Capítulo 1

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Todo ser humano tiene de por si el derecho de amar y ser amado. Muchas veces el amor va y viene, en estas circunstancias esté más se iba que venía donde mí. Aquí estaba yo, Felipe, un chico común y corriente, sentado sobre una pila de hojas desparramadas en medio de un oscuro parque, pensando en Bastián, en el amor, y en la tragedia recién vivida.

Meses antes...
Domingo 2 de marzo.
-¡Vamos! Tienes colegio, es casi tu último año y no quiero que nuevamente me manden a llamar por tus atrasos - dijo Rebeca, mi mamá.
Era agotador el solo hecho de pensar que tenía que volver, las vacaciones estaban fuera y yo dentro del intolerable lugar de estudio. Mis amigos prontamente se acercarían hacia mí y en un cierre de ojos me estarían preguntando por mis vacaciones, y bueno, tendría que inventar. La gran mayoría de mi círculo estaba en una postura más alta que yo, tenían dinero, y un montón de lujos que los hacia disfrutar al cien por cien sus descansos. Yo, yo tenía que hacer los deberes de mi hogar, mi mamá había sido una mujer trabajadora y yo no quería que hiciera las cosas de la casa, para eso estaba yo. Sinceramente no era algo del que dijera ''que aburrido, no merezco esta vida, me carga el aseo''. No. Amaba a la mujer que me trajo a la vida, y prefiero hacer todas esas cosas y verla descansar, antes de tener muchas cosas y no hacer nada mientras ella hace todo.
-Viejita, te voy a extrañar...-hable a Rebeca mientras me sentaba a tomar desayuno.
-Yo no, me harás un favor - contesto ella entre risas; mi madre era una señora de humor. Continuamente hacia una broma en el transcurso del día, fuera por lo que fuera, y con quien fuera. Muchas veces era algo abrumador estar con ella cuando lanzaba sus palabras burlonas - tonto te amo, te extrañare, pero para eso están las discos - otra broma.
-Bueno, yo iré partiendo ya...el bus no me va a esperar.
Toda mi vida (o por lo menos desde que tengo memoria) había soñado con asistir a un colegio donde solamente tienes que devolverte a tu casa para los fin de semanas. Un internado. Ahora que ya llevaba un par de años ahí, me castigaba por dicho sueño. Tome el bus, el cual me llevaría directo al recinto, y me acomode en uno de los asientos del fondo, me coloque mis audífonos y conecte la música. Contrario a mis amigos, yo tenía que tomar el bus, ellos se iban en sus autos. El vehículo partió y no falto mucho para que nuevamente parara para recoger a otro estudiante, y...fue ahí cuando un escalofriante presentimiento levanto mi cabeza de golpe.
Era el chico más atractivo que hasta el momento había visto. No soy de mirar a las personas a la cara, solo aprecio algunas partes de su atuendo y los califico, pero esté muchacho era digno de cualquier mirada. Sus ojos cafés sobresaltaban de entre su piel blanca, sus cabellos castaños inmóviles en dirección vertical, y sus labios delgados se redondeaban a la par de una suave sonrisa.
El chico paso lentamente por el estrecho pasillos del autobús y se sentó al lado de una chica. Era casi imposible mirarlo desde donde yo me encontraba, pero entre intentos fallidos lo pude hacer. Hablaban cariñosamente, o eso es lo que se podía notar, a mucho pensar pude deducir que era su amiga, eso hasta que el bus llego al destino y aquel muchacho se despidió con un caluroso beso en la boca. Era su novia. '' ¿Qué tenía de malo eso? ¿Celos? Eres ignorante Felipe, es un simple chico bonito que conoces y tiene novia, nada más'' ''Te gusto, te encanto y al ver que tiene chica todo lo que pudiste haber construido hasta él queda en el suelo ¿no? ''.
Camila y Javiera esperaban por mí fuera del paradero, ambas con bolsos Chanel y con ropa de primer uso.
-Pensamos que el bus se iba a demorar más - dijo Camila tomando mi mochila.
- ¿Te levantaste temprano, no? - pregunto Javiera.
-Sí, no quería volver a traer a mi vieja conmigo a justificar los atrasos- respondí armoniosamente.
Es ese momento se acerca Ignacio y Agustín, mis preciados mejores amigos y compañeros de dormitorio.
-Buena perrin - intercalo Agustín con un estrecho de manos y un fuerte abrazo.
-Te extrañamos, con las chiquillas fuimos los cuatro a Cancún - interrumpió Ignacio.
Girar mis ojos en torno de que lo que ellos hablaban era una completa lata ya era común en mí, por ende decidí caminar primero, y así dejar que ellos comentaran sus vacaciones solos. Federico, un amigo de mi mismo ''elite'' siempre me preguntaba cómo podía soportar a unos cuicos y engreídos amigos, y...a decir verdad, ni yo sabía muy bien el porqué. El colegio era un completo palacio, tenías que tener un mapa si eras nuevo, y acompañarlo de un par de consejos si no querías perderte, o acabar en la pieza de chicas. Mi cuarto se encontraba lo bastante alejado de las salas de clases, cosa que no me favorecía para nada ya que acostumbraba a levantarme tarde, y llegar atrasado, pero eso pasa si un par de amigos te sobornan para que compartan dormitorio contigo.
Acomode mis cosas en la que generalmente era mi cama y me recosté un momento para descansar el intranquilo viaje que había vivido.
-...Permiso, ¿puedo pasar? - pregunto una voz desde la puerta.
-Adelante, pasa, si buscas al Nacho y la Agu te digo altiro, ellos no están - conteste sin levantar mi cabeza de la almohada.
La persona no contesto, y entre sueño pude entender que quizás sí buscaba a mis compañeros. Luego de eso me dormí.
-...Pipe, pipe, despierta...
-Déjenme tranquilo, no quiero nada - respondí haciendo pataletas con mis brazos, eso sí, no abrí los ojos.
-Despierta hombre, tenemos nuevo compañero, y nos invitó a los cinco a un helado - dijo otra voz, y por la diferencia de tonos adivine que eran Ignacio y Agustín.
-Un gusto niño, pero ahora estoy cansado, otra vez será - dije mientras me giraba hacia la pared.
-...Déjalo esta así por su ex, o por sus fracasados libros...- murmuraron las voces mientras se alejaban.

Imagíname sin miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora