡Qué emocionante!—grité con entusiasmo por los pasillos del aeropuerto—. Ahora mi única misión es no perderme por esta ciudad—miré la dirección en la pantalla de mi móvil—. ¡Misión casi imposible!

Al salir del aeropuerto, bajo las atentas miradas de muchas personas, no pude evitar abrir mi boca con sorpresa. Realmente era una ciudad hermosa.

— Bien—regresé mi vista a la pantalla—. Según mamá debo tomar esta línea de transporte hasta el... Espera—miré a mí alrededor—. ¡Por aquí no hay ninguna parada!

Tendré que preguntar a alguien. ¡Tranquila _____! Mantén la calma, será tu primera conversación con un japonés de verdad. ¡No te alteres!

— ¡D-disculpe!—me dirigí a una señora con dos niños—. ¿Sabe en dónde se encuentra está dirección?—mostré mi móvil.

— Lo siento mucho joven, pero no entiendo lo que pone—rió con pena.

¡Claro! Esto está escrito en español. ¡Pero seré idiota!

— ¡Ah! No se preocupe—me incliné—. Siento haberla molestado.

Qué vergüenza...

La señora continuó su camino. Yo me quedé ahí parada sin saber qué hacer con mi vida mientras escribía a mi madre.

— ¡EL GPS!

Ups...

De nuevo, todo el mundo me miraba extrañado ante mi actitud y mis gritos impulsivos en mi idioma natal.

— Será mejor que me vaya—tomé mi maleta para comenzar a alejarme de ahí—. Veamos. Tampoco queda tan lejos. Podría ir caminando sin problema.

Y así, comencé mi lento aprendizaje ciclístico, sin bicicleta alguna, hacia el que sería mi nuevo hogar.






















— Puedo ir caminando sin problema, decía—tiré con brusquedad de la maleta—. Llegaré a tiempo, decía—dí otro tirón—. ¡ESTOY MUERTA!—caí rendida hasta que finalmente llegué a la entrada de la casa.

— ¿¡Por qué demonios-

— ¡Papi!—ma abalancé hacia él para abrazarlo—. ¡Te he extrañado tanto!—solté en español—. ¡Mamá dice que eres un tonto por estar viajando tanto por el mundo! ¡Y ya podrías haber avisado de que estabas en Japón, no sabes las ganas que tenía de venir hasta aquí!

— Oye.

— ¿Eh?

— ¡SUÉLTAME, MALDITA LOCA!

Sobresaltada, salté hacia atrás, fijando mi mirada en ese chico de cabello ceniza y ojos carmesí, el cual me miraba con el ceño fruncido y expresando fastidio.

— ¿¡Y tú quién eres!?

— ¿Ah?—apretó los dientes—. ¡ERES TÚ LA QUE HA SALTADO SOBRE MÍ COMO UN JODIDO ANIMAL Y HA EMPEZADO A DECIR COSAS SIN SENTIDO!

— Qué ruidoso—dije tapando mis oídos—. ¿Esta no es la casa de los...?

— ¡KATSUKI!—la puerta se abrió de golpe—. ¿¡Qué es todo este escándalo!?

Aquella mujer, increíblemente parecida al chico grosero y ruidoso, había fijado su vista en mí.

— ¿______?

— ¿Eh?—ladeé la cabeza—. ¿Nos conocemos?—pregunté sorprendida.

— ¡Pero qué linda estás!—tomó mis manos entre las suyas—. Ya eres toda una mujer—dijo orgullosa—. Ha pasado mucho tiempo. Soy Mitsuki. Seguro tus padres te han hablado mucho de mi esposo y de mí.

— Mitsuki...—pensé en voz alta—. ¡Ah! ¡Mitsuki y Masaru Bakugo! Estudiasteis en la misma preparatoria que mis padres—dije asombrada—. ¡Qué casualidad!

Sonrió—. Eras una pequeña llena de energía cuando te conocí. Seguro no te acuerdas de Katsuki—señaló al chico hostíl—. Os encantaba ir juntos al parque.

— ¿Qué esta loca y yo qué?—rió con ironía mientras que yo le sacaba la lengua.

— Debes perdonar sus modales. Tiene mucho carácter—se disculpó Mitsuki—. Si alguna vez te molesta, házmelo saber. Al fin y al cabo ahora seremos vecinos.

— ¿Vecinos?—levanté mis cejas.

— Sí. La casa de los Minami está justo al lado—sonrió con entusiasmo—. Te quedarás, ¿verdad?

— ¡Oh! Claro. Mi madre está de acuerdo. Siempre que mantenga mis estudios y pueda ingresar en la U.A.

— ¿De verdad? Katsuki también ingresará. Siempre y cuando evalúen únicamente su fuerza—bromeó.

— ¿¡CÓMO DICES, VIEJA BRUJA!?

— Ya veo—sonreí divertida—. Bueno—tomé mi maleta—. Yo debería irme. Tengo muchas cosas que hacer antes de la prueba de ingreso. Ha sido un placer. ¡Nos vemos!—sacudí en mi mano en el aire, despidiéndome de ambos.

Y como dijo la señora Bakugo, mi casa se encontraba al lado, por lo que a penas tuve que desgastar mis piernas.
La verdad, me encontraba realmente nerviosa por volver a ver a mi padre después de tanto tiempo.

Toqué el timbre y esperé impaciente a que la puerta se abriera delante de mí.

— ¿Quién...?

Y ahí estaba. Después de dos meses, tenía a mi padre enfrente de mí con una cara de sorpresa indescriptible.
No podía reaccionar, lo único que se me pasó por la cabeza fueron los pocos momentos que pasamos juntos.

— Mi princesa...—sus ojos estaban cristalizados—. Cuánto has crecido en tan poco tiempo.

[] TE MATARÉ MALDITA EXTRA [] KATSUKI BAKUGŌ X LECTORA []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora